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Hola,
Qué hace que una persona esté más dispuesta a convertirse respecto a otra?
Me doy cuenta de que cuando yo me acerqué a la Iglesia lo hice de una forma más «voluntaria», respecto a otros que en ciertos casos no pueden aceptarlo y buscan razones para decir que Dios no existe.
Dudo muchísimo que esto sea mérito mío.
Por tanto, por qué el Señor me concedió este gran don y a otros no?
Otro gran don es que en mi vida nunca blasfemé voluntariamente. Cuando era chico me atormentaba cuando en mi mente aparecía alguna blasfemia. A qué es debido?
Le agradezco y le deseo que tenga un buen día.
Matteo
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Respuesta del sacerdote
Querido Matteo,
1. cierta es tu observación. Algunos están más inclinados a la conversión y cuando el Señor los llama no les cuesta seguirlo, como ocurrió contigo.
Otros en cambio experimentan una lucha interior: por un lado quieren convertirse, pero por el otro se resisten al llamado, como ocurrió con San Pablo, tan es así que el Señor lo reprendió y le dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te lastimas al dar coces contra el aguijón» (He 26, 14).
2. Justamente reconoces que no tienes más méritos que aquellos que se convierten después de una gran lucha interior.
De qué depende todo esto?
La contestación nos la da el mismo Señor en la Sagrada Escritura cuando dijo: «El reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió» (Mt 25,14-15).
Y aún: «Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido» (Ef 4,7) y «Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere» (1 Cor 12,11).
3. Como ves, el Señor distribuye su gracia en diferentes grados, según dos criterios: el primero es la medida de su beneplácito. Él puede hacer lo quiere de sus dones y a algunos darles más.
El segundo se refiere a las capacidades de cada uno. Las capacidades no son méritos de los individuos, sino las disposiciones que Dios les concede para que lo acojan adecuadamente.
4. Uno podría preguntarse por qué conceda sus talentos de forma diferente: para algunos cinco, a otros dos y a otros uno solamente.
No lo sabemos.
Sin embargo estamos seguros de que Dios no comete injusticia contra alguien, porque nadie tiene el derecho de ser como la Virgen, como San José o como los Apóstoles.
El motivo por el que Dios actúa así, lo comprenderemos solo en el más allá.
Por eso San Agustín decía: «No quieras juzgarlo si no quieres errar» (Comentario al Evangelio de Juan, Homilía 26, 2).
Cada quien ya posee suficientes motivos para agradecer infinitamente al Señor por haberlo creado y hecho cristiano mediante la gracia.
5. De otra cosa estamos seguros: en el juicio el Señor pedirá cuentas de los dones recibidos y de cómo los hemos invertido.
Cada uno será juzgado según el mérito. Por lo que podría suceder que quien recibió la gracia de la conversión de una forma menos fuerte que otro, la haya hecho fructificar mejor que este último y que por lo tanto en el paraíso posea una gracia superior respecto a la suya.
Con el augurio de que puedas corresponder siempre con la mayor simplicidad y perfecta totalidad a cada llamado del Señor, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre angelo