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Buenas noches Padre Angelo,
hace un momento que acabo de rezar el Rosario, pero no lo hice como hubiera querido.
¿Cómo puedo hacer para no distraerme y vivir más intensamente ese momento?
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
acabo de encontrar tu mail del 8 de noviembre de 2021. Te pido disculpas por la demora.
1. Me cuentas que te distraes durante el rezo del Rosario. Hay que reconocer que es fácil distraerse durante el Rosario.
La solución se halla en la estructura misma de esta oración porque mientras se dice el Padrenuestro y el Avemaría tendríamos que aplicarnos en la reconstrucción de la escena.
Pero los motivos de distracción no faltan nunca, ya sea por el cansancio del día, ya sea porque apenas nos detenemos afloran en nuestra mente todo lo que hemos dejado de lado, las palabras que hay que decir, lo que tenemos que hacer.
Por lo que al final tenemos que conformarnos con haber dedicado un poco de nuestro tiempo para estar con el Señor.
De tal manera no perdemos el mérito de la oración.
2. Santa Teresa del Niño Jesús se apenaba por sus distracciones durante el Rosario. Escribe: “No quisiera, sin embargo, Madre querida, que pensara que rezo sin devoción las oraciones comunitarias en el coro o en las ermitas. Al contrario, soy muy amiga de las oraciones comunitarias, pues Jesús nos prometió estar en medio de los que se reúnen en su nombre; siento entonces que el fervor de mis hermanas suple al mío. Pero rezar yo sola el rosario (me da vergüenza decirlo) me cuesta más que ponerme un instrumento de penitencia… ¡Sé que lo rezo tan mal! Por más que me esfuerzo por meditar los misterios del rosario, no consigo fijar la atención… Durante mucho tiempo viví desconsolada por esta falta de atención, que me extrañaba, pues amo tanto a la Santísima Virgen, que debería resultarme fácil rezar en su honor unas oraciones que tanto le agradan. Ahora me entristezco ya menos, pues pienso que, como la Reina de los cielos es mi Madre, ve mi buena voluntad y se conforma con ella” (Historia de un alma, 318).
3. Sin embargo, Santa Teresa amaba el Rosario, lo llevaba siempre consigo aun antes de ser carmelita. Cuando fue de peregrinación a Loreto, quiso apoyar su Rosario en el cuenco en que comió Jesús. Escribe: “Visité la salita donde el ángel se apareció a la Santísima Virgen… Metí mi rosario en la pequeña escudilla del Niño Jesús… ¡Qué recuerdos tan maravillosos…! Pero nuestra mayor alegría fue recibir al mismo Jesús en su casa y convertirnos en su templo vivo en el mismo lugar que él honró con su presencia” (Ib., 167).
4. Acerca de la atención durante la oración Santo Tomás recuerda que la oración tiene tres efectos: el primero que es meritorio para la vida eterna, el segundo apunta a la eficacia de la oración al pedir gracias y el tercero que es alimento para el alma.
Acerca del primer efecto (se entiende que la oración tiene un efecto meritorio para la vida eterna solo si se hace en gracia de Dios) Santo Tomás dice que “para conseguir este efecto, no es requerido que la atención acompañe de manera absoluta a la oración durante todo el tiempo. Como ocurre en todas las demás acciones meritorias, es suficiente la virtualidad de la primera intención con la que uno comienza la oración” (Ib.).
5. Acerca del efecto impetratorio dice que: “también para este alcanza la intención inicial, de la que Dios sobre todo tiene en cuenta”.
Pero si falta la intención inicial, la oración no puede merecer ni impetrar: de hecho ‘Dios no escucha la oración que hace quien ora sin prestar atención’ (Hugo de San Víctor, Expos. in Regul. S. Aug., 3)” (Ib.).
6. Para el tercer efecto, que es el de alimentar o saciar el alma, es necesario que haya atención porque de lo contrario no hay nutrición.
7. Por lo tanto no te desanimes por las distracciones porque en cada caso la oración siempre consigue algún efecto, como por ejemplo el primero y el segundo.
El tiempo dedicado a la oración, es siempre una buena inversión.
Te bendigo, te deseo que sigas gozando serenamente de las festividades navideñas y te aseguro mi recuerdo en la oración.
Padre Angelo