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Feliz domingo Padre Angelo.

Le escribo por una pequeña duda, pero sobre todo para mi desahogo personal.

Desde hace años soy catequista en la parroquia y ahora me entristece mucho ver cómo los otros cristianos que son catequistas conmigo reducen el anuncio del Evangelio a un vacío “buenismo sentimental”: amémonos todos, Dios nos ama, etc. Los lemas de siempre. Me parece que Jesús ha “salido” de las reuniones de catequesis. Decir que los jóvenes tienen una fe frágil es quedarse corto. Creo que muchos ni siquiera saben realmente lo que significa ser cristiano. No me siento mejor que los demás, de hecho, me pregunto mucho sobre mis responsabilidades en todo esto.

¡Perdón por el estallido!

Ahora quisiera aprovechar para aclarar una duda que se refiere precisamente a la catequesis. Sigo al grupo de chicos de 12-13 años y trabajé con ellos sobre la importancia de ser sal de la tierra y luz del mundo. Lo hice a partir de un material que posee un imprimatur, pero no me di cuenta de que había una frase que, en mi opinión, era ambigua. Se decía que los chicos deberían testificar diciendo que no pueden demostrar la existencia de Dios, pero sí pueden mostrárselo al prójimo. Ahora bien, parece que me apresuro con hipótesis, pero ¿esta frase no contradice el dogma sobre la posibilidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios?

No hablé de esta frase con los chicos, ¡no me di cuenta de que estaba ahí! (que está en el material que les dejé para la reflexión semanal) y me preocupa el hecho de que podría ser potencialmente “herético”. Sin embargo, los chicos probablemente nunca van a captar el significado de la frase y, de hecho, tal vez nunca lean lo que les he dado para reflexionar durante la semana. No quisiera volver a esta frase porque las explicaciones que tendría que dar me parecen excesivamente complejas para quienes, como le decía, todavía tienen una fe muy, muy frágil. Pero le pediría un consejo para intentar no cometer errores.

Al fin, le pido también una oración por estos chicos, por sus familias y por mí.

Gracias con todo mi corazón.

Matteo

Respuesta del sacerdote

Querido Matteo,

1. En primer lugar habría que ver el contexto en el que se escribió esa expresión porque ciertamente Dios no se puede ver en carne y hueso, porque es espíritu purísimo.

Y, en rigor de verdad, ni siquiera podemos mostrarlo, salvo indirectamente con nuestro comportamiento.

2. Sin embargo, debemos evitar pensar que la existencia de Dios es indemostrable y que los chicos pueden leer en un texto de religión que la fe es necesaria para concluir acerca de la existencia de Dios.

3. En efecto, hay que distinguir dos niveles: el racional y el de la fe.

La existencia de Dios ya es reconocible a nivel racional.

Cuántos pensadores, incluso paganos como Aristóteles, han llegado a este punto.

4. San Agustín atestigua que cuando aún no había sido bautizado y llevaba una vida bastante desordenada, después de leer las obras de Platón y Hortensio de Cicerón, dos filósofos paganos, llegó a estar racionalmente convencido de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma.

5. Por eso en teología se enseña que las dos verdades sobre la existencia de Dios y la inmortalidad del alma no pertenecen directamente a la fe, sino que son preámbulos de la fe. Estos preámbulos deben presentarse de manera convincente.

6. La fe misma nos ordena referirnos a estos preámbulos.

Así por ejemplo San Pablo: “Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles –su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras.” (Rom 1,19-20).

Por eso, continúa diciendo que quienes no lo reconocieron «no tienen ninguna excusa» (Rm 1,20).

7. Así también en el Antiguo Testamento en el libro de la Sabiduría: “Sí, vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a «Aquel que es», al considerar sus obras, no reconocieron al Artífice.  En cambio, tomaron por dioses rectores del universo al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros luminosos del cielo. 

Ahora bien, si fascinados por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el mismo Autor de la belleza es el que las creó. 

Y si quedaron impresionados por su poder y energía, comprendan, a partir de ellas, cuánto más poderoso es el que las formó. 

Porque, a partir de la grandeza y hermosura de las cosas, si llega, por analogía, a contemplar a su Autor. 

Sin embargo, estos hombres no merecen una grave reprensión, porque tal vez se extravían buscando a Dios y queriendo encontrarlo; como viven ocupándose de sus obras, las investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo! 

Pero ni aún así son excusables: si han sido capaces de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente al Señor de todo? (Sabiduría 13,1-9).

8. Por este motivo el Concilio Vaticano I intervino contra los fideístas.

Los fideístas son aquellos que afirman que la existencia de Dios sólo se puede alcanzar a través de la fe.

No, dice el Concilio Vaticano I. Se puede y se debe llegar a la existencia de Dios con la razón.

Y después de haber expresado el principio: “El asentimiento perpetuo de la Iglesia católica ha sostenido y sostiene que hay un doble orden de conocimiento, distinto no sólo por su principio, sino también por su objeto. Por su principio, porque en uno conocemos mediante la razón natural y en el otro mediante la fe divina; y por su objeto, porque además de aquello que puede ser alcanzado por la razón natural, son propuestos a nuestra fe misterios escondidos por Dios, los cuales sólo pueden ser conocidos mediante la revelación divina.” (DS 3015), concluye con el dogma: » Si alguno dijere que Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema.” (DS 3026).

9. No te desanimes por las dificultades que encuentres. No sabes hasta qué punto tus palabras pueden penetrar profundamente en el corazón de estos chicos y germinar en el momento adecuado.

Síguelos espiritualmente con tu oración y también con tus sacrificios, ejerciendo sobre ellos la verdadera paternidad espiritual.

Con mucho gusto te aseguro mi oración por ti, por los chicos que tienes en el colegio y por sus familias.

Te bendigo y te deseo todo lo mejor.

Padre Angelo