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Pregunta
Querido Padre Angelo,
le agradezco por el valioso servicio que hacen con este sitio; hace tiempo leo sus respuestas y por primera vez yo también tengo una pregunta para hacerle.
El otro día encontré (cosa triste) en la calle un Nuevo Testamento tirado al borde de un cajón de residuos. Lo recogí, pensando también que podía ser una llamada del Señor para acercarme a la Palabra… al llegar a casa le di una ojeada, pero me di cuenta de que era una edición de los Gedeones, es decir protestante. Así pues me pregunté: ¿cómo hay que comportarse con las traducciones de la Escritura no aprobadas por la Iglesia? Tirarla no me parece justo, porque de todos modos es la Palabra de Dios. Por otro lado, no sé cuán diferente sea la traducción, si hay pequeñas diferencias o también contenidos errados… en efecto, ni que lo hubiera hecho a propósito, la primera frase que leí abriendo el libro al azar ya denotaba una diferencia. En Lucas 5, 32 donde la CEI 2008 traduce «Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan», en esta versión dice en cambio “los pecadores se arrepientan”.
Tal vez es una pequeñez tan solo de léxico, pero me suena diferente: en el primer caso Jesús llama a los pecadores que, experimentando su amor, es de esperar, se conviertan, (por otro lado la misma frase en Marcos y Mateo, no especifica nada más); en el segundo caso parece que Jesús viene para reprender a los pecadores, o que el arrepentimiento sea una condición para recibir su llamada.
…¿usted qué opina? …¿estoy tal vez sobreinterpretando?
…de todos modos, para terminar mi pregunta con una curiosidad: ¿es lícito leer (por interés, con ojo crítico) esta y otras traducciones de las Escrituras, hay en cambio traducciones que habría que evitar de todos modos? Si es así, ¿por qué razón?
Le agradezco por su tiempo y le pido que me recuerde en una oración.
Cordialmente, saludo.
Stefano
Respuesta del sacerdote
Querido Stefano,
1. con las traducciones de la Escritura no aprobadas por la Iglesia hay que, justamente, ser sospechosos.
Antiguamente estaba prohibido leer la Biblia sin imprimatur y que no estuviera complementada por las notas.
En efecto existe el peligro de interpretarla de un modo diferente a como ha sido siempre interpretada.
El criterio por cierto es el siguiente: interpretarla como siempre lo fue.
2. El mismo San Pedro en su segunda carta escribe: “Pero tengan presente, ante todo, que nadie puede interpretar por cuenta propia una profecía de la Escritura” (2 Pd 1, 20).
Un antiguo comentario reza: “Las palabras de San Pedro condenan directamente el error de los protestantes quienes legitiman a cualquiera, por más grosero e ignorante que sea, de interpretar a su antojo la palabra de Dios y de esta manera fabricarse un sistema de religión a su manera”
3. También San Pablo reafirma la necesidad de permanecer en el sentido de la Escritura que nos fue transmitida: “Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié” (1 Cor 15,1-2).
4. El Concilio Vaticano II, retomando el Concilio de Trento que condenó el error protestante, afirma: “Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo” (DV 10).
5. Es de notar que los protestantes dicen que la Palabra de Dios se encuentra solo en la Sagrada Escritura. Pero esto no está escrito en ninguna parte, en ningún texto de la Escritura.
Mientras que la Divina revelación se encuentra no solamente en la Sagrada Escritura, sino también en la Sagrada Tradición, que conserva el genuino significado de las Escrituras.
Es la Sagrada Tradición que nos ha entregado estos textos inspirados, separándolos de los apócrifos.
Y esto se ha llevado a cabo desde el comienzo del Magisterio de la Iglesia.
6. Este es el criterio ofrecido por el Concilio Vaticano II, que es el mismo criterio de siempre: “la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió” (DV 12).
Esto es necesario “para sacar el sentido exacto de los textos sagrados” (DV 12).
7. ¿Qué debes hacer con el Nuevo Testamento que encontraste en el cajón de los residuos?
Aceptar la invitación, es decir leer las Sagradas Escrituras y alimentar tu alma con aquello que Dios te comunica.
Pero ese texto déjalo de lado porque su traducción no es correcta, ni tampoco lo es cuando cita los libros del Nuevo Testamento. Probablemente no hallarás la segunda carta de San Pedro, en la que está escrito “nadie puede interpretar por cuenta propia una profecía de la Escritura” (2 Pd 1, 20).
Ese libro los protestantes lo han quitado porque evidentemente prohíbe interpretar las Escrituras al propio antojo, como señalaba el mencionado Comentario.
8. O también puedes tenerlo y compararlo con el texto aprobado por la Iglesia. Pero en este caso sería mejor poderlo hacer con el texto griego (el original) y con el texto en latín, que nos dice como desde siempre ese texto fue traducido y entendido.
Si hicieras este procedimiento -a decir verdad muy laborioso- te darías cuenta muy pronto que no vale la pena perder tiempo con las diferencias de la traducción de los Gedeones.
Te deseo todo bien, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo