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Estimado Padre Angelo
Encontré vuestro sitio, no lo conocía. ¿Tendría la amabilidad de publicar en el sitio la explicación del Libro de Jonás y de sus pruebas? La fe a la hora de la prueba.
Gracias.
Benedetto
Respuesta del sacerdote
Querido Benedetto,
1. el libro de Jonás relata la misión que Dios le había encargado para la salvación de una ciudad pagana, Nínive.
Le había dicho que fuera hacia aquella ciudad para anunciar: “dentro de 40 días Nínive será destruida” .
Nínive era una ciudad pagana y el relato de Jonás quiere significar que Dios quiere que todos los hombres se salven, también los no cristianos.
Y como a todos no cesa de dar señales de su amor “prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones» (Hech. 14, 17), asimismo no deja de dar señales para inducir al arrepentimiento.
Esto lo hace con todos, con los no bautizados y con los bautizados, y también con aquellos que se alejaron de la casa del Padre.
2. Se puede deducir otra enseñanza a partir de las palabras dichas por Jonás para llamar a la conversión: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida».
De hecho es una severa amonestación, y sin embargo saludable. Si Jonás hubiese ido ante los habitantes de Nínive diciendo que las delicias del amor de Dios son más profundas y duraderas que el placer que viene de los sentidos, probablemente los habitantes de aquella ciudad habían respondido que se conformaban con el placer sensorial y dejaban para otros las delicias del amor de Dios.
En cambio Dios les hizo comprender de forma incontrovertible que la ciudad habría sido destruida si la gente no se hubiese convertido.
La gente creyó, tan es así que el relato cuenta que: «Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos». Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió (cfr. Jonás 3)” (DS 1678).
3. Nosotros podríamos decir que Dios sacudió a esa gente mediante el temor servil, es decir por miedo a los castigos. Ese temor fue saludable porque los dispuso al arrepentimiento. Hay pues que recordar que el temor servil es también un don de Dios y prepara para un temor más hermoso, el temor de los hijos que se arrepienten por haber apenado a los padres.
Por eso el concilio de Trento, justamente en relación a Jonás, pudo afirmar: “La contrición llamada «imperfecta» (o «atrición«) es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia”. En efecto, aterrados útilmente con este temor los habitantes de Nínive, hicieron penitencia con la predicación de Jonás, llena de miedos y terrores, y alcanzaron la misericordia de Dios. (cf Jonás 3)” (DS 1678).
4. Una tercera enseñanza se refiere precisamente a Jonás, que primeramente quiso escabullirse ante la voluntad de Dios.
Sin embargo, al fin, no pudo oponerse.
Toda una serie de eventos adversos le hicieron recapacitar y tuvieron el mismo efecto que las palabras que Jesús resucitado, dijo desde el Cielo a Pablo, cuando se encontraba a las puertas de Damasco, con el fin de perseguir a los cristianos: «Te lastimas al dar coces contra el aguijón» (Hech 26, 14).
Al final Jonás accede y decide exponerse al eventual peligro de ser linchado, si la gente no aceptaba su predicación.
Tenía miedo de pronunciar esas palabras. Temía que no fueran aceptadas, en cambio el Señor ya disponía que la gente las acogiera.
Una serie de eventos prácticamente lo obliga a cumplir con la voluntad de Dios.
5. Una cuarta enseñanza deriva a causa del disgusto experimentado por Jonás cuando ve que Dios no había destruido a esa ciudad llena de pecadores.
Para Jonás, que se había quedado allí para ver qué ocurría, Dios de pronto hizo crecer una planta de ricino cuya sombra lo resguarda. Jonás se alegra y se complace con la ternura de Dios.
Sin embargo al día siguiente el ricino se seca y Jonás se queda expuesto al sol y a los azotes de un viento oriental. Se salvaron los ninivitas de la muerte y él no. Entonces Jonás se deseó la muerte, diciendo: «Prefiero morir antes que seguir viviendo». Dios le dijo a Jonás: «¿Te parece que tienes razón de enojarte por ese ricino?». Y él respondió: «Sí, tengo razón para estar enojado hasta la muerte». El Señor le replicó: «Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche se secó, y yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal, y donde hay además una gran cantidad de animales?» (Jonás 4, 8-11).
6. La quinta enseñanza se desprende de la permanencia de Jonás en el vientre del cetáceo. A este evento se referirá Jesús cuando responde a quienes le piden una señal: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación» (Lc 11, 29-30).
Como Jonás, que salió con vida del vientre del cetáceo después de tres días, convenció a los ninivitas para que se convirtieran (seguramente debió contar lo que le había ocurrido), así pues, Jesús resucitado por sí mismo de los muertos después de haber sido depositado en el sepulcro, será el signo más convincente de su identidad divina y que es efectivamente el Mesías redentor.
Con el deseo de que seas persuasivo como Jonás ante quienes no creen, te bendigo y te acompaño con la oración.
Padre Angelo