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Pregunta
Buenas tardes,
Le escribo para proponerle una simple pregunta: Por qué es tan importante la resurrección de Jesús para nuestra fe y por qué es importante que se trate de un hecho real y no de una metáfora? Le pido disculpas si la pregunta es tan básica, pero me encantaría poder contar con una respuesta clara y profunda.
Le envío cordiales saludos.
M.F.

Respuesta del sacerdote

Muy querido,
1. San Pablo dice: “Y si Cristo no resucitó, ustedes no pueden esperar nada de su fe y siguen con sus pecados. Y también los que entraron en el descanso junto a Cristo están perdidos. Y si sólo para esta vida esperamos en Cristo, somos los más infelices de todos los hombres”(1 Cor 15,17-19).
Hay varias razones por las que la resurrección de Cristo es fundamental para nuestra fe.

2. El primer motivo: Cristo cumplió muchos milagros que confirmaron su divinidad. Pero el de la fe es el más poderoso de todos.

3. Con sus milagros Cristo manifestò un poder absoluto:
sobre la naturaleza (manda al viento y al mar y estos le obedecen),
sobre la materia (convierte el agua en vino y multiplica panes y peces),
sobre las enfermedades que desaparecen con un acto de su voluntad, con una palabra o el roce de su mano,
sobre los demonios que están obligados a obedecer y a marcharse,
sobre la muerte, porque con una palabra suya hizo salir de la tumba a un hombre que allí yacía sepultado desde hacía cuatro días.

4. Sin lugar a dudas el hecho más importante que sostiene su divinidad ha sido su propia resurrección.
Los diferentes milagros que cumplió, fueron como una premisa para que los hombres pudieran acoger una verdad aún más grande: “Yo mismo doy mi vida y la volveré a tomar. Nadie ha podido quitarme la vida, sino que Yo mismo la voy a entregar. Tengo el poder para entregarla y el poder de recobrarla” (Jn 10,17-18).
Es por su divino poder que Jesús volvió en vida.
Por lo tanto, dando una prueba tan clara de su divinidad, nosotros bien sabemos a quien seguimos y podemos decir con san Pablo: “Sé en quien puse mi confianza”(“scio cui credidi”, 2 Tm 1,12).

5. El segundo motivo: Jesús no resucitó de entre los muertos para volver a la vida corruptible, sino  para una vida gloriosa e incorruptible.
En otras palabras, resucitando entre los muertos no volvió hacia atrás, como ocurrió con Lázaro, sino que se proyectó hacia adelante. Entró con su humanidad en la vida de Dios. De esta manera venció a la muerte, puesto que abrió una brecha en su interior. La muerte ha dejado de ser la última palabra sobre el hombre y sobre su vida.
Por eso san Pablo dice: “Cristo resucitado de entre los muertos no muere más, y que la muerte en adelante nada podrá contra él” (Rm 6,9).
Y justamente porque con su resurrección venció a la muerte y abrió el Paraíso pudo dar al hombre el objetivo de ir donde él está ahora: “Yo quiero que allí donde estoy yo, estén también conmigo” (Jn 17, 24).
Sin la resurrección de Cristo careceríamos de meta.
De hecho nadie después de su propia muerte tiene derecho de entrar en intimidad con Dios, ser su confidente y amigo.
Pero Cristo nos lo ha merecido con su pasión y muerte. Y nos abrió el pasaje con su resurrección. 

6. El tercer motivo: muriendo y resucitando Cristo cumplió con las antiguas profecías según las que el Mesías debía morir por nuestros pecados.
En Isaías leemos: “Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban y nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado.
Ha sido tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.”(Is 53,4-5).
Debía resucitar según había sido predecido por el signo de Jonás: “Solamente se le dará el signo de Jonás.
Porque del mismo modo que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de un gran pez, así el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.”(Mt 12,39-40).

7. San Pedro en su discurso de Pentecostés, lee la resurrección del Señor como la promesa hecha a David.
Aplica a Cristo las palabras del Salmo: “No abandonarás mi alma en el lugar de los muertos ni permitirás que tu servidor sufra la corrupción” (He 2, 27).
Por lo tanto, si Jesús no hubiera resucitado no habría sido el verdadero Mesías, que según la Escrituras debía resucitar.
Y si no es el verdadero Mesías, tampoco es aquel que debía expiar nuestros pecados. Por lo tanto los pecados todavía tendrían que ser expiados y perdonados.

8. Un último motivo: con su resurrección Cristo orienta también nuestra conducta porque con la muerte de todos modos no iríamos al Paraíso.
Es necesario estar habilitados para entrar.
Y esto se da muriendo al pecado y viviendo una vida nueva según los sentimientos de Cristo.
Dice San Pablo: “Igual que Cristo, que fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del Padre, asimismo nosotros vivamos una vida nueva. (Rm 6,4).
Además: “Nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado,y así dejarámos de ser esclavos del pecado” (Rm 6, 6).

9. Es evidente, que el reto es tremendamente alto, y hablar de metáforas equivale a vaciar completamente la fe.
Los Apóstoles han viajado por el mundo, se sometieron a toda una serie de inseguridades humanas y derramaron su sangre no precisamente por unas metáforas, sino por hechos reales, de los cuales fueron testigos.
El evangelista san Lucas dice desde el comienzo de su Evangelio que “también yo he decidido investigar hasta el origen de esta historia” (Lc 1,3), sobre “las cosas que pasaron entre nosotros” (Lc 1,1), y no acerca de metáforas.
Es decir: testigos oculares no de metáforas, sino de acontecimientos.

10. Habría algo más que agregar acerca del estilo narrativo de los Evangelios.
Si se hubiera tratado de metáforas, los Evangelios habrían tenido que explayarse en elaboraciones llenas de fantasía, como lo exige el género literario de la metáfora.
Mientras nadie puede contradecir lo que nota la Biblia de Jerusalén en la introducción a los Evangelios sinópticos: “Los redactores evangélicos que después de ellos consignaron y reunieron sus testimonios lo hicieron con el mismo afán de honesta objetividad que respeta las fuentes, como bien lo demuestran la simplicidad y el arcaísmo de sus composiciones, en las que tan poco lugar se concede a elaboraciones teológicas posteriores. En comparación con algunos evangelios apócrifos que tanto abundan en creaciones legendarias e inverosímiles, son más bien parcos”.
SÍ, hacia el final de los Evangelios se puede estar de acuerdo con San Lucas acerca de su meticulosa investigación y del carácter histórico de los hechos que quiso narrar.
Nada hace pensar en lo contrario.
Solo una mentalidad llena de prejuicios puede pensar que se trate de metáforas, inventadas por quien sabe quien y con qué intereses, que por otro lado habría que documentar.

Te agradezco por esta pregunta, expresada con sencillez, pero de importancia primordial.
Te deseo todo bien, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo