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Pregunta

Querido Padre Angelo,
leyendo la respuesta publicada el 5 de noviembre de 2017, no he comprendido bien qué diferencia hay entre nosotros y la Virgen en cuanto a la colaboración en la redención.
He entendido que la Redención fue obrada porJesús y a esto no se puede agregar o quitar nada, pero nosotros podemos colaborar con la Redención distribuyendo a los demás sus infinitos tesoros con nuestras oraciones y sacrificios. Esto por cierto, lo hace María en modo superlativo. Sin embargo, no alcanzo a entender qué es exactamente aquel demás que la Virgen hizo como corredentora, respecto a nosotros, ya que la redención podía llevarla a cabo solo Dios. Pío XII dijo que Jesús murió por nosotros sin la cooperación de la Iglesia. Pero María es parte de la Iglesia.
Luego, estamos de veras seguros de que nosotros como parte del cuerpo místico, podemos solamente distribuir las riquezas de la redención de Cristo, y no ser también nosotros (con nuestra pequeñez e infinitamente en menor grado que ella) corredentores como María?
Le pido disculpas si me expreso de manera algo confusa, pero me gustaría poder entender bien estos conceptos.

Un abrazo en el Señor.
Alessandro

Respuesta del sacerdote

 Querido Alessandro,

1. me alegro por tu pregunta que me permite aclarar el papel de María en la obra redentora.
Nuestra participación en la obra de redención la has resumido muy bien en tu mail: “nosotros podemos colaborar con la Redención distribuyendo a los demás sus infinitos tesoros con nuestras oraciones y sacrificios”.
En una palabra, nuestra participación se da en cuanto a la aplicación o en la distribución de los tesoros de la Redención actuada por Cristo.
La Virgen ha participado de modo singular en la obra de Redención.
No solamente porque distribuye a todos los tesoros de la Redención.

2. He aquí lo que dijo Juan Pablo II en la catequesis mariana del 9 de abril de 1997: “La cooperación de los cristianos en la salvación se realiza después del acontecimiento del Calvario, cuyos frutos se comprometen a difundir mediante la oración y el sacrificio. Por el contrario, la participación de María se realizó durante el acontecimiento mismo y en calidad de madre; por tanto, se extiende a la totalidad de la obra salvífica de Cristo. Solamente ella fue asociada de ese modo al sacrificio redentor, que mereció la salvación de todos los hombres. En unión con Cristo y subordinada a él, cooperó para obtener la gracia de la salvación a toda la humanidad”.

3. Por eso es que “la participación de la Madre del Salvador a la Redención de la humanidad representa un hecho único e irrepetible”.
Dios quiso que Cristo –nuevo Adán– cumpliera la Redención no por sí solo, sino en colaboración con María –nueva Eva.

4. Claro que la participación de la Virgen en la obra de la redención no se puede equiparar de ningún modo a la llevada a cabo por Cristo, que es el único Salvador, mediador y redentor nuestro.
El Concilio Vaticano II en la Lumen gentium afirma que la cooperación de María no aumenta ni oscurece la mediación de Cristo: «Uno solo es nuestro Mediador según las palabras del Apóstol: “Porque uno es Dios, y uno también el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos» (1 Tm 2, 5-6).
La misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder” (LG 60).

5. De por sí no hacía falta esta singular participación de María.
Pero Dios así lo quiso.
Agrega el Concilio: “Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo”(LG 60).

6. La Virgen de hecho fue redimida por Cristo, pero de manera tan singular que no solamente puede distribuir los méritos de su Redención, sino que también es parte activa.
Ha sido parte activa por haber merecido “con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia” (LG 61).

7. Fue Cristo quien le concedió la facultad de merecer de forma activa casi para que tuviera un derecho a tomar de los tesoros de la Redención de Cristo y distribuirlos como madre a cada uno de nosotros.
Por eso el Concilio dice claramente que la participación de María en la Redención de Jesús “se apoya en la mediación de éste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta” (LG 60).
Con un derecho particular la Virgen puede pedir las gracias de la conversión y de la santificación de sus hijos.

Te agradezco de corazón por la pregunta que me has propuesto.
Te felicito porque te has dado cuenta del rol tan singular de la Virgen, que no hay que entenderlo sólo en cuanto a la función de repartir gracias, como ocurre con nosotros, llamados a ser “colaboradores de Dios” (1 Cor 3,9) como dice San Pablo.

Con el deseo que la Santa Virgen María, tu madre, te consiga una aplicación más profunda de la redención y de la santificación de las almas cumplida por Cristo, te aseguro mi oración y te bendigo.
Padre Angelo