Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español Alemán

Pregunta

Éstas son algunas de las últimas cartas que el padre Angelo ha recibido sobre este tema.

Buenas tardes Padre Angelo,

Quisiera preguntarle: ¿cómo debemos acercarnos a la Sagrada Eucaristía? Hoy durante la confesión el sacerdote me dijo que la comunión se toma en la mano y que durante la última cena Jesús no indica como se debe comulgar. Hacía más de 3 meses que no comulgaba sacramentalmente y al final cedí y la tomé en la mano porque sentía el deseo de hacerlo. ¿Qué me recomienda al respecto? ¿Qué debo hacer? Gracias de antemano por su atención. 

Padre, la paz sea con Usted,

en este momento difícil para todos donde hemos sufrido por esta emergencia quisiera ponerle una pregunta; soy un fiel practicante

Con estos protocolos estoy sufriendo mucho para asistir a la Misa.

Lo que más me duele es la imposición de recibir la comunión en la mano.

No lo puedo hacer, de hecho, tengo el derecho de alabar, servir y amar al Señor como mi conciencia me dice.

Pero algunos sacerdotes explican que es una desobediencia.

Cada domingo estoy participando a la Eucaristía por honrar el precepto, pero desde hoy tomaré la comunión espiritual.

Me gustaría tener unas palabras de su parte, como dominicano.

Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros. 

Estimado Don Angelo

en estos tiempos caracterizados por el Coronavirus parece que muchos -desde los políticos hasta los eclesiásticos- consideran el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo como portador de la infección y no como la salvación.

A estas alturas es prácticamente imposible encontrar un sacerdote que distribuya la Eucaristía en la boca, sino siempre y sólo en la mano, como si las manos de los fieles, que a lo mejor han tocado el banco de la iglesia, pudieran estar más limpias que las del sacerdote que, antes de comenzar la celebración, se las lavó.

En cualquier caso, quería entender cómo debemos comportarnos en estos casos, dado que el Cuerpo de Cristo sólo debe ser tocado por una persona consagrada:

1) No comulgar.

2) aceptar de recibirlo en la mano

3) Poner un pequeño pañuelo en la palma de la mano izquierda donde el sacerdote coloca la Hostia consagrada, luego llevar la Hostia directamente a la boca (sin tomarla con la mano).

4) ¿Otras soluciones?

Además, después de haber utilizado el pañuelo -que debe usarse sólo para la Comunión-, ¿cómo debe tratarse en caso de ser lavado?

Le doy las gracias y le saludo muy cordialmente.

Claudia 

Buen domingo, Padre Angelo,

Quería preguntar algo: tengo un conocido católico fundamentalista que dice que las misas que se celebran en italiano no son válidas. Sólo la misa con el rito latino es válida (según la Tradición). Ahora bien, esta es la razón por la que nunca voy a misa… porque no hay sacerdotes en mi zona que celebren la misa en latín. Tendría que mudarme a otra zona… pero como no tengo coche, es un poco difícil. 

Este conocido mío afirma que en la liturgia en italiano se cambian algunas palabras y por lo tanto no es válida, y que, además, ¡tomar la comunión de un sacerdote que celebra la misa en italiano es un sacrilegio!

¿Son estas cosas realmente ciertas? 


Respuesta del sacerdote

Queridos hermanos,

1. Aprovecho la oportunidad de vuestras cartas para dar una respuesta a las diversas personas que me piden consejo sobre cómo comportarse en estos momentos difíciles a causa del coronavirus.

Algunos me dicen que en lugar de recibir la Sagrada Comunión en la mano prefieren sólo la comunión espiritual.

Otros dicen que recibir la Sagrada Comunión en la mano sería un sacrilegio y citan el testimonio de Santo Tomás.

Otros más dicen que si se participa en la misa celebrada en el idioma local, la misa no sería válida, y, por lo tanto, al no tener la posibilidad de participar en la Santa Misa en latín (en el llamado vetus ordo), han decidido dejar de participar a la Santa misa también.

Por último, otros dicen que los sacerdotes que celebran la misa según el rito antiguo (vetus ordo) en lugar de dar la comunión en la mano como estaría prescrito (pero esto no es cierto, como explicaré enseguida) piden a los fieles que se limiten a la Comunión espiritual.

2. En primer lugar, comenzaré con las disposiciones del protocolo gobierno-CEI, que no establece que la Santa Comunión deba darse en la mano.

Este es el texto: 3.4. La distribución de la Comunión debe tener lugar después de que el celebrante y el ministro extraordinario, si lo hay, hayan cuidado la higiene de sus manos y se hayan puesto guantes desechables; deben procurar ofrecer la hostia sin entrar en contacto con las manos de los fieles, usando una mascarilla, teniendo mucho cuidado de cubrirse la nariz y la boca y manteniendo una distancia de seguridad adecuada.

3. Es posible que en algunas diócesis los obispos hayan tomado medidas más restrictivas. Tienen la autoridad para hacerlo. Pero en sí mismo no se puede recurrir al protocolo gobierno-CEI para decir que así se estableció.

Así que los fieles, si no hay más restricciones transmitidas por su propio obispo, tienen derecho a recibir la Santa Comunión directamente en la boca.

4. Respecto a los que temen hacer un sacrilegio al recibir la Sagrada Comunión en la mano, hay que preguntarse si los Obispos están poniendo a los fieles en situación de incurrir en un sacrilegio.

Es absurdo pensarlo.

Como mínimo, habría que tener un poco de humildad.

Además, no debemos olvidar que con el bautismo fuimos ungidos con el sagrado crisma, signo de nuestra consagración, y que, en los primeros siglos de la Iglesia, en un clima de persecución, los cristianos llevaban la Sagrada Comunión a quienes les era impedido acudir.

Piénsese en el caso de San Tarcisio que, siendo aún adolescente y, por tanto, sin ser sacerdote ni diácono, sufrió el martirio el 15 de agosto del 257 mientras llevaba la Eucaristía a los cristianos en la cárcel.

5. Es cierto que Santo Tomás dice que es responsabilidad del sacerdote distribuir la Sagrada Comunión, por tres razones:

«Primero, porque el consagra en la persona de Cristo.Ahora bien, Cristo, así como consagró su propio cuerpo por sí mismo, por sí mismo lo distribuyó a los demás. Por lo tanto, así como al sacerdote le corresponde la consagración del cuerpo de Cristo, también le corresponde distribuirlo.

En segundo lugar, porque el sacerdote es un intermediario entre Dios y el pueblo. Por lo tanto, así como le corresponde ofrecer a Dios los dones del pueblo, también le corresponde dar al pueblo los dones sagrados de Dios.

En tercer lugar, porque por respeto a este sacramento no se toca nada que no esté consagrado: y por eso el corporal, el cáliz y también las manos del sacerdote están consagrados para tocar este sacramento.” (Suma teológica, III, 82, 3).

6. No obstante, también es cierto que Santo Tomás concluye con las siguientes palabras: «A nadie más le está permitido tocarla, salvo en caso de necesidad: si, por ejemplo, estuviera a punto de caerse al suelo, o en otros casos similares» (Ib.). 

Esto significa que las razones que aportó son de gran conveniencia, pero no son verdades de fe (dogma), porque nadie en ningún caso puede ser dispensado de las verdades de fe.

7. En cuanto a abstenerse de la comunión sacramental, prefiriendo tomar sólo la comunión espiritual en lugar de tomar la partícula sagrada en la mano, hay que decir que los cálculos son equivocados porque “la comunión sacramental produce el efecto del sacramento más perfecto que el solo deseo, como hemos señalado anteriormente con respecto al bautismo», según Santo Tomás (Suma teológica, III, 80, 1, ad 3).
En cuanto al bautismo espiritual o bautismo de deseo, recuerda lo que ocurrió entre el bautismo de deseo de Cornelio y el bautismo sacramental: «antes del bautismo, Cornelio y otros en circunstancias similares alcanzaron la gracia y la virtud mediante la fe cristiana y el deseo implícito o explícito del bautismo; en el bautismo, sin embargo, alcanzaron una mayor cantidad de gracia y virtud” (III, 69,4,ad 2). En esta última ocasión, mientras Pedro, que entonces era el ministro del bautismo, hablaba, «el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra” (Hch 10,44).

8. La comunión espiritual es una comunión de deseos: «pero un deseo sería vano si no fuera satisfecho cuando la oportunidad lo permita. Por tanto, es evidente que el hombre está obligado a recibir este sacramento no sólo por la ley de la Iglesia, sino también por el precepto del Señor: “Haced esto en memoria de mí.” (Lc 22,19; 1 Cor 11,24).
La ley de la Iglesia se limita a determinar los tiempos en los que debe cumplirse el precepto de Cristo” (Suma teológica, III, 80, 11)” Es auténtico humilde -dice San Gregorio- quien no se obstina en rechazar lo que está útilmente mandado«. Por lo tanto, no sería una humildad digna de alabanza, si alguien, en contra del precepto de Cristo y de la Iglesia, se abstuviera por completo a comulgar.” (Ib., a 1).

9. Lo mismo dice el Concilio de Trento: «El santo concilio quiere que en cada misa los fieles presentes se comuniquen no sólo espiritualmente, con el deseo interior, sino también sacramentalmente, mediante la recepción de la Santa Eucaristía, que les aportaría más abundantemente los frutos de este sacrificio” (DS 1747).

10. Por último, la validez de la celebración eucarística no depende de la lengua en la que se celebre, porque entonces ni siquiera Cristo habría instituido la Eucaristía sin utilizar las palabras latinas. En verdad, ni siquiera utilizó las griegas que aparecen en los Evangelios y en San Pablo, sino las arameas. Incluso cuando la misa se celebraba sólo según el vetus ordo, los católicos orientales seguían utilizando la lengua griega. La validez de la celebración de la misa depende de la presencia del pan y del vino y de las palabras consagratorias pronunciadas por el sacerdote. El abstenerse de participar en la Eucaristía simplemente porque no se hace en latín o no se utiliza el vetus ordo es como decir que una obra de arte pierde todo su valor si no tiene aquel marco particular.

Pero aquí hay una realidad infinitamente mayor y más meritoria.

Los sacerdotes que celebrando con el Vetus Ordo, ante la imposibilidad de dar la Comunión en la boca, piden dar sólo la Comunión espiritual, privan a los fieles de un gran fruto.

Esta no es caridad.

Los ritos están en el orden de los medios. La Eucaristía, en cambio, es el fin de la vida cristiana porque contiene a Cristo mismo.

11. Además, no me parece coherente utilizar un pañuelo si las manos están higienizadas tanto por el sacerdote como por los fieles, por no hablar de la posibilidad de los fragmentos que son visibles y consumibles en la palma de la mano, mientras que en el pañuelo están más expuestos a la profanación, incluso si el pañuelo se quema.

12. Por último, no debemos olvidar las palabras del Señor que no deben entenderse sólo espiritualmente: “En verdad, os digo: Os aseguro que, si no coméis el cuerpo del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida.  El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí.” (Gv 6,53-57).

Santa Catalina de Siena no se contentaba con la comunión espiritual, que ciertamente estaba siempre presente en su vida, sino que acercándose a su confesor pidiéndole permiso para hacer la comunión sacramental (en aquella época se necesitaba permiso para hacerla a menudo) le decía: «¡Padre, tengo hambre! Por el amor de Dios alimente mi alma». (Beato Raimundo de Capua, Santa Catalina de Siena, 315).

Con la esperanza de que si no es posible recibirla en la boca nadie se abstenga de comulgar antes que recibirla en la mano porque se perderían muchos bienes aseguro mi oración.
Padre Angelo