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Paz Padre,

¿Qué es el tomismo y por qué la Santa Ecclesia se refiere a este tipo de exégesis y no a otras anteriores?

Te agradezco de corazón por las respuestas y las publicaciones siempre satisfactorias que ya has dejado en el sitio Amici Domenicani.

Martín

Respuesta del sacerdote

Querido Martin,

1. La palabra tomismo deriva del latín Thomas, en español Tomás.

Nos referimos a Santo Tomás de Aquino que nació en 1225 y murió 49 años después, en 1274.

Habiendo ingresado en la Orden Dominicana alrededor de los 19 años cuando era estudiante en la Universidad de Nápoles, tuvo la oportunidad de tener como maestro a uno de sus grandes cofrades, San Alberto Magno.

Santo Tomás, sobre los hombros de aquel gigante, supo implementar una visión orgánica de la teología. Lo hizo sobre todo con una obra que resume sus conocimientos filosóficos y teológicos, preparada específicamente para estudiantes: se trata de la Suma Teológica.

Alguien la ha definido como una gran catedral de tres naves: parte de Dios y guía al hombre en su regreso a Dios.

2. Por tomismo entendemos ante todo la doctrina de Santo Tomás, su pensamiento admirable por su claridad, su profundidad y su certeza.

El estilo de Santo Tomás, lejos de la verbosidad y la introversión, es breve, lúcido y convincente.

Sus declaraciones son luminosas y parecen abrir vías de reflexión siempre nuevas.

3. Durante el Concilio de Trento, cuando la Iglesia dio la respuesta a los errores de Lutero, en el presbiterio se tuvieron dos ambones, en uno de los cuales estaba la Sagrada Escritura y en el otro la Suma Teológica de Santo Tomás.

Al definir la doctrina en los puntos más intrincados, la voz recurrente era siempre la misma: vamos a ver qué dice Santo Tomás. Y ahí estaba la respuesta.

¿Por qué la Suma Teológica de Santo Tomás?

Porque está bien fundada en la Sagrada Escritura y en la doctrina de los Padres de la Iglesia, tanto oriental como occidental, presentadas en síntesis, y penetra en ella de manera orgánica y sistemática a la luz de la razón refinada y aguda, especialmente con la ayuda del pensamiento de Aristóteles.

4. Cuando en el siglo XIX se encontraron ante el clima racionalista según el cual todo debía explicarse exclusivamente por la razón, el magisterio de la Iglesia volvió a proponer la doctrina de Santo Tomás, que supo conciliar espléndidamente los datos de la razón con los de la fe basándose en el hecho de que ​​fe y razón emanan de una misma fuente: Dios.

La fe y la razón tienen sus propios principios. Si sus datos se procesan con precisión, no podrán dejar de estar de acuerdo. Y por eso, más que excluirse, se refieren la una a la otra.

Aunque no es de Santo Tomás, la dicción fides quaerens intellectum (la fe busca la razonabilidad de lo que cree) e intellectus quaerens fidem (la razón llama a las puertas de la fe para tener más respuestas que por sí sola no puede alcanzar), sin embargo, en las obras de Santo Tomás encontró una de sus expresiones más completas.

5. En el siglo XX el magisterio de la Iglesia se refirió varias veces a la doctrina de Santo Tomás.

Lo hizo en particular bajo el pontificado de Pío XI con la Studiorum ducem, publicada en 1923 con motivo del 600 aniversario de la canonización de Santo Tomás.

En esta encíclica el Papa recuerda cómo Santo Tomás demostró que “si bien las cosas de la fe son arcanas y oscuras, sin embargo, las razones que llevan al hombre a la fe son claras y manifiestas, ya que “no creería si no viera que deben ser creídas” (Summa theologica, II-II, I, 4).

Por eso, así como un día se dijo a los egipcios, en su extrema necesidad de vivir: “Vayan a José” para que de él tuvieran trigo en abundancia para alimentar sus cuerpos, así ahora a todos los hambrientos de la verdad les decimos: “Id a Tomás” para tener de él, que tiene tanta abundancia, el pasto de la sana doctrina y el alimento de sus almas para la vida eterna.

Que tales alimentos están listos y al alcance de todos quedó atestiguado con la santidad del juramento a la hora de inscribir a Tomás en el catálogo de los Santos: “Muchos maestros religiosos y seglares florecieron en la escuela luminosa y abierta de este Doctor por su forma sucinta, fácil, y clara… e incluso laicos y hombres de poca inteligencia desean tener sus escritos”».

6. El santo Papa Pablo VI, en el 700° aniversario de la muerte de Santo Tomás, escribió en una carta dirigida al Maestro General de la Orden Dominicana: “También el Concilio Vaticano II ha recomendado a Santo Tomás, dos veces, a las escuelas católicas. En efecto, al tratar de la formación sacerdotal, afirmó: “Para explicar de la forma más completa posible los misterios de la salvación, aprendan los alumnos a profundizar en ellos y a descubrir su conexión, por medio de la especulación, bajo el magisterio de Santo Tomás”(Optatam totius, 16).

El mismo Concilio Ecuménico en la Declaración sobre la educación cristiana, al tiempo que exhorta a las escuelas superiores a cuidar de que, investigando cuidadosamente las nuevas cuestiones planteadas por la evolución de la época, comprendan más claramente cómo la fe y la razón se encuentran en una sola verdad, afirma inmediatamente que para ello es necesario seguir las huellas de los Doctores de la Iglesia, especialmente de Santo Tomás (Gravissimum educationis, 10).

Es, pues, la primera vez que un Concilio Ecuménico recomienda a un teólogo, y se trata de Santo Tomás. En cuanto a Nosotros, basta recordar, entre otras cosas, lo que una vez dijimos: «Los que tienen encomendada la función de enseñar… escuchen con reverencia la voz de los Doctores de la Iglesia, entre los que ocupa un lugar eminente Santo Tomás; en efecto, es tan poderoso el talento del Doctor Angélico, tan sincero su amor a la verdad y tan grande su sabiduría al indagar las verdades más elevadas, al explicarlas y relacionarlas con profunda coherencia, que su doctrina es instrumento eficacísimo, no sólo para poner a buen seguro los fundamentos de la fe, sino también para recabar de ella de modo útil y seguro frutos de sano progreso» (Discurso a los Superiores, Profesores y Estudiantes de la Pontificia Universidad Gregoriana, 12.3.1964)”.

7. El tomismo también se refiere a las diversas formas en que se elaboró ​​su pensamiento a lo largo de los siglos.

No podemos olvidar a los grandes teólogos dominicos del siglo XVI: Tommaso De Vio, conocido como Gaetano o Caietano, Francesco Silvestri también conocido como el Ferrarese, Francisco De Vitoria, Domingo Soto, Melchior Cano, Domingo Báñez…, precedidos en el siglo anterior por Giovanni Capreolo.

A partir de Aeterni Patris (1879) de León XIII, se desarrolló el llamado neoescolasticismo en el campo filosófico y teológico.

Para los teólogos, las figuras dominicanas más prestigiosas fueron las de Tommaso Zigliara, Réginald Garrigou Lagrange, Santiago Ramírez.

Los cursos de teología se llevaron a cabo teniendo como texto base la Suma Teológica de Santo Tomás, cuyos diversos artículos fueron comentados uno tras otro, profundizándolos y desarrollándolos.

Con el Concilio Vaticano II se inauguró una nueva fase que podría definirse como de inspiración tomista. Ya no se comentan los distintos artículos, pero a la luz de los grandes principios expuestos en la doctrina de Santo Tomás se elaboran los diversos tratados de teología dogmática, teología moral, teología espiritual e incluso la propia filosofía.

Estos principios dan solidez a los distintos tratamientos y, precisamente por ser de Santo Tomás, son una garantía segura.

8. Pablo VI en la carta Lumen Ecclesiae escribe: “El hecho de que la importancia concedida a su doctrina, lejos de suprimir la emulación en la búsqueda de la verdad, la estimula más bien y la guía con seguridad. Además, la Iglesia ha preferido la doctrina de Santo Tomás, proclamándola como propia, sin afirmar con ello que no sea lícito seguir otra escuela que tenga derecho de ciudadanía en la Iglesia, y la ha favorecido a causa de su experiencia multisecular. También en la actualidad el Angélico y el estudio de su doctrina constituyen, por ley, la base de la formación teológica de los que están llamados a la misión de confirmar y robustecer dignamente a los hermanos en la fe” 

(LE, 23).

9. Sigue siendo válido hoy lo que Juan XXII dijo a los cardenales durante la canonización de Santo Tomás, que tuvo lugar en Aviñón el 18 de julio de 1323: “Él iluminó a la Iglesia de Dios más que cualquier otro Doctor; y el que estudia sólo un año en sus libros obtiene mayor beneficio que el que sigue las enseñanzas de otros durante toda su vida.

Con la esperanza de que esto se aplique a ti y a muchos de nuestros otros visitantes, te bendigo y te recuerdo en oración.

Padre Angelo