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Pregunta

Buenos días, Padre Angelo,
antes que nada quiero darte las gracias por la obra que realizas cotidianamente, (el tuteo es por nuestra hermandad en Cristo), luego en segundo lugar ,quisiera exponerte una consideración: el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto hasta el más “malvado” conserva una parte buena y a menudo aquellos a quienes consideramos malos, son solamente incomprendidos.
Aclarado esto, yo rezo todos los días por todas las almas no sólo por las que están en el Paraíso, sino también en el Purgatorio y en el Infierno, sobre todo pidiendo la intercesión de San Antonio de Padua, el Santo de los milagros.
¿Qué opinas de esto? ¿Puedes por favor decirme si otros hermanos han rezado también por las almas del Infierno?
Gracias por la atención y que tengas un hermoso día.
Alabado sea Jesucristo.
Andrea


Respuesta del sacerdote

Querido Andrea,
1. no hace mucho que en el evangelio del domingo escuchamos la parábola del rico que banqueteaba abundantemente y del pobre Lázaro.
El primero acabó en el infierno.
Y viendo que Lázaro estaba junto a Abraham, le pidió a este último que mandara a Lázaro a mojar la punta del dedo en el agua para que le tocara la lengua.
Abraham le respondió que eso no era posible porque entre las dos situaciones, paraíso e infierno, hay un enorme abismo.
El gran abismo significa que la situación del infierno, como por otra parte la del paraíso, es irreversible.

2. Si fuera útil rezar por aquellos que están en el infierno habría que concluir que su pena podría disminuir hasta que quedara anulada la eternidad.
Pero esto no es posible, porque más allá de esta vida no se puede merecer. Y no se puede merecer porque no hay tiempo para poder merecer.. De hecho están fuera del tiempo.
Se encuentran en la eternidad, que es un instante que no pasa.

3. Escribe Santo Tomás de Aquino: el error de Orígenes fue, que los demonios alguna vez por la misericordia de Dios han de ser librados de las penas. Pero este error está reprobado por la Iglesia por dos motivos: primero porque repugna manifiestamente a la autoridad de la Sagrada Escritura, en la que consta ( Apoc. 20, 10): “y el diablo que los engañaba fue metido en el estanque de fuego y de azufre; en donde la bestia y el falso profeta serán atormentados día y noche en los siglos de los siglos”; por lo que en la Escritura se acostumbró a significar la eternidad.
En segundo lugar, porque por una parte, Orígenes, extendía demasiado la misericordia de Dios y por otra la coartaba en extremo. Porque la misma razón parece haber para que los ángeles buenos permanezcan en la eterna bienaventuranza, como para que los ángeles malos sean castigados eternamente. De donde así como establecía que los demonios y las almas de los condenados alguna vez se habían de librar de la pena; así también establecía que los ángeles y las almas de los bienaventurados alguna vez habían de ser devueltos de la bienaventuranza a las miserias de esta vida”. (Suplemento de la Suma teológica, 99,2). 
Por lo tanto, “así como  es inconveniente establecer que la vida de los justos se acabe alguna vez. Luego es inconveniente establecer que el suplicio de los réprobos se termine”. (Ib., 99, 3, sed contra).

4. Acerca de la inutilidad de la oración en favor de los condenados, he aquí cuanto dice Santo Tomás: «como dice San Agustín y San Gregorio los santos en esta vida, si ruegan por los enemigos, es para que se conviertan a Dios, cuando aún pueden  hacerlo. Porque si supiéramos que están destinados a la muerte no rogaríamos por ellos como no rogamos por los demonios.
Y por cuanto no habrá tiempo de conversión después de esta vida para los que parten de ella sin la gracia, por eso no se hace por ellos ninguna oración, ni por la Iglesia militante ni por la triunfante.
Lo que se pide por ellos, como dice el Apóstol (1v Tim. 2, 25), es que Dios les de algún día arrepentimiento para conocer la verdad, y que salgan de los lazos del diablo» (Ib., 99, 3, ad 2).

5. Por lo tanto la oración para los condenados es inútil.
Ni siquiera la oración de San Antonio puede revertir una sentencia eterna.
Sin embargo no fue inútil para ti, porque cada obra buena, sobre todo si ha sido cumplida en gracia de Dios, es meritoria.

Te bendigo, te recuerdo en la oración y te deseo todo bien.
Padre Angelo