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Pregunta

Querido Padre Angelo,

me llamo Francesco y soy un chico de 21 años. Últimamente estoy atravesando un período de mi vida en el que me he acercado mucho al Señor y he revalorizado mi Fe, haciéndola más sólida y auténtica. Sin embargo, a menudo me asaltan varias preguntas, en particular una a la cual no puedo encontrar respuesta.

En la oración que Jesús nos enseñó rezamos «Padre nuestro que estás en los Cielos», en la Biblia encontramos a menudo la expresión «Dios que está en los Cielos» o «El Padre de los Cielos» y en el Credo, hablando de Jesús, recitamos «subió a los Cielos y está sentado a la derecha del Padre»… Al respecto me pregunto, Dios vive en un lugar específico?

El Cielo indica un lugar remoto donde Dios ha establecido su morada o Él, al no poseer un cuerpo, no vive en un lugar físico y por lo tanto el Cielo es simplemente una metáfora ya que el espacio pertenece solo a nuestra mente y no a Dios?

Cómo se concilia el hecho de que Dios no tiene un cuerpo con el hecho de que Jesucristo fue elevado en cuerpo y alma al cielo? Es cierto que Él tiene un cuerpo espiritual? Dónde vive Jesús?

Y María? Ella también fue asunta al cielo en cuerpo y alma… vive en un espacio físico?

Y los santos?

Gracias de antemano por su respuesta.

Que el Señor lo bendiga.

Saludos,

Francisco


Respuesta del sacerdote

Estimado Francesco,

1. en el catecismo de Pío X, a la pregunta «dónde está Dios?» se puede leer esta respuesta: Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar: es el INMENSO.

2. Los antiguos paganos pensaban que los dioses (como los de Homero) moraban en el Olimpo y que de vez en cuando descendían a la tierra.

Los más sabios entre los paganos, como Platón, pensaban que Dios estaba en el extremo del mundo inteligible. No, por lo tanto, en este mundo sino por encima del hiperuranio (el mundo de las ideas).

Aristóteles, quien definía a Dios “Acto Puro”, decía que Dios está en la última esfera celeste.

En todo caso, a Dios se lo localizaba siempre, es decir, habitaba en un lugar determinado.

3. En la Sagrada Escritura Dios no está vinculado a ningún lugar.

Al contrario, es el Señor de todos los lugares y obra en todos ellos. Así es que desde la Mesopotamia y desde la tierra de los Caldeos llama a Abraham. Lo protege en Egipto.

También obra en Egipto en la época de la esclavitud permitiendo que el faraón endurezca su corazón y hace maravillas.

Luego conduce a su pueblo por el desierto hacia la tierra prometida.

El poder de Dios no se limita a Palestina.

El Dios que se revela en las Sagradas Escrituras no es un Dios local como las deidades paganas.

En el libro de los Proverbios leemos: «Los ojos del Señor están en todas partes, vigilando a los malos y a los buenos» (Prov 15,3).

En Jeremías: “Acaso yo soy Dios sólo de cerca –oráculo del Señor– y no soy Dios de lejos? Puede un hombre esconderse en un lugar secreto sin que yo lo vea? –oráculo del Señor– Acaso no lleno el cielo y la tierra? –oráculo del Señor–” (Jeremías 23, 23-24).

4. Él siempre está cerca nuestro y puede ayudarnos: “Si cruzas por las aguas, yo estaré contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.» (Is 43, 2-3).

En ninguna parte puede el hombre escapar de la presencia de Dios: “A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? 

A dónde huiré de tu presencia? 

Si subo al cielo, allí estás tú; 

si me tiendo en el Abismo, estás presente. 

Si tomara las alas de la aurora 

y fuera a habitar en los confines del mar, 

también allí me llevaría tu mano 

y me sostendría tu derecha. 

Si dijera: «Que me cubran las tinieblas 

y la luz sea como la noche a mi alrededor!», 

las tinieblas no serían oscuras para ti 

y la noche será clara como el día.” (Sal 139,7-12).

San Pablo dice muy claramente: «El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra.» (Hch 17,24).

5. Los antiguos autores cristianos, incluidos los Santos Padres, también la pensaban así: “Es propio de Dios altísimo, omnipotente y existente Dios, no solo estar en todas partes sino verlo todo y oírlo todo (cf. Homero, Odisea, 11,109), y también no estar contenido en ningún lugar. Si no, el lugar que lo contuviera llegaría a ser más grande que él.

Pues el continente es mayor que lo contenido. Dios, entonces, no es contenido

sino que él mismo es el lugar de todas las cosas.” (San Teófilo de Antioquía, Ad Autolycus, 2,3).

Según San Atanasio: “Dios contiene todas las cosas, mientras que en cambio Él no está contenido en ninguna: Él está en todas las cosas con Su bondad y con Su potencia; pero está afuera y por encima de todas las cosas con su naturaleza” (De decretis nicaenae synodi 11).

San Ambrosio: “Dios penetra todas las cosas, sin ser penetrado por nada; en todas partes está presente en su entereza: en el cielo, en la tierra, en las profundidades del mar» (De Fide ad Gratianum, 1, 16, 106).

Santo Tomás: “Dios está en todos por potencia en cuanto que todo está sometido a su poder; que está por presencia en todos en cuanto que todo queda al descubierto ante Él; que está en todos por esencia en cuanto que está presente en todos como razón de ser» (Suma Teologica, I, 8, 3).

Al mismo tiempo no se confunde con ellas (esto sería panteísmo), sino que las trasciende.

6. Por lo tanto, Dios no está en el más allá, entendido como un lugar, como indican los grandes filósofos paganos antes mencionados.

Tampoco se mezcla con todas las cosas, como sugieren los panteístas.

Por supuesto, Dios es inmanente en el mundo, porque le da todo lo que tiene.

Pero al mismo tiempo lo trasciende infinitamente.

7. En el Antiguo Testamento la palabra «cielo» tiene un triple significado:

1. el cielo estrellado;

2. la morada de Dios;

3. el lugar de la felicidad eterna de los hijos de Dios.

Este último significado también se encuentra a menudo en el Nuevo Testamento.

8. Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento se utilizan también otras expresiones : «Las almas de los justos están en las manos de Dios» (Sab 3, 1), «están en paz» (Sab 3: 3), «el Señor será su rey para siempre» (Sab 3, 8).

“Pero los justos viven para siempre; su recompensa está en el Señor y el Altísimo se preocupa de ellos. Por eso, recibirán la espléndida realeza y la hermosa diadema de las manos del Señor; porque él nos protegerá con su mano derecha y los defenderá con su brazo.” (Sab 5, 15-16).

9. La expresión «que estás en los cielos» aplicada al Padre Nuestro no debe entenderse en un sentido material.

Esto es lo que dice Santo Tomás al respecto: » … las palabras “que estás en los cielos” pueden referirse a la omnipotencia del que nos oye; y así, que por los cielos entendamos los cielos materiales; no porque Dios esté encerrado en los cielos materiales, porque está escrito en Reyes 8, 27: “Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte”; sino para dar a entender: que Dios es de penetrante observación, porque ve desde muy alto. Salmo 101, 20: “Ha mirado desde su santa altura”; que es sublime en su poder, según el Salmo 102, 19: “El Señor dispuso su asiento en el cielo”; que es estable en su eternidad, según el Salmo 101, 13: “Mas Tú permaneces eternamente”; y también el (versículo) 28: “Y tus años no tienen fin”. Por lo cual se dice de Cristo en el Salmo 88, 30: “Su trono es como el día del cielo”. (Comentario al Pater).

10. La expresión «está sentado a la derecha del Padre» significa que Cristo como hombre ejerce la potencia infinita de Dios sobre el mundo.

11. Además, el cuerpo de Cristo resucitado no es un cuerpo material y por tanto circunscribible a un lugar determinado, sino que es glorioso y espiritual. Y por lo tanto no está circunscrito por el espacio.

Jesús resucitado, como hombre, habita en Dios.

Lo mismo hay que decir de la Santísima Virgen, cuyo cuerpo es igualmente glorioso y espiritual.

Lo mismo debe decirse de los Santos que actualmente están en el Cielo sólo con su alma que es espiritual.

Uno de los textos más elocuentes de la Escritura al respecto es la primera carta a los Corintios: “se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales (…). Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual.Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial. Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible.” (1 Cor 15,44.48-50).

12. En conclusión, el Paraíso, más que un lugar, es un estado en el que se está perfectamente unido a Dios.

Estamos equipados para la unión con Dios a través de la lumen gloriae, que nos hace proporcionados para ver a Dios, más aún para disfrutar de Dios y vivir eternamente en perfecta comunión de vida con Él.

En el Dictionaire de Théologie catholique (XIII, 1331) leemos: «En ninguna de las definiciones de la Iglesia relativas al paraíso, al purgatorio y al infierno podemos encontrar alguna alusión a un lugar. Basta recordar que Dios está fuera del espacio y del tiempo y que entrando en el Paraíso se entra en Dios”.

Te agradezco la pregunta, te recuerdo al Señor y te bendigo.

Padre Angelo