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Pregunta
Buenos días Padre, quisiera hacerle una pregunta.
Desde hace un año entré en lo que se llama la noche del sentido, en la que aquellas prácticas y penitencias en las que hallaba grandes consolaciones, se volvieron para mí en frutos de mayor aridez, y se sumaban a una desolación continua, en la que también el Rosario se había convertido un mero movimiento de los labios pero no del corazón y de la voluntad. Además me he dado cuenta de cómo he cambiado durante esta noche, pero a mí me parece en sentido negativo, esto lo puedo comprobar también a través del estudio grafológico de mi escritura antes y después de la noche. Digo después, porque ahora me parece haber superado por lo menos la cuestión de la aridez. Pero me pregunto siempre si esta salida de la noche es signo de victoria o es porque he huido de ella. Me puede decir cuáles son los efectos que la noche del sentido otorga al alma? Algunos por ejemplo dicen que es la paz, pero a menudo yo no me siento en paz, es más me parece que espiritualmente me he vuelto más beligerante. Además conservo todavía algún vicio interior como la vanidad, también física. Desde ya le agradezco.
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
1. el juicio para saber si hemos entrado en la noche del sentido es mejor dejarlo en manos de nuestro confesor habitual.
De parte nuestra debemos poner todas nuestras fuerzas en servir al Señor de la mejor manera posible.
Debemos además pensar que probablemente la causa de la aridez proviene de nosotros mismos, de la poca atención que ponemos en evitar los pecados veniales y de la negligencia en acoger las inspiraciones del Señor.
2. La debida distinción entre la aridez que proviene de nuestra negligencia o de la mano purificadora de Dios le sirve sobre todo al confesor para saber guiar a las almas.
3. Sin embargo ya que me has pedido cuales son los efectos de la noche oscura de los sentidos, te los menciono a la luz de la doctrina de San Juan de la Cruz, quien examina los beneficios aportados al alma por la noche oscura en los capítulos 12 y 13 del libro primero de la Noche oscura.
Helos aquí:
1. Conocimiento de sí y de la propia miseria al verse tan llenos de oscuridad e incapacidad (12, 1-2).
2. Un comportamiento más atento y devoto para con Dios del que se tenía cuando se gozaba de consolaciones sensibles.
3. Luces mucho más vívidas acerca de la grandeza y santidad de Dios, que se produjeron al comienzo de la contemplación infusa (12,4-6).
4. Profunda humildad, porque el alma «viéndose tan seca y miserable, ni siquiera en primera instancia se le ocurre pensar que sea mejor que los demás y de superarlos en algo, como antes creía» (12,7).
5. Amor al prójimo, «porque lo aprecia y no lo juzga, como antes estaba acostumbrado a hacer, cuando se miraba a sí mismo con gran fervor y no así a los otros » (12,8).
6. Sumisión y obediencia, porque » viéndose tan miserable y vil, no solamente escucha lo que se le enseña, sino que se desea que cualquier persona le oriente y le sugiera lo que debe hacer» (12,9).
7. Purificación de la avaricia, de la lujuria y de la gula espiritual, de las que estaba repleto antes de la noche de los sentidos (13, 1-3). Lo mismo pasa con la ira, la envidia y la pereza.
8. “Constante recuerdo de Dios, con el temor de volver atrás en el camino espiritual” (13, 4).
9. “Ejercicio de todas las virtudes” (13, 1-5).
10. «Libertad de espíritu, y con ella los doce frutos del Espíritu Santo (13,11).
11. Victoria sobre los tres enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne (13, 12).
4. Con estos sentimientos, sin darse cuenta (sin ser notada, dice San Juan), se progresa. Pero de ello se da cuenta un buen director espiritual o maestro espiritual.
Te agradezco por haberme dado la ocasión de ocuparme de este aspecto tan interesante de nuestra vida espiritual, te recuerdo ante el Señor y te bendigo.
Padre Angelo