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Querido Padre Ángel,

Hace tiempo que sigo sus respuestas a los fieles buscando que me ayuden a mí también, pero en particular le pido que me ayude a resolver un tema que se ha convertido en una fuente perenne de preocupación.

Soy un chico de 24 años y solo en los últimos años me he acercado fuertemente al Señor después de una vida de pecados y blasfemias, hace aproximadamente 2 años le hice un voto a Dios de no blasfemar más y que si llegaba a hacerlo nuevamente me habría “castigado” físicamente recurriendo a un dolor físico que era importante para mí y que si no me hubiera castigado entonces habría elegido el castigo de ir libremente al infierno por mi cuenta. Después de un tiempo me arrepentí de esta penitencia, y al leer vi que sólo van allí aquellos que rechazan la salvación y deciden ir al infierno, por eso mi primera pregunta es: aunque me arrepiento de haberme dado esta penitencia si no respeto mi voto ¿Seguiría yendo al infierno porque juré que quería ir allí libremente si no hubiera respetado mi voto?

Otro tema, sin embargo, es que a partir de ese momento comencé a hacer promesas y votos al Señor con demasiada “facilidad”, como si me hubiera dejado llevar por tomar estos votos “a la ligera”. Durante un tiempo creí que por mi culpa había empujado al diablo a perseguir a mi novia y que la había condenado al infierno (estúpidamente porque sólo más tarde me di cuenta de que no tengo esta “facultad” y que sólo Dios tiene este poder), en aquel momento, sin embargo, preso del pánico, hice nuevamente el voto de que si en cambio el Señor la hubiera salvado del infierno, ya no comería dulces y me habría privado de muchas otras cosas que me daban placer en la vida, estancándome cada vez en renuncias cada vez más “asfixiantes”, ahora dándome cuenta con la mente clara de lo que he hecho, me pregunto: ¿son válidos estos votos que hice pidiéndole al Señor que salvara del infierno a personas que pensaba que estaban condenadas sólo por mi culpa? 

Finalmente la última pregunta: cada vez que cometía pecados entraba en pánico y buscaba un “remedio” haciendo muchos pequeños votos como el ayuno total de pan y agua varias veces al mes o la renuncia de algunos bienes materiales, pero este tipo de renuncias con el tiempo hicieron sufrir a mis padres y solo ahora me doy cuenta de lo que hice, quiero señalar que mi mente estaba lúcida cuando le hice estas promesas a Dios pero que tal vez habría debido hablar con un párroco para conseguir una opinión menos parcial, por lo tanto pregunto si es posible prescindir de estos votos realizados en momentos de debilidad.

Gracias por dedicarme su tiempo, estará en mis oraciones,

un abrazo.

Respuesta del sacerdote

Muy querido,

1. Me alegra de que hayas escuchado el llamado del Señor y hayas regresado a él.

El voto de no blasfemar es una obligación más que te has dado para corregirte de un pecado que se había convertido en vicio.

2. Sin embargo, en la parte donde dices que, si te hubiera ocurrido de haber vuelto a blasfemar, te habrías castigado físicamente, deberías haber sido más cauteloso.

Con esto quiero decir que deberías haber pedido permiso al confesor, quien habría evaluado si era apropiado hacer tal cosa y de qué manera.

Si yo hubiera sido tu confesor te habría dicho que te enmendaras recitando el Salmo 51: Miserere mei Deus, con la intención de confesarte para volver a la gracia de Dios y poder recibir la Sagrada Comunión.

3. Mientras que en la parte donde dices que si no hubieras hecho la penitencia corporal central habrías elegido ir al infierno, cometiste un error porque uno no puede elegir ir al infierno como un voto.

Ir al infierno significa odiar eternamente a Dios.

Ahora bien, el voto consiste en la promesa hecha a Dios de un bien posible y mejor. Pero elegir ir al infierno no es nada bueno de ninguna manera.

En este sentido el voto es nulo.

4. Por supuesto, no lo hiciste para odiar eternamente a Dios sino para ser castigado por blasfemia.

De algún modo en la misma línea en la que se expresó San Francisco de Sales cuando, desesperado de su propia salvación por las influencias jansenistas y protestantes, pidió al Señor que “si realmente tuviera que ir al infierno y estuviera entre los que nunca verían su rostro, tendría al menos la gracia de no estar entre los que maldicen su santo nombre.”

5. El consejo que te doy para este voto y para todos los innumerables que has hecho es que lo hables directamente con tu confesor o con un párroco para que te conceda la dispensa. Y en lugar de todo esto, decirte que hagas algo útil.

Te hablé del confesor o del párroco porque según el derecho canónico sólo ellos tienen la potestad de conmutar o dispensar los votos emitidos.

6. Especialmente para tu futuro, precisamente porque eres propenso a hacer votos y a hacer tu vida cada vez más imposible, proponte no hacer ningún voto a menos que sea con el consentimiento de tu confesor. En caso contrario lo considerarás nulo y por tanto no vinculante.

Muchas gracias por estar en tus oraciones. Sigue así.

Con la esperanza de un crecimiento cada vez mayor en la comunión de gracia con Dios, te aseguro mi oración y te bendigo.

Padre Angelo