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Estimado Padre Angelo,
siempre he creído en la infalibilidad del Papa, distinguiendo ésta de la impecabilidad, cuando enseña como maestro de todos los cristianos, de forma solemne, es decir ex cathedra, como maestro universal, en lo que se refiere a asuntos que tocan la fe y las tradiciones.
Llego a la pregunta, ¿se tiene que considerarlo enseñanza universal cuando habla en el Ángelus (sobre la fe y las tradiciones)? ¿Cuando da entrevistas (y habla de la fe y las tradiciones)? ¿Cuando publica libros (y habla sobre la fe y las tradiciones)? ¿Cuando escribe encíclicas (y habla de fe y las tradiciones)?
Le doy las gracias y le pido luz y oraciones.
Querido,
1. el propio Magisterio nos recuerda qué tipo de obsequio debemos tener con las diversas declaraciones de nuestros maestros y pastores.
Omito la enseñanza de los obispos porque no es el tema de su correo electrónico.
Y también omito el magisterio del papa junto con los demás obispos, porque eso también está fuera del ámbito de tu pregunta.
En cambio, usted pregunta en qué consideración debemos tomar los diversos pronunciamientos del Papa en su magisterio ya que se expresa de diferentes maneras.
2. Pues bien, la forma más solemne en la que se expresa es la ex cathedra.
En este caso habla como maestro supremo dentro de la Iglesia.
Cuando adopta esta forma, debe decirlo de tal manera que todos los fieles sepan que su pronunciamiento es la regla de nuestra fe.
Esta forma se utiliza en casos muy raros.
La última fue la utilizada por Pío XII cuando proclamó el 1 de noviembre de 1950 que la Virgen, al final de sus días, fue asunta al cielo en cuerpo y alma.
La penúltima se remonta a unos cien años antes, cuando el 8 de diciembre de 1854 Pío IX definió que la Virgen desde el primer instante de su concepción era inmune a todo pecado. En otras palabras, la proclamó Inmaculada.
3. Estas formas de Magisterio extraordinario se denominan Magisterio definitorio, por lo que quien no las acepta se pone fuera de la comunión de la Iglesia. En otras palabras, está excomulgado.
4. Hay otras formas de expresión del Papa que se llaman Magisterio auténtico.
No todas estas formas son vinculantes de la misma manera.
De hecho, la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II dice: «Pero este asentimiento religioso de la voluntad y de la inteligencia debe darse de manera especial al auténtico Magisterio del romano Pontífice, incluso cuando no habla «ex cathedra».
Esto implica que su Magisterio supremo sea acogido con reverencia, y que sus afirmaciones se adhieran con sinceridad según el pensamiento y en conformidad con la voluntad por él manifestada, lo que se deduce en particular del carácter de los documentos, o de la insistencia en proponer una determinada doctrina, o del modo de expresarse» (LG, 25).
5. Por eso, el propio Magisterio dice que las declaraciones individuales deben ser evaluadas teniendo en cuenta tanto lo que dice (en conformidad con el pensamiento) como la voluntad con la que se presenta a la atención de los fieles.
Y esto se deduce de tres criterios como dice Lumen Gentium:
– del carácter de los documentos,
– de la insistencia en proponer una determinada doctrina,
– de la forma de expresarse.
6. En primer lugar, por el carácter de los documentos.
Por poner un ejemplo: una entrevista no es un documento.
Una encíclica, en cambio, es un documento magisterial de gran relevancia.
Si a esto le añadimos que el Magisterio vuelve repetidamente sobre ella, puede llegar a ser irreformable de hecho, como por ejemplo en el caso de ciertas cuestiones relativas a la intimidad conyugal.
En este caso no se trata de un Magisterio definitorio, sino de un Magisterio definitivo.
La diferencia entre ambos no está en el grado de adhesión, porque la adhesión es siempre la misma, sino en el hecho de que las verdades del Magisterio definitorio están enraizadas en la Divina Revelación, mientras que el Magisterio definitivo no está directamente enraizado en ella.
Además, la no aceptación de la primera vía incurre en excomunión, mientras que la segunda no.
7. Además, el Consejo habla de insistir en proponer una determinada doctrina.
Ahora bien, una cosa es la doctrina y otra muy distinta las indicaciones pastorales, como algunas soluciones respecto al fenómeno de la migración.
En este caso hay que acoger con obsequio las indicaciones del Magisterio, distinguiendo el principio de la caridad fraterna, que es evidentemente incuestionable, de las soluciones prácticas a los problemas complejos para los que se puede aplicar el dicho de la Escritura: «Incertae sunt providentiae nostrae» (Sb 9,14). Lo que puede traducirse así: nuestras determinaciones no son seguras.
Pero incluso con respecto a estas indicaciones, aunque no tienen el crisma del magisterio definitorio ni el del definitivo, deben ser recibidas con respeto.
Así que se puede decir: las indicaciones del Papa sobre este punto no me convencen ni pretende presentarlas como infalibles, pero las respeto.
Y respetarlas significa, sin duda, al menos que no se contradigan.
8. Por último, hay que tener en cuenta la forma de expresarse del Papa.
Una cosa es que el Papa diga: «Por la autoridad que Cristo ha dado a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos… declaro que…», como hizo Juan Pablo II repetidamente en Evangelium vitae 62, y otra muy distinta que se exprese como lo ha hecho el Papa Francisco en Amoris laetitia: «Si se tiene en cuenta la innumerable variedad de situaciones concretas, como las que hemos mencionado anteriormente, es comprensible que no se espere del Sínodo o de esta Exhortación una nueva norma general de tipo canónico, aplicable a todos los casos. Todo lo que es posible es un nuevo estímulo a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debe reconocer que, dado que «el grado de responsabilidad no es el mismo en todos los casos», las consecuencias o efectos de una norma no tienen por qué ser siempre los mismos» (AL, 300).
También es fácil ver por la forma de escribir si un documento es de carácter doctrinal o de indicación pastoral.
9. Escribir libros no es -al menos por ahora- una forma de publicar los documentos del Papa.
Cuando Benedicto XVI publicó algunos libros durante su pontificado, puso el nombre de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI para decir que eran los pensamientos del Papa como teólogo privado.
No pretendía atar la fe de nadie.
10. He aquí, pues, los criterios aportados por el propio Magisterio que nos ayudan a no dar la misma importancia a los distintos documentos.
Esto es aún más cierto si no se trata de documentos, sino de palabras pronunciadas confidencialmente aquí y allá fuera de cualquier contexto de enseñanza.
Te agradezco la pregunta, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por Letizia De Carlonis