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Pregunta
Querido Padre Angelo,
comienzo agradeciéndole por el servicio que otorga, por la claridad de sus respuestas, y por todas las dudas que en mi caso ha resuelto. Quisiera exponerle un asunto que siempre me ha dejado perplejo: es cierto que es un error hablar de sexo a los niños? No malinterprete mi pregunta: no me estoy refiriendo a la educación sexual en las escuelas, ni a consideraciones que puedan llevar al futuro adulto al pecado. Me refiero únicamente a la simple descripción verbal (por parte de los padres o educadores) del acto sexual a jóvenes que todavía no han entrado en la pubertad. Por qué le hago esta pregunta?
Antes que nada, la difusa opinión de que los niños sean puros e incorruptos me parece equivocada: está documentado que ellos también se masturban (claro, no como los adultos, pero se divierten estimulando sus propios genitales), como me han confirmado las experiencias personales de distintos pares. Se consigue pues, que no debieran existir a priori motivos por los que debieran escandalizarse si un adulto les contara cómo ocurre la concepción. Una conocida me contó que se lo explicó a su hija de ocho años, cuya respuesta fue una larga risa y este comentario: “es la cosa más ridícula que he escuchado!” Que según ella, no significaba incredulidad, sino más bien que le había parecido divertido.
Esto me lleva a recordar el embarazo de mi padre, cuando yo más o menos a esa misma edad le pregunté: “si los espermatozoides están en el varón y los óvulos en la mujer, cómo es que se unen?” Y él me respondió “cuando están cerca”, escondiéndome la verdad.
Admitamos que se pueda hablar de sexo a los niños, sin que se escandalicen: por qué habría que hacerlo? Mi experiencia personal me ha enseñado que si los adultos evitan el tema con los jóvenes, éstos aprenderán medias verdades a través de las charlas o risitas con sus pares. Prueba de ello son las ridículas creencias que yo mismo tuve durante mi pubertad. Y si no logran vencer el embarazo inducido por el silencio de los adultos preguntándoles sobre la realidad de los hechos, me temo que en futuro se hallarán incapaces de gobernar sus impulsos y con una vida sexual desordenada.
Desde ya le agradezco y saludo con cariño.
GS
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
1. sobre la pregunta que me has hecho el Magisterio de la Iglesia ha hablado muy claramente.
Un documento de la Congregación para la educación católica llamado Orientaciones educativas sobre el amor humano (Pautas de educación sexual) del 1 de noviembre de 1983, dice que “el silencio no es una norma absoluta de conducta en esta materia, sobre todo cuando se piensa en los numerosos «persuasores ocultos» que usan un lenguaje insinuante. Su influjo hoy es innegable, por tanto, corresponde a los padres vigilar no sólo para reparar los daños causados por intervenciones inoportunas y nocivas, sino, especialmente, para prevenir a sus hijos ofreciéndoles una educación positiva y convincente”. (OE 106).
2. La Conferencia episcopal italiana ha remarcado esta preocupación: “No es admisible eximirse de una propuesta orgánica, sistemática y capilar de educación a la sexualidad y al amor, en el interior de las comunidades cristianas, de las asociaciones, de los grupos, de los movimientos, de los oratorios y de los varios ámbitos educativos eclesiales, comenzando, por las escuelas católicas. Como así tampoco se puede renunciar a una obra de vigilancia y de inteligente promoción para que la educación sexual en las escuelas esté correctamente orientada y desarrollada en modo serio y correcto. (Evangelización y cultura de la vida humana, 31).
3. Según la conferencia episcopal italiana esta propuesta ha de llevarse a cabo en el horizonte de la castidad, entendida como virtud y también como ascesis lo cual implica la superación de las inclinaciones desordenadas heredadas por el pecado original.
Por esto dice que “hay que reafirmar como profundamente errada la actitud de quien cree que en este campo sea posible una maduración espontánea y una superación automática de las dificultades, de los errores, de las tendencias egoístas y desresponsabilizadoras… Sin tardanzas inadmisibles, es necesario que, ya sea en la dirección espiritual como en la predicación y en la catequesis, la virtud de la castidad sea propuesta con claridad y serenidad; que se creen ambientes educativos ricos de propuestas y de contenidos humanamente significativos; que se pongan las condiciones sociales, afectivas y espirituales para que la propuesta de la castidad pueda ser aceptada y por fin se ofrezca un alegre testimonio de lo que es la castidad por parte de las personas consagradas, de los padres,de los educadores aún si son jóvenes” (Ib., 45).
4. Desde el punto de vista normativo, está todo claro.
En lo concreto, sin embargo estriba el problema.
La salida de la niña de ocho años que mencionaste “es la cosa más ridícula que he escuchado!” revela algo más profundo de lo que se pueda imaginar.
Jean Guitton, académico francés, a su tiempo ponía en evidencia la dificultad de los padres en tratar este tipo de temas con sus propios hijos.
Escribía: “El hecho que los órganos de la vida coincidan con otras funciones que en la mentalidad común parecen menos nobles, crea la sospecha de que en la naturaleza de las cosas haya una cierta ambigüedad. (…). Aquel que ha engendrado, puede tal vez desvelar el misterio a aquellos que son los frutos? No temería acaso que resaltara una incomprensible diferencia entre el aspecto material de su acto y la belleza de la existencia?” (El amor humano).
5. Es la razón por la que comprendo la respuesta, exacta, que tu padre te dio a su tiempo cuando le preguntaste: “si los espermatozoides están en el varón y los óvulos en la mujer, cómo es que se unen?” y él te contestó: “cuando están cerca”. Había algo más en ese acto que es comprensible sólo a quien lo lleva a cabo y que es difícil explicarlo con palabras.
Es este el sentimiento de embarazo experimentado por tu padre: generar la vida, tener un hijo es mucho más que cumplir un gesto y que contándolo pierde toda su riqueza interior.
6. Está el misterio del que hablaba J. Guitton.
Es decir, hay una realidad escondida (misterio significa realidad escondida) muy grande cual es aquella de la intimidad conyugal que no puede ser configurable y tampoco presentada como un simple apareamiento de cuerpos.
Pienso que la dificultad de hablar de estos temas permanecerá siempre.
Solamente en un contexto de amor verdadero (no confundir con pasión) se puede apenas esbozar.
Creo que, además de ciertas y puntuales informaciones que seguramente hay que dar, es justo afirmar que ciertas cosas se comprenden mejor de mayores.
Esto no con el ánimo de esconder o engañar, sino simplemente porque así es.
Por otro lado, una cosa es hablar a niños de ocho años, otra hablar a chicos en la fase de la pubertad, otra a los adolescentes y otra en fin a los que están en plena juventud.
A medida que los hijos van creciendo, se van capacitando para entrar cada vez más en el misterio y comprenderlo.
Te agradezco por la pregunta, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo