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Buenos días padre,
leo siempre con mucho gusto sus respuestas que me reconfortan.
Yo creo en todo lo que ha sido revelado. Si la fe es un don, entonces a mí me fue concedido en abundancia…
Sin embargo hay algo que no logro comprender en profundidad… y es el hecho de que Dios siempre ha existido… no tuvo nunca un comienzo.
Nosotros estamos ligados a nuestra naturaleza. Si pienso en cuando yo era niño me parece que ha pasado muchísimo tiempo. Sin embargo, transcurrieron tan solo 71 años.
En cambio Dios siempre existió. De veras que esto no logro comprenderlo en profundidad, pero lo creo porque tengo fe.
Otra cosa sin embargo, me atemoriza, me quita la respiración y es la palabra eternidad.
¡Quiere decir que no terminará jamás!
Si me permite, hay algo más que quisiera preguntarle: ¿cómo será nuestra vida siempre que seamos admitidos a estar a la presencia de Dios? ¿Estaremos sometidos a la fuerza de gravedad? ¿Veremos el sol levantarse? ¿Tendremos necesidad de dormir?
Creo que la respuesta será “Veremos nuevos cielos…”.
Gracias por sus respuestas.
Aldo
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Risposta del sacerdote
Querido Aldo,
1. hablando de la eternidad corremos el riesgo de que nos formemos un concepto errado.
Puesto que nosotros vivimos en el tiempo, que en sí mismo es la medida del movimiento según un antes y después, extrapolando decimos que Dios es eterno porque existió desde siempre y existirá para siempre.
Al decir “desde siempre…para siempre” introducimos sin quererlo, la noción de tiempo. Lo interpretamos como algo cuya duración es interminable.
2. Pero Dios no es así.
Por eso Santo Tomás al comienzo de la Suma teológica dice que nuestro modo de hablar de Dios es más negativo que positivo, es decir que excluimos en Dios lo que es propio del hombre o de las criaturas.
Es inevitable que así sea, pues nosotros hablamos de Dios a partir de las obras hechas por Él.
De la misma manera, hablamos de eternidad, a partir de la noción de tiempo, para llegar a la conclusión de que en Dios no existe el tiempo.
3. Precisamente dice Santo Tomás: “Sabido que alguna cosa existe o es, hay que averiguar cómo es, para llegar a saber qué es. Pero, como de Dios no podemos saber lo que es, sino sólo lo que no es, tampoco podemos tratar de cómo es, sino más bien de cómo no es”(Suma teológica, I, 3, proemio).
4. La eternidad de Dios se postula por el hecho de que Dios no puede pasar de la potencia al acto. Si Dios pasara de la potencia al acto, estaría adquiriendo algo que todavía no posee. Si así fuese no sería la suma perfección, no sería Dios.
Dice Santo Tomás: “el concepto de eternidad se deriva del de inmutabilidad -como el de tiempo del de movimiento-, y puesto que Dios es lo más inmutable, a Él compete ser eterno en grado máximo. Y no solamente es eterno, sino que es su misma eternidad; y, en cambio, ninguna otra cosa es su propia duración, porque ninguna es su ser. Pero Dios es su ser uniforme, por lo cual, lo mismo que es su esencia, es también su eternidad”.(Suma teológica, I, 10, 2)
5. Santo Tomás dice también que “esta es la diferencia entre eternidad y tiempo, que el tiempo tiene el ser en una cierta sucesión, mientras que la eternidad lo tiene todo junto” (IV Sent., d. 49, 1, 1, ad 3). (traducido por el traductor)
“En la eternidad no hay sucesión, ya que toda ella existe a la vez” (Suma teológica, I, 10, 1).
Por eso mismo hace suya la afirmación de Boecio según la que la eternidad es “posesión total, simultánea y completa de una vida interminable” (“interminabilis vitae tota simul et perfecta possessio”; De consolatione, 5).
6. Al hablar de nuestra vida futura tenemos que adoptar los mismos criterios que cuando hablamos de Dios.
Puesto que la vida eterna consiste en ser partícipes “del acto divino y también de su eternidad, que es su medida, del mismo modo el acto del hombre se vuelve eterno” (IV Sent., d. 49, 1, 1, ad 3). (Traducido por el traductor).
De este modo, “el poder divino, eleva al hombre hasta la participación de la eternidad, que supera toda mutación”(Suma teológica, I-II, 5,4, ad 1).
7. Específicamente a tus últimas preguntas, hay que decir: ya que nuestros cuerpos serán gloriosos y espirituales, no será necesaria la fuerza de gravedad.
Por lo demás, no veremos levantarse el sol como lo vemos aquí, sino que veremos todas las auroras de este mundo desde su comienzo hasta el final “de manera simultánea”, de la forma propia de conocer de la eternidad.
Deseando que poseas plenamente este bien para el que fuimos creados y redimidos, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo