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Hola Padre Angelo,
me llamo Andrea, soy un joven católico y tengo algunas preguntas para usted.
Sinceramente no sé si exista una respuesta a mis dos preguntas, pero uno nunca sabe.
1) rezar para morir mártir, ¿es temerario? Yo lo hago a menudo para obtener esta gracia pero no sé si es algo temerario o no. Sé que San Pedro de Verona, rezó por ello y obtuvo esa gracia, pero no sé si es conveniente.
La segunda pregunta puede parecer rarísima, pero le pido que me perdone, para mí es una pregunta importante.
2) En el día del juicio, ¿Jesús puede ordenar sacerdote a quienes, por ejemplo, lo hubieran deseado pero murieron antes, como los seminaristas, o bien aquellos que fueron imposibilitados a serlo por otras razones, pero en su corazón lo querían verdaderamente? ¿Se puede esperar ser ordenados en el día del juicio?
Tal vez sea difícil dar una respuesta. Quería saber si esperarlo es un error.
Pensando que en la voluntad del Señor está nuestra paz, le deseo un hermoso y santo domingo.
Respuesta del sacerdote
Querido Andrea,
1. pedir al Señor la gracia del martirio podría dar origen a una cierta presunción espiritual si no se es capaz de soportar el así llamado martirio cotidiano ejerciendo la paciencia, la humildad, la caridad, la pureza.
Para que la plegaria sea sincera y agradable a Dios debe gestarse en un terreno virtuoso y lleno de amor hacia el Señor.
2. Sí, es cierto, San Pedro mártir (dominico de Verona, que fue revestido del hábito de nuestra Orden por el mismo Santo Padre Domingo, ya desde su primera Misa comenzó a pedir la gracia de poder vivir y morir para el Señor.
Sabemos, sin embargo, que antes de recibir la palma del martirio practicó la mansedumbre, la humildad de forma heroica, aceptando gravísimas calumnias y siendo hasta exiliado en Las Marcas como castigo.
Es decir, había para él un martirio cotidiano en las pequeñas y grandes cosas.
3. El pedido de morir mártir, siempre estuvo presente entre los mejores cristianos.
En un pequeño libro de oraciones para los novicios dominicos se encontraba la siguiente oración de un autor anónimo del año 1180: “Te ruego, Señor: el fuego y la dulce fuerza de tu amor absorba mi mente y mi corazón y lo aleje de todas las cosas que están en el mundo; para que yo muera por amor de tu amor, tú que quisiste morir por amor de mi amor”.
En latín: “Absorbeat, quaeso, Domine, mentem meam et cor meum ignita et melliflua vis amoris Tui ab omnibus quae in mundo sunt; ut amore amoris Tui moriar, Qui pro amore amoris mei dignatus es mori. Amen”.
4. He conocido a personas que sabían de memoria esta oración y la decían a menudo, quizás todos los días.
Ninguna murió por martirio de sangre, pero soy testigo de que eran santas, todas de Dios, y en razón de la humilde y amorosa aceptación de todas las pruebas de la vida, se presentaron ante Dios con la palma del martirio de deseo.
5. Concluyendo, esta plegaria es bella y seguramente agradable al Señor, pero para no caer en la presunción, hay que acompañarla con la aceptación del martirio cotidiano en humilde y amorosa aceptación de todas las pruebas de la vida por amor del Señor.
6. Para la segunda pregunta te respondo con las palabras de Santo Tomás de Aquino, quien hablando de la gloria del paraíso escribió lo siguiente:
“Todo lo que es deleitable se tendrá allí superabundantemente. Si se desean deleites, allí será la suma y perfectísima delectación, porque es del sumo bien, esto es, Dios: “a tu derecha deleites para siempre”(Sal 15, 11).
Igualmente si se ambicionan honores, allí será el honor sumo. Los hombres desean sobre todo ser reyes, los laicos; y en cuanto a los clérigos, obispos. Y ambas cosas se darán allí: «Nos hiciste reino y sacerdotes para nuestro Dios». (Ap 5, 10) (Opúsculos teológicos – exposición del Credo – Artículo 12 La vida eterna – párrafo b).
7. Todos, hombres y mujeres, niños y ancianos, y no solamente los seminaristas fallecidos antes de la ordenación sacerdotal, serán no sólo sacerdotes, sino obispos, en el sentido que poseerán la plenitud del sacerdocio de Cristo y en él serán mediadores de gracia y sacrificio perfecto agradable a Dios.
Con el deseo, que si Dios quiere, y tú le correspondes, puedas ser sacerdote ya aquí en la tierra, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo