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Pregunta

Querido Padre Angelo,

Soy G., un chico de 22 años del que escribí hace tiempo por otras cuestiones. Voy a la pregunta:

soy estudiante de medicina y estoy haciendo prácticas en un departamento de anatomía patológica.

Sin que yo lo esperara, hoy un profesor nos ha hecho presenciar la autopsia de un bebé abortado en el segundo trimestre de gestación por síndrome de Down. Para mí este acto de supresión de la vida es algo abominable y me ha surgido la duda de que al presenciar tal autopsia de este cuerpo tratando no de forma digna de un ser humano y además destinado a ser eliminado de forma atroz he cooperado con esta acción malvada al no oponerme a ella.

Temo haber ofendido a Cristo pecando mortalmente.

Le agradezco su disposición y este servicio tan importante en mi vida.

Por favor, rece por mí y yo también rezaré por usted.

Saludos en Cristo 


Respuesta del sacerdote

Querido,

1. Desde un punto de vista subjetivo no has cometido ningún pecado mortal, porque te has enfrentado a un hecho consumado.

Las perplejidades se manifestaron sobre la marcha.

2. En primer lugar, hay que señalar que es indigno suprimir, es decir, matar a un ser humano porque tiene síndrome de Down.

No hay diferencia en cuanto a la dignidad de la persona entre estar dentro del vientre de su madre o fuera, entre estar sano o afligido por alguna anomalía.

3. Matar a un niño y luego convertirlo en objeto de una autopsia da la impresión de que se trabaja con material de desecho y no con un ser humano inocente que ha sido bárbaramente asesinado.

4. Aunque la autopsia en cadáveres e incluso en fetos abortados espontáneamente es lícita, aquí hay algo nuevo: el hospital se ha prestado al asesinato de ese niño y ahora quiere ganar algo con ese crimen, porque ciertamente cualquier conocimiento nuevo es bueno.

Sin embargo, el sentido común -sin importar un posible código deontológico- advierte que por el delito cometido se debería renunciar a la autopsia, al menos como forma de respeto al asesinado y de reparación del grave delito cometido.

Todos los abortos voluntarios son horribles. Y más aún cuando se trata de un niño culpable (?) de síndrome de Down.

Todos deberían sentirse humillados por lo que se ha hecho.

El cuerpo de ese niño – juzgado como material de desecho – debería haber sido tratado con piedad al menos en la muerte, ya que no fue tratado con piedad cuando estaba vivo.

5. El Magisterio de la Iglesia recuerda que «los cadáveres de embriones o fetos humanos, abortados voluntariamente o no, deben ser respetados como los restos de otros seres humanos» (Donum Vitae, I,4).

Lamento tener que constatar una falta de humanidad tan grande.

A decir verdad, no hay que sorprenderse de esta falta de humanidad, porque una falta de humanidad mayor se había cometido aguas arriba con el asesinato del niño.

6. En cambio, cuando el acto está hecho, tú deberías haber advertido al profesor que le molestaba esa autopsia y que la juzgaba como una inflicción más en la carne, aunque ya muerta, de un inocente asesinado.

E incluso en el caso de que la ley humana no se oponga a ello, sin embargo su sentido de la humanidad y probablemente el de otros estudiantes debería haber sido respetado.

Así que lo correcto hubiera sido al menos avisar con antelación de lo que se iba a hacer y no enfrentar a nadie con hechos consumados o peor aún obligarle a asistir a esa autopsia.

7. Te respondo cuando es casi la víspera de la Navidad (2019), que es por excelencia la fiesta de la vida.

No creo que haya sido casualidad que su correo electrónico me haya llegado hoy.

Junto a la alegría por el nacimiento del Señor hay todavía muchos que siguen perpetuando el crimen de Herodes.

Nuestra alegría no puede ser plena cuando sabemos que en el mundo la mano de Herodes -quizá en casa- sigue haciendo estragos como si nada.

Te deseo una Santa Navidad.

Con mucho gusto te recuerdo al Señor y te agradezco mucho las oraciones que me has asegurado. Me importa mucho.

Te bendigo y te deseo todo el bien para tu futuro.

Padre Angelo

Traducido por Letizia De Carlonis