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Pregunta
Estimado Padre,
Me llamo Claudio, soy un patólogo italiano y hace años que trabajo en Alemania. Su apartado me parece interesante, está cuidadosamente escrito, y aunque no soy creyente a menudo lo leo.
Entre otras cosas me ocupo de practicar autopsias y de defender su importancia y el valor que tiene para la medicina y sus avances.
Son pocas las actividades de la medicina que reciben tan mal trato como la autopsia.
Creo que hay que tener una verdadera pasión para trabajar decorosamente en este campo: hay que desarrollar destreza y una refinada técnica sobre un material no precisamente cautivador, a veces incluso desagradable.
Una buena práctica forense ofrece muchas ventajas:
a) descubre causas de muerte aún en casos complejos y poco claros;
b) suaviza a menudo los remordimientos que suelen angustiar a los parientes y amigos (“si hubiera hecho, preguntado…”)
c) sirve para preparar a los estudiantes de medicina y a los jóvenes médicos que se están formando
Y podría seguir…
A veces, según me cuentan los colegas de medicina general cuando piden el consentimiento de los parientes por los decesos ocurridos en el hospital, encuentran resistencia por parte de los familiares por razones religiosas a autorizar las autopsias, como si fuera un pecado o moralmente reprobable.
Como soy agnóstico/ateo, no sé cuál es la posición de la Iglesia, desearía que Usted me explicara si estos temores tienen fundamento y qué piensa la Iglesia al respecto.
Si alguna vez me tocara hablar con personas cristianas de este tema, ¿podría tranquilizarlas o no? ¿Puede sugerirme algo?
Desde ya le agradezco su respuesta. Le envío cordiales saludos.
Claudio.
Respuesta del sacerdote
Querido Claudio,
1. la autopsia (palabra de origen griega que de por sí quiere decir observación o examen de sí mismo) es ese conjunto de operaciones sobre el cadáver que los expertos llevan a cabo para determinar la causa de la muerte o para conocer mejor la causa del deceso o para conocer mejor las condiciones de los diferentes órganos y tejidos del fallecido.
2. La autopsia practicada por razones clínicas y médico-legales es perfectamente lícita, incluso inmediatamente después del fallecimiento, excepto por el lapso de tiempo que debe transcurrir entre dos electroencefalogramas planos distanciados entre sí por un lapso de seis horas.
Por supuesto que hay que actuar con el debido respeto hacia el cadáver, que fue vivificado por el alma espiritual y está destinado a resucitar.
3. En el pasado no se acostumbraba hacer disecciones de cadáveres humanos y el estudio anatómico se llevaba a cabo estudiando la anatomía de los cadáveres de animales.
Las primeras autopsias se practicaron en Italia de manera sistemática, a partir de los años 1300.
Mondino dei Liucci, (1370-1316), tiene el mérito de haber introducido en Bolonia la disección del cadáver humano como materia de estudio universitario.
4. La Iglesia nunca se opuso a los estudios de anatomía humana, ni de anatomía patológica efectuadas mediante la disección de cadáveres.
A propósito de ello, está el lindo testimonio de San Francisco de Sales. Cuando era estudiante en Padua, en 1590 contrajo la peste que lo llevó al borde de la muerte, por lo que se confesó, recibió la extrema unción y el Viático. Había escrito un testamento, dejando a disposición lo único que poseía: su propio cuerpo. Ya que en Padua a los profesores y estudiantes “les hacían falta cadáveres” para estudiar anatomía y nadie los autorizaba, (de modo que furtivamente desenterraban a los muertos después de uno o dos días de la sepultura), Francisco dispuso que su cuerpo fuera puesto a disposición de los estudiantes para poder ser diseccionado como mejor creyeran.
5. La autopsia motivada por razones clínicas tiene como finalidad la de confirmar o rectificar el diagnóstico y es de gran utilidad no solamente para los estudiantes, sino también para los médicos que gracias a ella pueden conocer mejor las patologías que habían intentado curar.
6. Aún así, si bien la investigación que se lleva a cabo mediante los cadáveres es de gran importancia, no se han de practicar en contra de las disposiciones del difunto o la explícita voluntad de los familiares, a menos que no subsistan graves razones para resguardar el bien común.
Se puede comprender la reluctancia de muchos a la idea que el cuerpo quede expuesto a este tipo de operaciones. Existe el temor de faltar el respeto al difunto.
Por eso es necesario asegurar a los interesados que el estudio se realizará solamente en la parte enferma, con el mayor respeto y de la misma manera con que se habría realizado estando el sujeto vivo, bajo anestesia.
Se tendrá que decir además que se hace para el bien y la salud de muchos y que por cierto es un acto de caridad.
7. La autopsia médico legal ordenada por la autoridad judicial prescinde de la voluntad o de los deseos de los parientes.
Esto es todo lo que sé decirte.
Te recuerdo con gusto al Señor y te bendigo.
Padre Angelo