Questo articolo è disponibile anche in:
Italiano
Inglés
Español
Portugués
haz click aqui para leer la primera parte de la respuesta
Querido Padre Angelo,
me llamo Gianluca y soy un muchacho de 18 años.
Alrededor de tres años atrás tuve una una crisis espiritual, en el sentido que no me hallaba en una religión para profesar.
Era como si hubiera estado entre el catolicismo, en el que fui bautizado, y el Islam. Me sentia atraído, por Jesús y también por los principios del Islam.
Por fin un día me puse a rezarle a Jesús y a María Santísima, a quienes había pedido que permanecieran cerca mío y me respondieran si el catolicismo fuese la verdadera religión de Dios, y luego de una semana vi una frase en un diario de la iglesia que decía “yo estaré siempre contigo” y pensé que fue Jesús quien me la dijo.
A partir de ese momento y de esto pasaron casi dos años, siento atracción hacia Jesús y por la orden dominica.
Descubrí la Orden al ver en una iglesia una imagen que me fascinó, de Santo Domingo.
Había visto también otras órdenes religiosas, como los franciscanos o los benedictinos, pero al final me fascina más la orden dominica.
Así que tomé informaciones y experimenté enseguida una atracción hacia la orden, porque hasta entonces no sabía a lo que Jesús me llamaba, si a la vocación regular o secular.
A partir de ese momento pienso que me está llamando para servirlo en la orden dominica.
Me gustan mucho los principios de la orden y la figura de Santo Domingo.
Pero por otra parte tengo miedo de perder las amistades, los contactos con la familia y las cosas materiales que poseo.
Espero que pueda ayudarme a discernir la vocación, comprender si puedo ingresar en la orden dominica y donde hacer el pre noviciado.
Gracias y que Dios lo bendiga.
Gianluca
Respuesta del sacerdote
Querido Gianluca,
1. retomo ahora la segunda parte de la respuesta.
Encaremos pues lo de tu llamada a seguir al Señor en la Orden dominica.
Me cuentas que descubriste la Orden dominica, cuando entrando en una iglesia viste la imagen de Santo Domingo.
No eres el primero que fue atraído hacia nuestra Orden contemplando una imagen de Santo Domingo.
Quien fundó la escuela bíblica de Jerusalén, y del que actualmente está abierta la causa de beatificación, padre Marie Joseph Lagrange, en su diario espiritual cuenta que la llamada al sacerdocio la advirtió el día de su primera comunión cuando tenía 11 años de edad.
Era un llamado genérico.
En cambio la llamada específica a ser dominico la sintió a los 15 años, el día de la anunciación (el 25 de marzo) cuando junto a sus compañeros de curso fueron al Louvre de París.
Mientras contemplaba la maravillosa pintura de la coronación de la Virgen del beato Angélico, sustraída por Napoleón y llevada a Francia, quedó fulgurado por la radiante imagen de Santo Domingo.
En ese momento sintió un fuerte y claro llamado del Señor a ser dominico, es más lo confirmó con un voto.
2. A ti, excluyendo el voto, te ha ocurrido algo semejante.
También tú, después de la respuesta que te dio el Señor: “Yo estaré siempre contigo”, estabas abierto al sacerdocio, pero no sabías específicamente: si al sacerdocio regular, es decir perteneciente a una orden religiosa o bien secular, es decir diocesano.
El Señor te esperaba ante una imagen para hablarte y hacerte sentir que tu vocación era la de Santo Domingo.
Me dices que quisiste informarte acerca de Santo Domingo y su obra y enseguida -de manera me atrevería a decir prodigiosa- sentiste claramente que tu llamada no era la de ser sacerdote en forma genérica, sino bien determinada: en la Orden de Santo Domingo.
3. A la luz de la crisis espiritual de la que me has hablado y que te llevó a seguir a Jesucristo, pienso que tú has sentido como específica misión la misma misión de Nuestro Señor, que vino para enseñar la verdad y llevar a los hombres la salvación.
Mientras otros institutos religiosos, suscitados en la Iglesia por el Espíritu Santo y por cierto beneméritos, tienen como misión particular algunas obras de caridad o de instrucción escolar dirigida a los jóvenes, la Orden de Santo Domingo tiene el mismo objetivo por el que se encarnó Nuestro Señor: la predicación de la verdad evangélica para la salvación de las almas.
4. Como San Pablo que se convirtió en la vía de Damasco y enseguida hizo propia la misión de Nuestro Senor tanto que luego dirá: “Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia” (1 Cor 1,17), así de algún modo ocurrió contigo también.
Pienso que en el secreto de tu vocación se encuentre escondido el deseo de ayudar a todos aquellos que experimentan crisis espirituales semejantes a la tuya y que te llevó a encontrar a Jesucristo.
Jesús, a diferencia de todos los que vivieron antes que nosotros, no es un difunto, no es un hombre del pasado.
Es el Viviente que está a nuestro lado, que nos precede, que nos sigue, nos habita interiormente mediante la gracia, que nos habla, nos sostiene, nos vivifica, nos santifica.
5. Si este es tu deseo secreto, no me sorprende para nada que sientas atracción por la Orden de Santo Domingo.
Dios mismo en una revelación privada, hablando de Santo Domingo y de la Orden Dominica con Santa Catalina de Siena, dijo que Santo Domingo “asumió como propio el oficio del Verbo, mi hijo unigénito” (Diálogo de la divina providencia, n.158).
Es más, Santa Catalina de Siena atestigua haber visto “como el Eterno Padre generaba de su boca al Verbo de Él coeterno, asimismo vio al beatísimo patriarca Domingo que salía del pecho del mismo Padre, rodeado de luz y esplendor y oyó una voz salir de la misma boca que decía: yo, dulcísima hijita, he generado estos dos hijos uno según la naturaleza, el otro adoptándolo amorosamente y dulcemente” (Beato Raimundo de Capua, Vida de Santa Catalina de Siena, n 204).
6. Como Santa Catalina quedó sorprendida ante la comparación tan grande de Santo Domingo, el mismo Padre Eterno le explicó las palabras que había dicho: “Como este Hijo generado naturalmente por mí desde la eternidad, habiendo asumido la naturaleza humana, fue obediente hasta la muerte; así mi hijo adoptivo Domingo, todo lo que hizo desde la infancia hasta el final de su vida lo hizo en obediencia a mis mandamientos.
Ni siquiera una vez transgredió alguno de mis preceptos, porque mantuvo intacta la virginidad del cuerpo y del alma y conservó la gracia del bautismo, de la que renació espiritualmente.
Como este Hijo natural, Verbo eterno de mi boca, predicó al mundo aquellas cosas mandadas por mí y dio testimonio de la Verdad, como Él se lo dijo a Pilato, así mi hijo adoptivo Domingo predicó la verdad y mis palabras al mundo: entre los herejes y entre los católicos y no sólo para sí mismo, sino también para los otros; no sólo mientras vivió, sino también por medio de sus sucesores, por los que sigue predicando y predicará todavía” (Ib., n. 205).
7. Es verdaderamente hermosa esta palabra del Padre Eterno por la que asegura que Santo Domingo sigue predicando y predicará todavía.
Es agradable pensar que predicará para ti, como lo ha hecho llamándote a la Orden. Seguirá predicándote personalmente para hacerte perseverar santamente en la Orden a la que has sido llamado.
Y seguirá predicando a través de ti porque te acompañará siempre, ya sea durante la preparación de la predicación, como en la misma predicación, y hasta en los efectos salvíficos de tu predicación.
8. Me da gusto recordar una vez más lo que el Padre Eterno en esa misma circunstancia prometió a Santa Catalina de Siena: “Para este fin, como mi don extraordinario, le ha sido dado a él y a sus frailes el comprender la verdad de mis palabras y el no alejarse nunca de la verdad” (Ib.).
No sé si Dios hubiera podido hacer una promesa más hermosa a Santo Domingo y a sus hijos.
Estoy contentísimo de que esta promesa quiera realizarla también en ti.
Es el anticipo de tu salvación eterna y de la salvación eterna de las personas que el Señor te hará encontrar.
9. En fin me confías un temor: “perder las amistades, los contactos con la familia y las cosas materiales que poseo”.
Te puedo asegurar que las amistades no las perderás. Es más, en Cristo, encontrás otras nuevas e infinitamente más hermosas.
Tampoco perderás el contacto con la familia porque la familia será siempre tuya. Mientras otros eventuales hermanos o hermanas casándose se marchan de casa y no podrán ya decir que la casa de origen es su casa, tú en cambio seguirás diciéndolo hasta el final. Volverás a esa casa que seguirás sintiendo tuya, como ningún otro. Lo sentirán tus padres y lo sentirás también tú.
Queda el problema de las realidades materiales que posees. Si te serán útiles para el estudio y el ministerio seguirás utilizándolas, si se trata de bienes indispensables para la propia formación y para el ejercicio del ministerio.
Si en cambio se trata de cosas fútiles, renunciar a ellas no se puede comparar con lo que en el día a día el Señor te irá comunicando: “Se sacian con la abundancia de tu casa, les das de beber del torrente de tus delicias” (Sal 36, 9).
10. Pasando al aspecto más práctico: ahora tienes 18 años, y en el próximo año escolar terminarás los estudios secundarios.
Ahora bien, en nuestra provincia religiosa que es la del Norte de Italia, antes de entrar en el pre noviciado se es aspirante.
Los aspirantes tienen encuentros periódicos con otros aspirantes y con algunos dominicos que se ocupan de acompañar a los jóvenes que desean entrar en la Orden.
Por lo tanto para el próximo ciclo lectivo puedes programar para tu vida, este periodo como aspirante.
Te será indicado dónde y cuándo tendrán lugar estos encuentros: los primeros por lo general, se hacen siempre en Bolonia.
Acabado el año como aspirante, podrás entrar en el pre noviciado. Pero de ello podemos hablar más adelante.
Mientras te encomiendo a las oraciones de todos nuestros visitadores, que seguramente se complacerán de lo que has escrito y serán felices de acompañarte con su cariño con sus oraciones y el ofrecimiento de su vida para el feliz desarrollo de tu vocación.
Yo también te acompaño con gusto de la misma manera.
Te deseo todo bien y te bendigo.
Padre Angelo