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¡Felicitaciones y que tengan una hermosa fiesta en el día de este Santo cohermano, querido Padre!
Paolo
Respuesta del sacerdote
Querido Paolo,
1. te agradezco mucho por este singular augurio en esta fecha (18 de febrero) en que recordamos al Beato Angélico.
El beato Angélico es para nosotros los dominicos, una de las más bellas expresiones de nuestro carisma, que consiste en contemplar y comunicar a los demás aquello que se está contemplando, según la conocida expresión de Santo Tomás: contemplari et contemplata aliis tradere.
2. El beato Angélico hizo justamente esto, tan es así que solía repetir: “Quien hace las cosas de Cristo, con Cristo debe estar”. Traspuso en sus obras lo que tenía en su corazón: la paz y la dulzura del paraíso. Esta paz y esta dulzura la obtenía permaneciendo con Jesús en la oración, en la contemplación de los eventos de su vida y en la imitación de todas sus virtudes.
Con razón el mejor elogio de nuestro beato lo hizo Miguel Ángel observando que “ese fraile no habría podido pintar esos rostros con esos colores, si antes no los hubiera contemplado en el paraíso”.
Pienso que también el beato Angélico habría podido decir las mismas cosas que dijo Santo Tomás, su gran cohermano, antes de morir, es decir que lo que había aprendido, lo había aprendido más que nada estando junto al Señor, que mediante los libros.
3. Me parece bien subrayar otro aspecto de nuestro beato, que en su época impresionó al gran Giorgio Vasari, pintor e histórico del arte, quien dijo: “Si hubiese querido habría podido vivir de forma muy holgada y llegar a ser rico gracias a su arte”. En vez prefirió vivir en el seguimiento de Cristo, el pobre por excelencia, persuadido de que la verdadera riqueza, la que nadie puede arrebatar es la interior y que constituye la prenda de la felicidad eterna prometida por el Señor.
También por este motivo, en vez de ingresar con los dominicos de Santa María Novella en Florencia, prefirió hacerlo en el más humilde convento de Fiesole.
Llamado por los Papas a pintar en el Vaticano, cuando oyó que le proponían ser arzobispo de Florencia, declinó en favor del prior de su convento San Antonino.
Esta humildad aparece como una segunda naturaleza en sus pinturas, especialmente en los rostros y en la actitud de los santos.
Me parece oportuno resaltar que también en esto el beato Angélico se parece en todo al Santo Padre Domingo que escogió la pobreza evangélica como instrumento de su predicación, renunciando a los arzobispados que le habían ofrecido.
De la misma manera es semejante a nuestro gran Santo Tomás de Aquino quien también renunció al obispado de Nápoles, que el mismo Papa en persona le había propuesto.
4. Entró en la Orden de los predicadores (dominicos) y más que con la boca predicó con el pincel.
Sus pinturas son sus predicaciones más hermosas que aún hoy en día hablan a muchas personas de diferentes continentes y religiones.
Se puede decir de él lo que la Sagrada Escritura dice de Abel “él continúa hablando, aún después de su muerte”(defunctus, adhuc loquitur, Hebr 11,4).
El beato Angélico, verdadero fraile predicador, sigue atrayendo a Cristo a través de la dulzura y la paz del paraíso a innumerables almas.
5. Entre ellas es hermoso recordar lo que le ocurrió a quien se convertiría en el padre Marie-Joseph Lagrange, pionero de los estudios bíblicos de nuestro tiempo, fundador de la École biblique de Jerusalén, y de quien está abierta la causa de beatificación.
Cuando niño, el día de su primera comunión, sintió la inspiración de ser sacerdote. Escribirá en sus recuerdos personales: “Estoy seguro de que sentí el llamado de Dios. Se lo confié a mi madre, … Ella escuchó emocionada mis palabras.
Por entonces pensaba solo en ser sacerdote, sin una vocación en particular: mi madre bendijo a Dios, sin embargo no pareció que diera demasiada importancia a la efusión piadosa de un nino” (b. Montagnes, Marie-Joseph Lagrange, p. 27).
Pero cuando el 25 de marzo de 1870, a los 15 años, con sus compañeros del secundario fue al Louvre de París y tuvo la gracia de contemplar una de las obras más bellas del beato Angélico, la coronación de la Virgen, robada por Napoleón, quedó impactado por la luminosa figura de Santo Domingo. En ese preciso instante sintió que su vocación estaba en la Orden dominica.
Escribirá en sus Recuerdos personales: “Desde que leí las conferencias de Notre Dame y la vida de Santo Domingo del padre Lacordaire, el ideal dominico dominó desde lo alto mi pensamiento.Yo me había ofrecido a Santo Domingo, más que por la lectura de su obra, por haber quedado seducido por la radiante imagen del Santo que figura en la coronación de la Virgen del beato Angélico de Fiesole.
No dudé en absoluto de la precisión de ese retrato, y en efecto, era el reflejo fiel de la visión llena de amor de un alma pura.
Mucho antes de entrar en su Orden, fui su hijo y le rezaba todos los días” (Padre Lagrange, Recuerdos personales). (Traducido por el traductor).
Esto puede decirse en cuanto a la predicación del Beato Angélico que todavía continúa en la actualidad.
6. El beato Angélico había sido bautizado con el nombre de Guido o Guidolino. Nació en Vicchio en el valle de Mugello en Toscana a finales del siglo XIV, en la misma localidad en la que poco más de un siglo antes había nacido Giotto.
Desde su adolescencia ejerció el arte de la pintura en Florencia.
Junto a su hermano Benedicto, también pintor, entró entre los dominicos de Fiesole, en un convento de nueva construcción, erigido por el beato Juan Dominici.
De este beato recibió el hábito religioso y también el nombre.
Posteriormente a pedido del entonces prior San Antonino, fue transferido al convento de San Marcos de Florencia. Allí decoró el claustro, el capítulo, las celdas y los pasillos.
El Papa Eugenio IV lo llamó a Roma y allí permaneció también por orden del gran mecenas el Papa Nicolás V.
Murió santamente el 18 de febrero de 1455 en el convento de Santa María en Minerva, donde está sepultado.
El título de Angélico le fue dado por voluntad popular, justamente porque transmitía la paz y dulzura del paraíso.
Te agradezco por haberme dado la posibilidad de decir dos palabras acerca de este ilustre cohermano.
Te bendigo y recuerdo en la oración.
padre Angelo