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Buenas noches Padre,
Tengo una duda en la que he estado pensando durante algún tiempo. He estado casado civilmente durante 17 años. Desde hace algunos años nuestro matrimonio está prácticamente acabado, pero por el bien de los niños vivimos una relación de convivencia respetuosa y de abstinencia total de lo que son relaciones maritales normales.
Ahora, sintiendo la necesidad de reconciliarme con Dios, me doy cuenta, sin embargo, de haber quebrado las leyes de Dios y no queriendo perseverar en el error me pregunto si puedo acercarme a la fe y recibir los sacramentos que son la confesión y la comunión y esperar el perdón.
Gracias por su respuesta, que espero me ayude a entender cuál es el camino que seguir.
Marco
Querido Marco,
1. El bien de los niños es tan grande que merece el sacrificio que estáis haciendo, tanto más porque me hablas de «convivencia respetuosa». En el pasado, en la teología moral se enseñaba que, si la cohabitación en el hogar era «cum contumelia Creatoris», es decir, constituía un continuo insulto a Dios por las disputas desenfrenadas, por el rencor mutuo y por el escándalo dado a los niños, la separación era legal. Pero en tu caso no es así, gracias a Dios.
2. Me dices que ahora sientes «la necesidad de reconciliarte con Dios». A decir verdad, es el Señor quien presiona desde hace tiempo porque quiere que viváis plenamente vuestra vida cristiana, porque es él quien «suscita en nosotros la voluntad y la obra según su designio de amor» (Flp 2, 13).
Desde hace mucho tiempo el Señor espera para abrazarte de nuevo y satisfacerte con la abundancia de los bienes de su casa (cf. Sal 36, 9). Desde hace mucho tiempo espera dar al Cielo la satisfacción de tu regreso, pues nos ha asegurado que «habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión» (Lc 15,7).
3. Tu regreso es sincero y no pide ninguna media medida, sobre todo porque vive de manera perfectamente casta y eso es con «abstinencia total de lo que son las relaciones maritales normales».
4. Por tanto, acércate inmediatamente a la confesión y luego a la sagrada comunión con el único cuidado de no causar confusión en los demás fieles si saben que sólo estáis casados civilmente. Así que, o bien mantienes tu matrimonio civil de incógnito delante de los demás, o te acercas a la Sagrada Comunión donde no se te reconoce como casado sólo civilmente.
5. Tu regreso no sólo a la fe sino a una práctica religiosa convencida será un gran testimonio que darás a Dios ante tus hijos. Sin duda, es una de las posesiones más preciadas que puedes dar a los que has engendrado para la vida eterna.
6. Tampoco se excluye que en el futuro tu matrimonio pueda ser revitalizado. La «cohabitación respetuosa» que, incluso en la abstinencia, también se compone de ayuda mutua, puede ser perfeccionada por la gracia del sacramento del matrimonio. Esto también sería una gracia inestimable. Y con los hechos podrás decir a tus hijos que por poca o ninguna fe te equivocaste en su tiempo, pero que luego comprendiste y te pusiste en los caminos de Dios. Y de esta manera deseas con todo tu corazón que siempre perseveren en ellos hasta el final.
7. Te aconsejo que reces el Santo Rosario para que Nuestra Señora te obtenga un feliz retorno a Dios en la Confesión y la Santa Comunión. Desde lejos me alegra ayudarte con mi oración, que con gusto haré también por todos tus familiares.
Te bendigo y te deseo todo el bien.
Padre Ángelo