Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español Alemán Portugués

Buenos días Padre Angelo,
quisiera pedirle algo porque desgraciadamente hoy en día ocurren muchos… Ante el suicidio de una persona, ¿hay que dar por descontado que vaya al infierno, o bien puede suceder que Dios, viendo el estado de desesperación del que nadie se hizo cargo, tenga Misericordia?
Le agradezco desde ahora y rezo por usted.
Que la Virgen siempre lo sostenga en su ministerio.
Alessandra


Respuesta del sacerdote

Querida Alessandra,
1. el criterio decisivo para entrar en el Paraíso no es la misericordia de Dios porque ésta existe siempre. Es eterna.
Sí lo es, el estado de gracia.

2. El estado de gracia consiste en vivir en comunión con  Dios, de manera conforme a su voluntad, purificados de cada pecado grave mediante la confesión sacramental.
Quien vive en estado de gracia posee personalmente a Dios en el corazón.

3. El estado de gracia se pierde con cualquiera de los pecados mortales.
Por medio de los que nos alejamos de Dios y por los se pierde su presencia personal.
A veces se advierte sensiblemente como si se hubiese excavado un abismo.

4. El estado de gracia se recupera mediante un arrepentimiento sincero y la confesión sacramental.

5. Con estas premisas se ve cuán peligrosa es la situación a la que se expone un suicida.
El suicida, con su gesto, de hecho rechaza el amoroso y soberano señorío de Dios sobre su vida y se coloca a sí mismo como árbitro. 

6. Esto es lo que el Catecismo de la Iglesia Catolica (CIC) dice acerca del suicidio: “Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado.
Él sigue siendo su soberano Dueño.
Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas.
Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella (CIC 2280).

7. “El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida.
Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo.
Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados.
El suicidio es contrario al amor del Dios vivo” (CCC 2281).

8. En otras palabras el CIC remarca lo que siempre ha declarado la Iglesia sobre este tema, y es que el suicidio en cuanto tal, priva del estado de gracia e impide la entrada en el paraíso.

9. El Catecismo agrega: “si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral” (CIC 2282).

10. Después de recordar la objetiva gravedad del pecado, el CIC tiene presente los otros dos criterios para que efectivamente haya pecado grave: la plena advertencia de la mente y el deliberado consentimiento de la voluntad…
Por eso agrega: “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida” (CIC 2282).
Justamente porque tiene en cuenta estos mencionados disturbios que la Iglesia celebra las exequias de los suicidas, cosa que en época pasada no se hacía.
Esta nota es muy preciada.

11. Acerca de su salvación eterna el CIC dice que “Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador” (CIC 2283).
Ese “arrepentimiento salvador” implica el profundo disgusto por el acto cumplido y la voluntad de quererlo confesar.
El cumplimiento de estas dos condiciones del “arrepentimiento salvador”, restituyen a la persona el estado de gracia, aunque no se pueda llevar a cabo la confesión.

12. Con esto el CIC no dice que los suicidas vayan al paraíso, como tampoco afirma que vayan directos al infierno.
Se limita a decir que “no se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte” (CIC 2283).

13. Esto vale también para las personas que con lucidez y plena responsabilidad cumplen semejante paso.
Claro que para ellos la situación es particularmente riesgosa porque se trata de instantes y no sabemos qué es lo que puede ocurrir durante ellos en el interior en ese brevísimo lapso de tiempo.
Y es justamente por eso que “la Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida ” (CIC 2283) celebrando las exequias y ofreciendo los demás sufragios.

Deseándote todo bien, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo