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Querido Padre Ángelo

Tengo la duda de si la misa transmitida por televisión tiene el mismo valor que la real. Muchas personas que conozco no van a la iglesia los domingos porque escuchan la misa en casa y dicen que es lo mismo. Lo mismo ocurre con las confesiones por teléfono móvil: ¿tienen el mismo valor sacramental? Tengo dudas. ¿Qué te parece?

Gracias por su respuesta.

Lorenzo


Querido Lorenzo,

1. La misa vista en la televisión no es válida para el precepto festivo. Compensa de alguna manera a los que no pueden participar. Por el contrario, quien está impedido y lo sigue por televisión está haciendo un bien. Pero la cosa es buena no porque siga la misa por televisión en lugar de ir a la Iglesia, sino porque aunque esté dispensado de asistir por motivos graves, intenta de alguna manera saciar su alma con Dios.

2. En la misa, de hecho, existe la presencia real del Señor, mientras que en la televisión no es así.

En la misa se puede comulgar, pero no en la televisión. Y esta diferencia no es baladí porque en la Santa Cena el Señor nos comunica muchos bienes.

En la misa está el sacerdote que hace presente el sacrificio de Cristo en el altar. Quien está en la iglesia participa porque está presente. Para la televisión no está el sacerdote y tampoco el sacrificio de Cristo al que sólo se está unido espiritualmente.

En la misa está la verdadera comunidad de hermanos. En la misa la Iglesia es visible. De hecho, en la misa se convierte en Iglesia. Iglesia significa, de hecho, asamblea, convocatoria. En cambio, cuando nos quedamos en casa frente al televisor no hacemos Iglesia, no la hacemos visible ni nos damos cuenta. En la misa se lleva la propia ofrenda, símbolo de nuestra participación personal en el sacrificio de Cristo y de nuestra participación en las necesidades de la Iglesia y de nuestros hermanos. En la televisión, uno se abstiene de todo esto y pierde muchos méritos. En la Iglesia hay una mayor implicación. En la televisión uno se sienta desde el principio hasta el final y se distrae continuamente, también porque el director a menudo gira el objetivo hacia las caras de los fieles. Para ir a la iglesia hay que salir de casa, hay que prepararse, hay que hacer un viaje más o menos largo que es ya una preparación espiritual para la grandeza del acontecimiento que se va a celebrar. En casa no suele haber preparación. De camino a la iglesia y a la salida, te encuentras con gente, les saludas, les dices unas palabras. Y así se mantiene viva la comunidad.

De lo contrario, todo el mundo sería una isla.

3. En conclusión, por lo que respecta a la misa, si uno deja de ir a misa sin motivos serios, comete un pecado mortal.

Si uno se ve impedido de ir a la Iglesia per se, no está obligado a ver la misa por televisión. Pero es bueno que intente compensar de alguna manera ayudándose de la televisión.

4. Lo mismo ocurre con las confesiones por teléfono móvil. Mientras tanto, dudo que haya confesores que den la absolución a través del teléfono móvil. Porque tal absolución es inválida, ya que el sacramento requiere la presencia personal del penitente y del celebrante. Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el 27 de mayo de 2001, quien dijo que el sacramento de la penitencia debe celebrarse siempre «en el contexto de un encuentro personal», y que la confesión en línea no es válida.

5. Una persona puede confiar sus pecados al sacerdote por teléfono. Pero esto no es una confesión sacramental. El sacerdote tampoco puede dar la absolución.

6. En conclusión, espero haber disipado sus dudas. Sin embargo, lo que te he dicho no es mi pensamiento, sino la doctrina de la Iglesia, a la que mi pensamiento se ajusta perfectamente.

Con gusto te encomiendo al Señor y te bendigo.

Padre Ángelo