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La paz sea con usted padre,
Quisiera pedirle como podría hacer efectivamente algo en concreto, en favor de aquellas almas necesitadas que no han conocido a Jesús. Se por experiencia, que mientras más se insiste con las palabras, más se producen efectos contrarios.
Mi grupo de amigos, con quienes tengo confianza humana, y no espiritual, de hecho son ateos, agnósticos y tibios.
Quisiera saber qué otra cosa además de la oración puedo hacer por ellos.
Deseo ver su conversión antes de que termine la escuela porque con ella, desafortunadamente es probable que acabarán los lazos estrechos que tengo con ellos.
Le agradezco
Martin
Respuesta del sacerdote
Querido Martin,
1. lo que más te importa es lo siguiente: qué puedes hacer en favor de la conversión de tus compañeros, la mayoría ateos, agnósticos y tibios.
2. Claro que es primordial la oración perseverante.
El Rosario es una oración perseverante puesto que exige permanecer en oración por un cierto tiempo.
De este modo tú, a través de la caridad que te une a Cristo y a tus amigos, le permites a Nuestro Señor que se haga presente y operante en sus corazones.
3. Es de gran valor esta plegaria si se hace de manera pía, es decir en gracia de Dios.
Y aún más valiosa si se hace de forma humilde, dirigiéndote al Señor a la manera de Abraham: «Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor» (Gn 18, 27).
Abraham al hablar no lo hace anteponiendo sus propios méritos, su propia fidelidad, sino que le dice a Dios “Yo no soy más que polvo y ceniza” es decir un don nadie.
4. San José Cafasso, quien fuera un gran maestro de teología moral además de ser confesor de San Juan Bosco, decía que la oración pía, humilde y perseverante es infaliblemente imperativa.
Por lo tanto te exhorto a rezar mucho con el Santo Rosario.
Si tienes la posibilidad, no te conformes con uno cada día.
Si quieres ser apóstol, si quieres convertir a muchos, debes rezar mucho.
Esto porque, como he dicho, la oración hace que Jesucristo pueda obrar y estar presente con su poder salvífico en el corazón de tus amigos.
5. Si la oración es indispensable, no es sin embargo el único instrumento. Hay otro igualmente indispensable, se trata del sacrificio.
Por eso Santa Teresita del Niño Jesús decía: “Sí, toda mi fuerza se encuentra en la oración y en el sacrificio; son las armas invencibles que Jesús me ha dado, y logran mover los corazones mucho más que las palabras. Muchas veces lo he comprobado por
experiencia” (Historia de un alma, cap IX).
6. Hoy es la fiesta de la exaltación de la cruz.
Esta fiesta nos recuerda el poder salvífico de la cruz. en ella se ha manifestado la
“fuerza y sabiduría de Dios” (cfr 1 Cor 1, 24).
Claro que no son nuestros sacrificios los que convierten a las personas.
Quien salva y convierte a todos es solamente Jesucristo que con su pasión y muerte expió los pecados de la humanidad.
Además sólo Él tiene el poder de atraer a todos hacia Sí (cfr. Jn 12, 32).
Sin embargo, unidos a Cristo y al prójimo mediante la caridad, a través de nuestros sacrificios podemos distribuir los méritos de la pasión y muerte del Señor.
En este sentido San Pablo dice: “Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24).
7. Dios Padre, hablando con Santa Catalina de Siena de nuestro Santo Padre Domingo y de sus frailes, dijo: «¿En qué mesa hace comer a sus hijos la luz de la ciencia? En la mesa de la cruz. En esta cruz se halla colocada la mesa del santo deseo; en ella se comen almas en honor a mí.
No quiso que sus hijos atendieran a otra cosa que a permanecer a esta mesa con la luz de la ciencia, buscando sólo gloria y alabanza y la salvación de las almas» (Tratado de la obediencia, 158).
8. Un sacrificio para la conversión de nuestros amigos es más sabio que un gran sermón.
Un solo sacrificio, unido al de Cristo, lleva consigo la potencia de la muerte y de la resurrección del Señor. Esta potencia se mostró en el doble terremoto que acompañó los eventos centrales de nuestra redención.
9. No nos sorprenda pues que Pío XII haya podido decir estas palabras: “Misterio ciertamente tremendo, y nunca suficientemente meditado: es decir que la salvación de muchos dependa de las oraciones y de voluntarias mortificaciones, llevadas a cabo por los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y de la cooperación de los Pastores y de los fieles, en especial de los padres y madres de familia, en colaboración con el Divino Salvador” (EE 6, 193) 278.
10. Más concretamente, la Virgen pidió durante la primera aparición a los tres pastorcitos de Fátima: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que querrá enviarles como acto de reparación por los pecados, con los que es ofendido y de súplica para la conversión de los pecadores?”
Los tres niños: “Sí, queremos”.
La Virgen añadió: “Entonces tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra consolación» (Memorias de sor Lucía, 13 de mayo, p. 162).
11. Te he dicho todo.
La única cosa que queda por hacer, y es la más importante, es la de pasar de las palabras a los hechos.Mientras me complazco por tu deseo de llevar a tus amigos al Señor (San Juan Bosco decía que este es el signo más verdadero de que somos sus amigos), te deseo que seas siempre generoso en esta cooperación con Cristo.
Por eso muy especialmente te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo