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Pregunta

Me gustaría hacerte dos preguntas:

1) a qué se refiere concretamente San Pablo en 2Cor 1,8?

2) el rechazo a recibir tratamiento médico, sin buscar voluntariamente la muerte, sino soportar la enfermedad (por ejemplo, la cirrosis) hasta el final, reconociéndonos pecadores. Sería considerado un suicidio lento? O un ascetismo consciente?

Respuesta del sacerdote,

Estimado,

1. La Biblia de Jerusalén dice que es una de las numerosas pruebas enumeradas en 2Cor 11,23 y siguientes donde San Pablo habla de heridas, palizas, encarcelamientos, lapidaciones, privaciones de todo tipo.

Otros dicen que es difícil de determinar. Pudo tratarse de una enfermedad grave, de un peligro corrido o, como parece más probable, del tumulto suscitado en Éfeso por el orfebre Demetrio poco después de que San Pablo escribiera la primera carta a los Corintios. Los Hechos de los Apóstoles 19, 23-40 hablan de este grave tumulto.

2. En cuanto al cuidado de la salud, es necesario recordar que la salud es un bien preciado no sólo para el individuo sino también para la sociedad.

Por lo que siempre es necesario recurrir a los llamados tratamientos “proporcionados”.

Juan Pablo II decía en Evagelium vitae: “Ciertamente existe la obligación moral de curarse y hacerse curar, pero esta obligación se debe valorar según las situaciones concretas; es decir, hay que examinar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados a las perspectivas de mejoría. La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; expresa más bien la aceptación de la condición humana ante al muerte.” (EV 65).

3. En el caso particular que me presenta, debe proceder con cautela.

Si el mal está en su fase inicial o incluso en su continuación, aunque la intención de abrazar todos los sufrimientos en expiación de los propios pecados sea noble, no justifica, sin embargo, la renuncia a los tratamientos proporcionados que aseguran   la capacidad de cumplir todavía con los propios deberes.

Si, por el contrario, se ha llegado al final y los tratamientos de hecho no obtienen ningún resultado, es legítimo no impedir que la muerte siga su curso.

4. El Papa Francisco (el 7 de noviembre de 2017) recordó la enseñanza de Pío XII cuando dijo “que no es obligatorio utilizar siempre todos los recursos potencialmente disponibles y que, en casos bien determinados, es lícito abstenerse” .

Luego recordó la indicación de la Congregación para la Doctrina de la Fe: «Por tanto, es moralmente lícito renunciar a la aplicación de los medios terapéuticos, o suspenderlos, cuando su uso no corresponde a ese criterio de ética y humanidad  que se denominará en lo sucesivo «proporcionalidad de la cura» (Declaración sobre la eutanasia, 5 de mayo de 1980).

Y añadió: “El aspecto peculiar de este criterio es que toma en consideración «el resultado que puede esperarse, dadas las condiciones del enfermo y de sus fuerzas físicas y morales» (ibid.). Permite, por lo tanto, llegar a una decisión que se califica moralmente como renuncia al «ensañamiento terapéutico»

“Es una decisión (la de renunciar a los tratamientos desproporcionados, nota del editor) que asume de manera responsable el límite mortal de la condición humana, en el momento en que se da cuenta de que no se puede contrarrestar. «Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla», como especifica el Catecismo de la Iglesia Católica (n.° 2278)

Esta diferencia de perspectiva restituye humanidad al acompañamiento del morir sin abrir justificaciones a la supresión de la vida. 

Notamos, de hecho, que no activar o suspender el uso de medios desproporcionados, equivale a evitar el ensañamiento terapéutico, es decir, a llevar a cabo una acción que tiene un significado ético completamente distinto de la eutanasia, que sigue siendo siempre ilícita, ya que se propone interrumpir la vida dando la muerte” (Ib.).

Te deseo lo mejor, te recuerdo en el Señor y te bendigo.

Padre Angelo