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Hola Padre Angelo,

soy Nicola, hace poco tiempo me apunté a la fraternidad del Rosario.

Desafortunadamente después de poco tiempo me surgieron algunas preguntas que me hicieron perder confianza en Dios.

1.Me encuentro en una situación muy difícil, de gran confusión sobre lo que tengo que hacer con mi vida. Yo pregunto, aún así quisiera sentir una respuesta clara por Jesús. Es como si me sintiera a merced de la realidad, tratando siempre de interpretar qué quiere Dios de mí. Porque a veces me parece volverme loco y se me ocurre decir por qué lo hice. Por qué no se manifiesta o no aparece a lo mejor en los sueños él mismo para tranquilizarme. Un Padre haría así con su hijo. Le saldría en ayuda él mismo para decirle que se quede tranquilo que todo va a estar bien.

2.A menudo oigo historias de conversiones que ocurrieron por encuentros con cristianos, sueños de Jesús. Estas personas son radiantes de alegría, pero yo me pregunto por qué todas las personas desesperadas en el mundo en busca de ayuda, Jesús no intenta por lo menos manifestarse él mismo. Si no fuera capaz de hacer eso, pues entonces no sería omnipotente.

Yo digo que merece la pena intentarlo todo, pero a mí no me parece que Jesús intente gestos extremos con todo el mundo. Por ejemplo me sale a la mente San Pablo, deslumbrado por Dios mismo. Aquí Dios entró con fuerza, no actuó por inspiraciones o algo así.

Gracias 

Nicola

Respuesta del sacerdote

Querido Nicola,

1.por supuesto, sería más simple si el Señor se manifestase por un sueño o una aparición.

Aún así es precisamente por eso que las cosas se harían todavía más complicadas. ¿De hecho quién aseguraría que ese cierto tipo de sueño o esa aparición procede de Dios?

Podría ser el resultado del proprio subconsciente, o  ̶  no se puede excluir  ̶  podría proceder también por el común adversario.

El diablo de hecho es un ángel caído.

Si con su rebeldía perdió la gracia de Dios y se encontró en el infierno preparado por él mismo, no perdió nada de su naturaleza angélica.

Y como los ángeles tienen cierto poder sobre las realidades materiales, así también los demonios la tienen.

Y eso la Sagrada Escritura advierte recordando que “Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Cor 11, 12, Reina-Valera 1960, BibleGateway).

2.Para San Pablo las cosas fueron diferentes. Primero se encontraba con otras personas, que fueron testigos del acotecimiento extraordinario.

Aunque no habían sido rodeados por la luz celestial, oyeron tanto la voz de Jesús Cristo, como la respuesta de San Pablo. Fueron testigos de su repentina ceguera y de la sanación ocurrida unos días después por intervención de Ananías, que fue a la casa donde se encontraba Pablo por directa indicación de Nuestro Señor.

En este caso nadie podía decir: se ha tratado de una ilusión.

Hubo una intervención celestial de orden extraordinario.

3.Aquí está la descripción referida a San Pablo indicada en los Hechos de los Apóstoles: “Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén.

Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres tú, Señor?» Y él respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.»

Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie, y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí permaneció tres días sin comer ni beber, y estaba ciego.

 Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías […]” (Act, 9, 1-10, Biblia Latinoamericana, Editorial San Pablo).

4.Tú querrías que el Señor interviniera así como lo hizo con San Pablo.

Pero hay que decir que ha sido una gracia que haya intervenido solo excepcionalmente. Porque si esa fuese la forma ordinaria y cotidiana de intervenir de Dios habría un gran alboroto sin fin. Nadie entendería nada más.

¡Cuántas apariciones cada día a cada persona que necesita la luz por parte de Dios!

¡Cuántas personas permanecerían ciegas, sin comer o sin beber por tres días inmovilizados como San Pablo!

5.Por eso el mejor camino es el que Dios nos dio y es utilizar nuestra inteligencia y seguir los llamados criterios cautelares.

Para seguir de forma esquemática diría que se pueden resumir en tres palabras: atracción, actitud, discernimiento.

6.Cerca la atracción: lo que inclina a una persona a elegir un camino en lugar de otro es el encanto ejercitado por un preciso objetivo.

Se diría que ese objetivo, entre los muchos que se nos pueden poner delante, deslumbra de manera especial a nuestros ojos y dice: yo estoy hecho para ti.

Cerca los caminos a tomar en nuestra vida podemos encontrarnos delante de una pluralidad de llamadas, de vocaciones.

Ante todo uno puede sentir atracción por la vida de pareja, de familia.

Es una atracción escrita en nuestra misma constitución de hombres y mujeres. Es una vocación “natural”.

Todo el mundo lo siente o lo piensa de manera más o menos fuerte.

7.Al mismo tiempo puede haber atracción por el sacerdocio y la vida consagrada que consiste en dedicarse a las cosas de Dios y al deseo de donar Dios a los hombres a través de los sacramentos, de la predicación, del contacto personal. 

Esta es una vocación de carácter “sobrenatural”.

Es sobrenatural no solo porque procede por una llamada especial de Dios y se orienta hacia Dios, sino también porque realiza de manera nueva y por encima de las inclinaciones naturales su propia vida emocional.

Se trata de una esponsalidad nueva y de una fecundidad extraordinaria en el orden de la gracia. Las dos vocaciones pueden convivir en un joven con la misma intensidad de atracción.

8.El segundo criterio es el de la actitud.

Esto se aplica tanto a la vocación natural, como a la sobrenatural.

En orden a la natural: no es suficiente que uno nos guste. Es necesario comprobar si con esta persona, con su personalidad, con sus talentos y con sus límites se puede establecer una conexión de vida permanente.

La función del compromiso es precisamente esta: comprobar la compatibilidad de los deseos, de la voluntad, del estilo de vida, de las inclinaciones, de las actitudes y de los sentimientos, incluido el religioso.

Se trata de encontrar la llamada alma gemela, que no necesariamente es idéntica en todo, sino es una persona que nos asegura la posibilidad de vivir juntos en un mutuo perfeccionamento y realización.

Si se trata de la vocación del sacerdocio hay que comprobar si uno es adecuado a desmpeñar un ministerio que requiere una capacidad de contacto con las personas.

Si se trata de una vocación a la vida religiosa y contemplativa hay que comprobar si uno es adecuado al carisma del insistuto en el que se desea entrar, si uno tiene las actitudes necesarias a la vida común que requiere la secuela de una precisa regla.

También hay que tener en debida atención la situación psicológica de una persona, que tiene que no ser inclinada a crisis constantes, a fragilidades de carácter.

Por eso es correcto lo que dijo a su tiempo un gran dominicano francés (el padre Sertillanges): la vocación es lo que uno es.

Es por lo que uno se siente hecho. (t.n)

Perseguir la vocación nunca es hacerse violencia a sí mismo.

9.El tercer criterio es el de discernimiento.

Si en la vocación al matrimonio el discernimiento es hecho por los mismos comprometidos “discurriendo” entre ellos y asumiendo un estilo de vida casto que mantenga lucidez en la mente porque en la evaluación y en las decisiones no nos deje abrumar por la pasión y por el placer sensible.en la vocación de orden sobrenatural el discernimiento se hace estando delante de Dios (eso también es un “discurrir”) y con la ayuda de una persona sabia y experimentada.

El que percibe las señales de esta nueva vocación siente que Dios le habla de forma personal por medio de algunas palabras de la Sagrada Escritura, algunos acotecimientos o también por algunos accidentes.

Por ejemplo, Madre Teresa de Calcuta contaba su nueva vocación diciendo que estaba en trén mientras iba a hacer los ejercicios espirituales.

Durante el viaje se quedó impresionada por la vista del estado miserable de muchas personas pobres, enfermas y abandonadas a sí mismas.

Para indicar otro ejemplo, me acuerdo de un joven que estaba haciendo el servicio militar. Una noche en permiso con sus camaradas fue afectado por la pobreza moral que transparentaba por sus discursos y sus entendimientos. Estaban pasando delante de una Iglesia. Y él por dentro de su corazón acudió al Señor diciendo: “¿Qué se puede hacer para estos jóvenes?”. Le pareció oír una voz clara que le decía: “Te he hecho a tí”. No esperó a que otros se hicieran sacerdotes para hacer el bien a los jóvenes. Enseguida contestó con generosidad a la llamada del Señor.

10.Por supuesto, no es suficiente el impulso de un momento.

El discernimiento ayuda a comprobar si uno es adecuado a tomar las debidas decisiones. Y como en general cuatro ojos ayudan a ver mejor que dos, hay que hacer el discernimiento en esta vocación sobrenatural con la ayuda de otros. Sobre todo con una persona de confianza que sea experimentada.

11.Si para ti se trata de esto, de momento que perteneces a la fraternidad del Santísimo Rosario, con el Rosario en mano pregunta a Aquella que el Señor te ha dado como Madre en la gracia, que te haga encontrar con esta persona.

Te acompaño con agrado con la oración, te deseo todo el bien y te bendigo.

Padre Angelo