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Pregunta

Querido Padre Angelo,
Soy Antonio de la provincia de Taranto.
Seré breve y desde ya le pido disculpas por lo banal de mi pregunta. ¿En qué sentido Jesús murió por nosotros?¿Puede aclararme bien este hermoso concepto?
Le pido que me recuerde en sus oraciones.


Respuesta del sacerdote

Querido Antonio,
1. te presento el significado de la muerte de Jesús con las palabras de un académico de Francia, Jean Guitton.
Las escribió en un libro llamado Mi pequeño catecismo. Subtitulado: Diálogo con un niño.
Presenta el significado de la muerte de Jesús en términos muy sencillos.
He aquí lo que escribe:

2. “Para explicarte la muerte de Jesús por nuestros pecados te leeré (y tú lo aprenderás) una página de un profeta, que no obstante viviera quinientos años antes que Jesús, vio por adelantado lo que habría ocurrido.
Isaías describe a un personaje al que llama el siervo o el servidor de Dios «mi siervo justo». Todos somos servidores de Dios. Pero aquel que él anuncia era un siervo extraordinario.
«El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos.
Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros.
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.
Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte?
Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca.
Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.» (Isaías, capítulo 53).

No se si has comprendido bien esta página, pero ahora haré una comparación. Supongamos que un hombre ofrezca su propia vida para salvar a otros hombres: por ejemplo un soldado en la guerra. Los enemigos invaden el país. Entonces los soldados corren el riesgo de morir para salvar a mujeres, niños y a todo el pueblo. A esto se le llama morir por la patria y este noble gesto es considerado una gloria muy grande.
De la misma manera, ocurre que un médico muera por salvar a sus enfermos, o bien que un científico exponga su propia vida para descubrir algo que beneficiará a toda la humanidad. Los cosmonautas que fueron a la Luna pusieron en riesgo su vida. Y podríamos seguir proponiendo nuevos ejemplos. Hace poco, un piloto, aprehendido entre los rehenes, sacrificó su vida para salvar a los pasajeros de un avión. En tu corazón puedes sentir la belleza de estas acciones, y así puedes comprender las palabras de Jesús: «Nadie tiene un amor más grande que este: dar la vida por sus amigos». Durante la última guerra un sacerdote polaco llamado Kolbe fue prisionero en un campo de exterminio. Habiendo huido un preso, los nazis habían designado a diez de ellos para que fueran a morir de hambre en la celda. Sabiendo que uno de los escogidos era un padre de familia, el sacerdote Kolbe, discípulo de San Francisco, se ofreció en su lugar, muriendo de hambre en la prisión, después de muchos días en 1942. 
Todos estos ejemplos demuestran que en el hombre hay un profundo deseo de pureza, de justicia y de rescate, y puede que ocurra que un hombre se entregue al sufrimiento para evitar el sufrimiento y la muerte de otros. A esto se le llama sacrificio. En tu corazón puedes darte cuenta de que no hay nada más hermoso que sacrificarse así por los demás. Una madre se sacrifica por su hijo”.                                                                                                                                

3. Llegado a este punto Jean Guitton se imagina que el niño le pregunte: “¿Cómo puede ser que la muerte de Jesús haya borrado el pecado de los hombres?” Le responde así: “Si lograré hacerte entender esto, habremos llegado al corazón del cristianismo. Tú te persignas con la señal de la cruz tocando la frente y las espaldas. Este es el signo del cristiano: al pronunciar las palabras «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», recuerdas al mismo tiempo la muerte de Jesús en el patíbulo de la cruz, que es el patíbulo de la Redención. Luego, con las palabras y con el gesto, tú proclamas el cristianismo: justamente para proclamar esta fe una multitud de mártires murieron en el arco de dos mil años.
Como el servidor de Dios de quien te hablé recién, leyéndote un texto del profeta Isaías, Jesús quiso tomar sobre sí el castigo que nos pertenecía, para podernos liberar en vistas de la felicidad eterna.
Haré una comparación: imagino que algunos pájaros quieren volar hacia el cielo. Pero entre la tierra y el cielo hay una red, semejante a la que usan los pescadores para capturar a los peces; la red es muy tupida, así que los pájaros no pudiendo atravesarla, caen a tierra. Noto a un pájaro más intrépido, más fuerte que los demás, que logra atravesar la red, a precio de su propia sangre, y queda herido. Es entonces que los demás pájaros logran cruzar la red a través del orificio que hizo y vuela con él hacia el cielo. Esta imagen representa lo que los cristianos creen de Jesús. Saben que ellos, a causa del pecado original de Adán y de los propios pecados personales, no son capaces de subir hacia la plenitud de la luz. Pero Jesús, que es hombre y Dios, se sacrifica. Derrama su sangre y muere, va más allá de la red, la abre y todos los demás pueden subir hacia la luz, siguiéndolo. Todo esto ocurre, pero no fácilmente. Es preciso que Jesús sea ultrajado, desfigurado, insultado, despreciado y derrame toda su sangre. Esto es la Redención”.

4. Con otras palabras, el Catecismo de la Iglesia Católica expone el mismo concepto:
Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos consigo. Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor, ofrece su vida a su Padre por medio del Espíritu Santo, para reparar nuestra desobediencia” (CCC 614).

5. “Jesús reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia
«Como […] por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos»  (Rm 5, 19). Por su obediencia hasta la muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que «se dio a sí mismo en expiación»«cuando llevó el pecado de muchos», a quienes «justificará y cuyas culpas soportará» (Is 53, 10-12). Jesús repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados”(CCC 615).

6. “En la cruz Jesús consuma su sacrificio
El «amor hasta el extremo»(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). «El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron»(2 Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos” (CCC 616).

7. Ya ves que tu pregunta es simple, pero no banal.
Es una pregunta a la debemos volvernos muy seguido para recordar el significado de nuestra vida y de la redención.

Con el deseo que en ti, esta redención ocurra de la manera más amplia y fructífera posible te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo