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Pregunta
Hola,
Soy un chico de 20 años y me han impresionado sus respuestas y su dedicación y lo felicito.
Tengo varias preguntas que hacer, pero primero quiero preguntarle sobre algo que me preocupa en este momento… Llevo varios meses acercándome a la fe cristiana y trato de no cometer pecados, pero no siempre es fácil, pero usted lo sabe. Informándome sobre los tipos de pecados, etc., aprendí que para cometer pecado tiene que haber conciencia y voluntad de lo que se hace. Me siento aliviado porque sé que no he pecado todos estos años atrás, pero ahora es diferente… entonces me pregunto (quizás con algo de envidia), ¿no sería mejor permanecer ignorante para no pecar? ¿Me comprometo y tengo que hacer algunas renuncias y entonces soy más pecador que las personas que no pensaron en absoluto en la fe durante su juventud?
La idea del infierno me asusta, pero tal y como lo veo ahora nunca podré evitar cometer pecados… y sí, sé que a través de la confesión seré perdonado, pero hay muchas dudas que me atormentan, por ejemplo, pienso que cometeré pecados (que creo que no podré resistir) y para tranquilizarme pienso que serán perdonados si me arrepiento (lo cual sé que es erróneo). O pienso que si no recuerdo todos mis pecados no recibiré el perdón, etc. El caso es que cuanto más me acerco a la fe, más aprendo sobre cosas nuevas y no sé si son buenas para mí o no… Creo que vivir en la ignorancia me facilitaría las cosas, pero tengo miedo de que esto también sea un pecado (y entonces me alegro de vivir en la fe me siento mejor persona y me gustaría aumentar este sentimiento cada vez más).
Hay algunos pecados que estoy feliz de no cometer como la masturbación, la blasfemia y otras cosas que solía hacer y ahora me comprometo a no hacer, y en esto estoy feliz y sé que de cometerlos de nuevo me arrepentiré de verdad y me comprometeré de nuevo a mantenerme alejado de ellos. Pero luego pienso por ejemplo en tener relaciones sexuales con una chica que realmente me gusta y me interesa antes del matrimonio… sé que está mal… pero ahora ya sé que no voy a poder resistirme, tanto por mi voluntad como por la suya… quizás sea una buena chica pero vive en esta IGNORANCIA y distancia de la fe por el momento (y estoy bastante seguro de que no puedo convencerla de que no se deben tener relaciones prematrimoniales) y esta idea de ser consciente de que puedo pecar en el futuro me atormenta y no sé cómo mejorar la situación.
Muchas gracias por su ayuda de antemano.
Respuesta del sacerdote
Querido,
1. es cierto lo que has dicho, a saber, que para cometer un pecado es necesaria la plena conciencia de la mente y el consentimiento deliberado de la voluntad. Sin embargo, si uno comete acciones que objetivamente son pecados graves, pero no sabe que lo son, los efectos negativos -aunque no le sean imputables como culpa y castigo- los sigue sufriendo. Beber veneno pensando que es un buen licor hace que uno muera igual. Del mismo modo, nuestros pecados no dañan a Dios, sino siempre sólo a quien los comete. Por eso dice la Sagrada Escritura: «El que peca, se daña a sí mismo» (Sir 19,4).
Juan Pablo II afirma que el pecado es siempre «un acto suicida» (Reconciliatio et Paenitentia 15). y de nuevo: «Como acto de la persona, el pecado tiene sus primeras y más importantes consecuencias en el pecador mismo: es decir, en la relación del pecador con Dios, que es el fundamento mismo de la vida humana; en su espíritu, debilitando su voluntad y oscureciendo su inteligencia» (RP 16), y así, ofendiendo gravemente a Dios, «termina por volverse contra el hombre mismo, con una oscura y poderosa fuerza de destrucción» (RP 17).
2. Ciñéndonos a un ejemplo al que te has referido, «la masturbación es un acto de puro egoísmo», como decía el padre Gasparino. Lo es y lo sigue siendo, aunque uno no sepa que es pecado.
3. Lo mismo ocurre con el precepto de santificar las fiestas: muchos no saben que no ir a Misa es un pecado grave. Pero no ir a Misa no puede dejar de tener efectos negativos en la propia vida: se priva de esa bendición que Dios prometió para ese día desde los albores de la creación: «Dios bendijo el séptimo día y lo consagró» (Gn 2,3). La bendición es una efusión de dones. Al mismo tiempo, los conserva. Además, al no ir a Misa se priva de la presencia de Jesús resucitado, que se hace presente de diversas maneras en la Iglesia allí reunida: en la santa asamblea, en el sacerdote, en la escucha de la Palabra y bajo las apariencias del pan y del vino. Ahora bien, su presencia es siempre una presencia que comunica gracia, paz, alegría y aleja de nosotros a los demonios. No ir a Misa es lo mismo que privarnos de estos bienes sobrenaturales y dejar la puerta abierta a nuestro adversario. Esto pasa, aunque uno no sepa que no santificar la fiesta constituye un pecado grave. En cualquier caso, se perjudica a sí mismo.
4. Lo mismo puede decirse de cualquier otro pecado, por el cual uno nunca obtiene ganancia alguna, mientras que pierde mucho y se expone a perderlo todo.
5. Pero hay una afirmación en tu correo electrónico, puesta casi de pasada, que es interesante. En un paréntesis das fe de esta hermosa experiencia: «(y entonces me siento feliz de vivir en la fe, me siento mejor persona y me gustaría aumentar cada vez más este sentimiento)». Vivir por la fe es lo mismo que empezar a poner los labios en esa realidad que será nuestra bienaventuranza eterna. Por eso la vida de fe, si es auténtica, es siempre beatificante y comunicadora de alegría y hace que uno sienta el deseo de aumentarla.
6. Pues bien, precisamente este deseo de aumentarla se convierte en la razón por la que el cristiano es optimista respecto a su futuro. Sabe que habrán tentaciones de pecado. Pero no considera estas tentaciones como si nfuera una persona vacía y carente de recursos. Si ha crecido en la fe, sabe que posee un recurso interior más fuerte que las propias tentaciones. Este recurso interior es la gracia, que es como un fuego que uno lleva dentro. Así se experimenta fácilmente hasta qué punto corresponde a la realidad la afirmación de Jesucristo: «En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
7. Por eso, en cuanto a tu futuro, si creces en la vida de fe, sentirás que el deseo de permanecer casto y unido a Dios será más fuerte y eficaz que la tentación contraria.
Para que esto se realice en tu vida, con gusto te acompaño en la oración y te bendigo.
Padre Ángel