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Querido Padre Angelo Bellon,
Le agradezco por el tiempo que dedica a responder las preguntas de tantas personas. Gracias de corazón. Yo fui criado como católico, pero tengo grandes conflictos con las religiones. Estoy buscando adentrarme por completo en la iglesia católica pero me siento incómodo porque no logro superar los obstáculos que me generan las grandes dudas que tengo, sobre todo desde el punto de vista moral.
Primera pregunta: ¿Qué será de los millones de personas que en la historia de la humanidad nunca conocieron ni a Cristo ni el evangelio? ¿o de aquellas personas generosas y de buen ánimo que no han recibido el don de la fe (o porque son educados en otras religiones o porque son educados en contextos no religiosos)? Sé que en el pasado respondió así a una pregunta parecida: “El señor tiene muchas maneras para conducir a los hombres a la salvación. Hay que recordar que San Juan dice que Cristo es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9). Los ilumina a través de la conciencia y de la buena fe.
Si a esto se suma la buena conducta y el arrepentimiento por los pecados cometidos, junto con la ayuda de la gracia que se recibe ampliamente, incluso fuera de los sacramentos, ciertamente las personas se salvan. Ésta es la doctrina de la iglesia de siempre…”
Pero si ésta es la doctrina de la iglesia desde siempre, ¿cómo es posible que en los diferentes sitios para catequistas, incluso en el catecismo de la iglesia católica, se diga que no arrepentirse de un pecado mortal (por ejemplo la masturbacion ocasional o los casados que tienen relaciones con amor pero sin fines procreativos)
puede privarnos de la vida eterna? (…)
¿Cómo es posible, entonces, que los no bautizados puedan ser acogidos en el cielo si los católicos, tal vez igualmente piadosos y bondadosos, arriesgan tanto por los mismos pecados? Entonces ser catolico y tener fe es una desventaja: si lo eres, cada acto que “choca” con el catecismo de la iglesia, te lleva al infierno en cambio, como otros teólogos católicos dicen, un ateo bueno (como el buen samaritano) no es un alma perdida. No tiene sentido (…)
Segunda pregunta: ¿cómo es posible que los sacerdotes no hablen sobre los temas morales? Yo voy a la iglesia desde que tengo 6 años, frecuenté la catequesis hasta los 13. La mayor parte de mis amigos son católicos y frecuentan la iglesia, yo voy seguido aunque no siempre, pero nosotros los católicos sabemos poco y nada sobre la moral católica como la presenta el catecismo de la iglesia.
¿Cómo es posible que los sacerdotes no nos enseñen cómo comportarnos? En toda mi vida ningún sacerdote me ha explicado que tener una novia y tener relaciones me puede llevar al infierno. Ni siquiera mis padres lo sabían, tienen 70 años y van siempre a la iglesia. He hablado con diferentes catequistas y parece que ninguna ha respetado el precepto de no tener relaciones sexuales antes del matrimonio o de la castidad como casadas (no fornicación).
En casa no tienen una copia del catecismo de la iglesia católica. ¿Cómo es posible que dicho libro, la guía moral de los católicos, que habla de las cosas fundamentales como quién irá al paraíso o no, no sea distribuido y leído en las parroquias? Yo veo que todos los católicos que conozco, incluidas las catequistas, piensan que no exista la visión del sexo como pecado mortal.
Las mismas catequistas me dicen que esas son indicaciones generales y que la iglesia se está modernizando y que cambiará. Pero ¿por qué? ¿Quién lo dice? Yo no escucho hablar sobre tales debates sobre dicha modernización y hasta donde sé la moral sigue siendo aquella descrita en la catequesis. ¿Cómo es, asímismo, que las catequistas no crean en algunos principios importantes para la iglesia? Le digo más, mis amigas casadas que dan catequesis me dicen que en la confesión, los sacerdotes las absuelven incluso si usan anticonceptivos. Atención, no se les pide el arrepentimiento, simplemente son absueltas y se le dice que no es un comportamiento pecaminoso.
Escuchando estas cosas, les he mandado una copia del catecismo (las páginas que hacen referencia al matrimonio y la sexualidad) que se encuentran gratis en internet como PDF, y estas personas se las agarran conmigo, como si yo las hubiera escrito, y me ven como un extremista.
¿Cómo es posible que los mismos sacerdotes no nos hablen de ser castos y que podríamos ir al infierno junto a los asesinos y los nazis si usamos preservativos o si usamos métodos anticonceptivos (incluidos los naturales)? Yo veo que los católicos no creen en los principios morales de la iglesia y no se los toman en serio, yo soy uno de ellos.
Las relaciones sexuales que no tienen como finalidad la procreacion ¿son o no un pecado mortal si son un estilo de vida y no un pecado ocasional para confesar? El problema no es mio, no quisiera que su respuesta se centrara en mí, yo veo el problema como un conflicto entre la iglesia y la mayor parte de los fieles, catequistas y sacerdotes incluidos. Esta discrepancia es la base de mi pregunta, no mi situación personal.
Cordialmente,
Daniel.
Respuesta del sacerdote
Querido Daniel,
1. No es una desventaja ser cristianos, es una gran riqueza, un tesoro inmenso. Es cierto que Dios quiere que todos los hombres se salven (véase 1 Tm 2,4) y a todos ofrece su gracia. Pero la situación de quien no es cristiano es muy desfavorable porque no tiene claro el objetivo de la vida: la santificación.
No conoce la ley moral en toda su pureza, no tiene los medios ordinarios que ofrecen la gracia y la remisión de los pecados (los sacramentos). Pero, sobre todo, no conoce a Jesucristo, “nuestro gran Dios y Salvador” (Tit 2,13), “el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.”(Rm 9,5).
Saber que Jesucristo es Dios lo cambia todo, porque apenas se lo descubre se convierte en el punto de referencia, el centro y el fin de nuestra existencia. Además, tomar conciencia de que Jesucristo resucitado vive para siempre, está presente en todo, está cerca nuestro, y, si estamos en gracia de Dios, está en nosotros, es un recurso inigualable. San Pablo decía: “Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.” (Fil 4,13).
2. Es un gran tesoro pero al mismo tiempo una gran responsabilidad, porque tendremos que rendir cuentas de la riqueza recibida y del uso que hicimos de ella. Es indudable que seremos juzgados en un modo más severo que los paganos.
3.Pero la situación de los no cristianos permanece igualmente en desventaja porque la ley moral natural es quebrantada tanto por nosotros como por ellos.
Todos estamos inclinados al mal, tanto nosotros como ellos. Y todo lo que es pecado en el ámbito de la ley natural es pecado tanto para nosotros como para ellos. Es el pecado que separa de Dios. Pero mientras nosotros lo sabemos, con frecuencia nos damos cuenta y tratamos de enmendarlo, los no creyentes en Cristo de algún modo se quedan en la oscuridad. Es verdad que Dios a ellos les da la gracia del arrepentimiento a través de las vías que sólo Él conoce, pero, ¿la saben reconocer? ¿la saben aprovechar?
¿No es más fácil para ellos considerar como normal lo que en realidad no lo es, como por ejemplo la poligamia? Para cuántos de ellos no existe ni siquiera un conocimiento adecuado de Dios como persona, por ejemplo los budistas.
Si bien Dios ha ordenado cada cosa de modo que todos lo podamos conocer, todavía algunos lo buscan » aunque sea a tientas, y puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de nosotros.» (Hch 17,27).
4. Por eso la evangelización es importante siempre. Es el mandamiento que Cristo dió a los suyos antes de subir al cielo «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará» (Mc 16, 15-16).
5. Con respecto a la segunda pregunta, de alguna manera es verdad que la moral cristiana no es ni conocida ni enseñada. Igualmente es verdad que cuando estuviste en catequesis no se te dijeron muchas cosas, pero era necesario hacerlo así.
No se puede presentar a los niños la moral sexual matrimonial o prematrimonial, cada cosa debe hacerse gradualmente teniendo en cuenta la sensibilidad de los niños y la fase de desarrollo física y psicológica. Sobre todo es necesario no perturbarlos presentándoles cuestiones que no están a su alcance.
6. ¿Te preguntas por qué no se habla de estos temas en la misa? Te respondo en términos muy simples y veraces: porque la misa no es el momento adecuado. Es cierto que existe el momento de la homilía pero la homilía como tal tiene como objetivo explicar la palabra de Dios que se ha escuchado para iluminar y guiar nuestra vida con la luz del evangelio. Además, la catequesis tiene una estructura definida: hay que razonar, revisar conceptos, se necesita la interacción entre el interlocutor y la audiencia, escuchar sus preguntas y objeciones, nada de esto es posible durante la Misa.
7. Queda todavía un vacío, el vacío de la catequesis permanente. El Concilio de Trento lo había previsto al ordenar que en todas las parroquias, los domingos por la tarde, se expusieran el credo, los mandamientos, los sacramentos y las realidades escatológicas. Terminadas las exposiciones, en el giro de cuatro años, se retomaban de forma cíclica. Sería bueno si todavía se hiciera así. En una sociedad prevalentemente rural, en la cual generalmente no se salía del propio pueblo, era fácil reunir a la gente una segunda vez, era el día de descanso, no había tantas distracciones aquí y allá. Era también una oportunidad para conocerse y compartir.
El contexto actual no lo permite por diferentes motivos. Queda, sin embargo, el vacío y como tal debe llenarse.
Algunos movimientos eclesiales proveen por sí solos, pero la gran mayoría de la gente queda afuera de estos grupos, y esto trae como consecuencia que ni siquiera las catequistas conocen la moral cristiana.
8. Es muy noble de tu parte el celo por enviar a tus amigos las enseñanzas de Dios y de la Iglesia sobre la moral sexual. Incluso si se ponen en tu contra, al final saben que no se trata de tu opinión sino que es el mandamiento de Dios.
9. Desafortunadamente es verdad lo que has notado «cómo es posible que los sacerdotes no nos digan que debemos ser castos porque de lo contrario podemos ir al infierno”… Es verdad que los sacerdotes deberían ser los primeros en decirlo, pero deberían también hacerlo los padres y los educadores. La madre Teresa de Calcuta decía que el silencio sobre la pureza es un silencio impuro. Es un silencio que nace de la impuridad.
San Juan Crisostomo decía que si uno es impuro no encontrará las palabras adecuadas para hablar de pureza, mucho menos será en grado de incitar a la pureza. Para hablar de pureza es necesario ser puro.
10. La pureza es importante porque nos acerca a Dios. Jesus dijo: “Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.” (Mt 5,8)
El autor del libro de Sirácides dice que había buscado la Sabiduría, que en este caso es sinónimo de Dios, y escribe: “Hacia ella dirigí mi alma y, conservándome puro, la encontré.”(Sir 51,20)
11. Antes de concluir debo hacer una aclaración de lo que has escrito sobre la sexualidad, dices que según la doctrina de la iglesia la sexualidad es explicada sólo con fines de procreación, si bien es cierto que la intimidad conyugal tiene una finalidad procreativa intrínseca, esa intimidad no pierde su significado si no da como resultado la procreación o si se consuma en los periodos no fecundos.
Esto dice el magisterio de la iglesia: Estos actos, con los cuales los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana, son, como ha recordado el Concilio, «honestos y dignos», y no cesan de ser legítimos si, por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos, porque continúan ordenados a expresar y consolidar su unión.
De hecho, como atestigua la experiencia, no se sigue una nueva vida de cada uno de los actos conyugales. Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida. (Humanae vitae,11).
12. Me permito agregar otra cosa. Visto que los sacerdotes no enseñan estas cosas, por qué no te haces sacerdote y así puedes enseñarlas tu?
El profeta Isaías, en una circunstancia particular escribe: “Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!». Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Él le hizo tocar mi boca, y dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado». Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!».” (Is 6,5-8).
Tal vez el Señor aprovecha este silencio impuro generalizado para llamarte. San Domingo también fue llamado a predicar cuando aquellos que debían hacerlo, o sea los obispos, eran como perros mudos. Delante de aquel silencio no se conformó con el comportamiento de los demás sino que comenzó a hablar.
Con el deseo que puedas emplear tu vida en la predicación integral del evangelio para poder llevar el mayor número de personas a la salvación, oro por ti y te bendigo.
Padre Angelo