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Pregunta

Querido Padre Angelo,
estoy leyendo un librito interesante, se llama “El pastor” de Erma, y en el capítulo llamado “las pruebas de la vida” se menciona al ángel del castigo; uno de los ángeles buenos que han sido asignados para castigar a aquellos que durante su vida han errado lejos de Dios, andando detrás de las pasiones y placeres de este mundo, según lo han merecido, con diferentes atroces castigos. Algunos con adversidades, otros con privaciones, o varias enfermedades, otros con todo tipo de desgracias.
Tengo más de setenta años, soy consciente que he cometido muchas faltas en mi vida: he traicionado a mi esposa, y he pecado para con Dios y los hombres. Estoy sinceramente  arrepentido. Tengo la impresión de que me ha visitado el ángel del castigo desde hace algunos años, y  justamente. Tengo muchos problemas de salud y por último me han diagnosticado un tumor agresivo.
Siempre he sido un creyente,más bien inconstante, pero hace muchos meses no voy a la Iglesia pues estoy tan deprimido que estoy aceptando todo con una resignación fatal y no soy ni siquiera capaz de pedir ayuda al Señor. Quisiera tener la fuerza para rezar, no para pedir mi curación, sino para que Jesús me de la fuerza para soportar con serenidad todos los sufrimientos físicos y espirituales y especialmente que no haga sufrir por culpa mía a mis seres queridos.
Le pregunto:
1) las penas que estoy padeciendo, ¿son de veras un castigo divino o se deben entender como una purificación por los pecados cometidos? ¿Este Purgatorio en la tierra, tiene el poder de abreviar el que hay después de la muerte?
2) ¿cómo puedo rezar para obtener el perdón y el alivio de las penas? Las oraciones podrán servir?
¡Gracias y que Dios le bendiga!


Respuesta del sacerdote

Muy querido,

1. Erma, escritor cristiano de la primera mitad del siglo II, al hablar del ángel del castigo emplea un lenguaje antropomorfo.
En la misma palabra Ángel, que significa “mensajero”, estamos invitados a leer el mensaje que el Señor quiere darnos a través del sufrimiento.

2. A la primera de tus preguntas “las penas que estoy padeciendo, son de veras un castigo divino o se deben entender como una purificación por los pecados cometidos” prefiero responder con algunas afirmaciones de Juan Pablo II acerca del sufrimiento, que él mismo experimentó duramente en su vida. 

3. El sufrimiento, dice el Papa, encierra en sí un significado expiatorio porque “sirve para pagar el mismo mal objetivo de la transgresión con otro mal»(Salvifici doloris 11).

4. Aun antes de su valor expiatorio, es algo que quiere “llevar a la conversión” para “reconstruir el bien” que se perdió con el pecado.
El sufrimiento debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia. (SD 12)
En otras palabras, debe servir para construir la santificación.
Es en este sentido como se deben leer las palabras de la Sagrada Escritura: “estos castigos no han sucedido para la ruina, sino para la educación de nuestro pueblo”(2 Mac 6,12).

5. Sin embargo hay que tener en cuenta que en Cristo, y aun antes en Job, el sufrimiento alcanza también a las personas justas e inocentes.
Esto es, no está relacionada con la expiación de los pecados personales.
Aquí es que se revela un sentido nuevo en el sufrimiento porque en Cristo  “ha sido unido al amor, de aquel amor del que Cristo hablaba a Nicodemo, de aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha nacido de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su arranque. La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva” (SD 18).

6. Es así, como ya sea para justos y pecadores, el sufrimiento está destinado a convertirse en una fuente de gracia, de agua viva que se derrama sobre el mundo.
En Cristo el sufrimiento se ha convertido en “el precio de la redención” (SD 18).
A través del sufrimiento, Cristo llama a los hombres a difundir a través de la propia carne, los tesoros de la redención.
Ese es el motivo por el cual, cuando el sufrimiento se lo vive en Cristo, se convierte en salvífico, manantial de agua viva.

7. Me preguntas además si el sufrimiento tiene el poder de abreviar el Purgatorio.
Y bien, no solamente puede abreviarlo, sino también evitarlo del todo porque Dios no purifica dos veces por los mismos pecados, como observa Santa Catalina de Siena.

8. Preguntas por fin: “¿puedo rezar para obtener el perdón y el alivio de las penas? Las oraciones podrán servir?”
Sí, pero debes tener en cuenta de que no es como pagar una multa.
Todo tiene que ver con la caridad, es decir con el amor a Dios y a nuestro prójimo con el mismo corazón de Dios.
Es la caridad la que quema y purifica todos nuestros pecados.
Si tu rezaras mucho, pero tuvieras poca caridad, obtendrías poco.

9. Por eso te exhorto a que hagas lo que nuestro padre Santo Dominìgo, cada día rogaba a Dios para tener una caridad más grande.
Por lo tanto revitaliza frecuentemente actos caritativos en favor de quienes te han hecho sufrir, rezando por ellos.
Renueva constantemente tu perdón por las ofensas recibidas.
No hables mal de nadie.
Disculpa a todos.
“El amor cubre todos los pecados” (1Pd 4, 8).Te acompaño con la oración.
En la Misa ofreceré tus penas y tus dolores.
Los uniré de buen grado al sacrificio de Cristo para que se conviertan en fuente de agua viva para muchos.
Te deseo todo bien y te bendigo.
Padre Angelo