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Buenas tardes,
¿podría explicarme por qué Aristóteles y Santo Tomás, en su demostración de Dios, afirman que la cadena causal hacia atrás no puede ser infinita, sino que necesariamente debe haber un punto de partida que es Dios?
No entiendo por qué « no puede ser ».
¿Quién lo dice?
¿En base a qué «no puede»?
Visto así, me parece un poco como agarrarse a un clavo ardiendo, del tipo ‘para cerrar el argumento meto a Dios y cerramos así ‘.
Es decir: tal y como se explica y describe normalmente, no está claro por qué la cadena causal no puede ser eterna.
¿Quién lo prohíbe?
Gracias.
Respuesta del sacerdote
Querido,
1. el por qué no se puede ir al infinito está claro y quizás demasiado claro como para que Santo Tomás no lo explique.
Confieso que yo también me hice esta pregunta alguna vez.
La respuesta, sin embargo, no es difícil: porque cada uno comunicaría a los demás una entrada que no posee de sí mismo y que no ha recibido.
En otras palabras, faltaría el momento en que lo que se mueve pasara de la potencia al acto y pudiera comunicar esa energía a una serie infinita de seres.
Si se mueve, es decir, pasa de potencia a acto, se mueve porque finalmente es movido por una realidad que en sí misma es acto.
Si fuera acto, sin potencia, sería Dios y entonces ya tendría en sí toda la perfección.
Por eso Aristóteles, hablando de Dios, decía que Dios es Acto puro, motor inmóvil, se mueve sin ser movido, sin pasar de potencia a acto.
Este razonamiento corresponde a la dicha primera vía de Santo Tomás.
2. Si las lees con atención, verás que no hay en ellas ningún pasaje ilógico.
«Que Dios existe puede probarse de cinco maneras.
La primera y más evidente es la que se infiere del movimiento. La primera y más clara se funda en el movimiento.
Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven.
Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve.
En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío.
Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma.
Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro.
Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro.
Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano.
Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios» (Suma Teológica, I, 2, 3).
3. Llegando a la tercera vía: Santo Tomás señala que hay muchas realidades que no tienen en sí mismas la fuente de la existencia porque bien podrían no existir.
Pues si tuvieran en sí mismas la fuente de la existencia serían desde siempre y para siempre y coincidirían con Dios.
Pero no es así.
Por lo tanto, si existen aunque también podrían no existir, significa que han recibido la existencia de un ser distinto de ellos mismos, que en sí mismo es la fuente de la existencia, que existe en sí mismo. Y éste es el que llamamos Dios.
Si pudiéramos ir hasta el infinito nos encontraríamos con una serie de seres que no tienen la fuente de la existencia en sí mismos, y sin embargo se la comunican unos a otros sin haberla recibido. Y esto es evidentemente imposible porque nada se saca de la nada.
Sólo un poder creador, que es propio de Dios, puede hacer tal cosa.
4. He aquí de nuevo las palabras precisas de Santo Tomás: «La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario.
Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan.
Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió.Si por lo tanto todas las cosas (existentes en la naturaleza son tales que) pueden no existir, en un momento dado no había nada en realidad. Pero si esto es cierto, incluso ahora nada no existiría, porque lo que no existe, no comienza a existir excepto por algo que es.
Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe.Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario.
Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios» (Ib.).
5. Y he aquí la quinta vía: «La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios »(Ib.).
6. Como ves, no se trata de cerrar un argumento sin razonar.
Sino precisamente razonando, a partir de los efectos se llega a la causa.
Al fin y al cabo, es el mismo procedimiento que utiliza San Pablo, que escribe en su carta a los Romanos: ‘ya que sus atributos invisibles –su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa.’ (Rom 1,20).
Te bendigo, te deseo lo mejor y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo