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Paz a usted padre,
quisiera pedirle algo acerca del don de lenguas (de lo que se habla en 1Cor 14, 2 o también en Rm 8, 26).
Parece que muy a menudo este don sea objeto de burla y considerado mentira.
Como usted sabe, yo provengo de un ambiente evangelista, mis padres son presbiterianos y uno de mis hermanos es evangélico.
Actualmente estamos concurriendo a la iglesia pentecostal.
Uno de los últimos mensajes del Espíritu Santo, a través de la interpretación de las lenguas, decía que Dios nos escucha en la oración y quiere que perseveremos etc. etc..
Yo lo tomé como un mensaje para mí, pues de hecho hacía unos días que por algunos problemas personales, me había alejado de la oración.
Así pues, al día siguiente dije algunos rosarios y otra oración a la Trinidad y en general un pedido de intercesión.
Mientras rezaba el rosario en particular, sentía como si efectivamente estuviera golpeando a los demonios y a veces hasta percibía un odio profundo hacia el espíritu del anticristo.
Le agradezco.
Martin


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Respuesta del sacerdote

Querido Martin,
1. acerca del don de lenguas: el don de lenguas más que hablar nuevas lenguas y desconocidas se expresa especialmente como una forma de oración dirigida a Dios.
Así en efecto dice San Pablo: “Porque aquel que habla un lenguaje incomprensible no se dirige a los hombres sino a Dios, y nadie le entiende: dice en éxtasis cosas misteriosas” (1 Cor 14,2).
Lo mismo significa cuanto se puede leer en Rm 8, 26-27: “Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina”.
Lo cual no excluye que se pueda hablar en lenguas nuevas y desconocidas. Entre los pentecostales, tanto católicos como protestantes, se da mucho relieve al hecho de rezar en lenguas.

2. Santo Tomás recuerda que el don de lenguas era muy deseado en la primera comunidad cristiana de Corinto, tan es así, que en el capítulo 14 de la 1Cor, se advierte la necesidad de tener en cuenta algunos criterios.
Dice: “Mi deseo es que todos ustedes tengan el don de lenguas, pero prefiero que profeticen” (1 Cor 14, 5).
La profecía no se identifica tan solo como el don de predecir el futuro, sino también y sobre todo hablar bajo la inspiración del Espíritu Santo, de manera de edificar y consolidar en la fe.

3. San Pablo considera el don de lenguas una verdadera gracia de Dios. Sin embargo, dice, que si no está acompañado del don de interpretación de lenguas, no aprovecha:  “Supongamos, hermanos, que yo fuera a verlos y les hablara en esa forma, ¿de qué les serviría, si mi palabra no les aportara ni revelación, ni ciencia, ni profecía, ni enseñanza? Sucedería lo mismo que con los instrumentos de música, por ejemplo, la flauta o la cítara. Si las notas no suenan distintamente, nadie reconoce lo que se está ejecutando. Y si la trompeta emite un sonido confuso, ¿quién se lanzará al combate? Así les pasa a ustedes: si no hablan de manera inteligible, ¿cómo se comprenderá lo que dicen? Estarían hablando en vano” (1 Cor 14, 6-9).

4. Más aún: “Por esta razón, el que habla un lenguaje incomprensible debe orar pidiendo el don de interpretarlo. Porque si oro en un lenguaje incomprensible, mi espíritu ora, pero mi inteligencia no saca ningún provecho. ¿Qué debo hacer entonces? Orar con el espíritu y también con la inteligencia, cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia” (1Cor 14, 13-15).

5. San Pablo teme por el mismo don de lenguas, si no está quien explique y enseñe: “Por otra parte, si al reunirse la asamblea, todos se ponen a hablar en un lenguaje incomprensible y entran algunos que no están iniciados o no son creyentes, seguramente pensarán que ustedes están locos. En cambio, si todos profetizan y entra alguno de esos hombres, todos podrán convencerlo y examinarlo. Así quedarán manifiestos los secretos de su corazón, y él, cayendo de rodillas, adorará a Dios y proclamará que Dios está realmente entre ustedes” (1 Cor 14, 23-25).

6. Por lo tanto rezar en lenguas, movidos por el Espíritu Santo, por cierto es bueno, pero hace falta que esté presente quien tiene el don de interpretar las lenguas.
Es aquí que se presenta el problema más grande. No es suficiente que alguien diga: “Yo tengo el don de interpretar lenguas” porque nadie es juez en su propia causa. Hace falta un verdadero discernimiento.
En todo caso, sin embargo, cada uno puede por sí mismo percibir qué es lo que el Señor quiere decirle.
Para ti ocurrió que te sentiste empujado a rezar y lo hiciste por medio del Santo Rosario.

7. A partir de ello mientras decías tus Rosarios percibías -según tu lenguaje- “como si estuviera golpeando a los demonios”.
Sí, es efectivamente así. Cuando nosotros decimos “Ave María”, hacemos presente a la Virgen.
La Virgen es quien desde los albores de la creación, el Señor decretó que su misión sería, la de aplastar la cabeza del infernal enemigo.
De ella el Cantar de los cantares dice: «¿Quién es esa que surge como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, imponente como escuadrones con sus insignias?» (Cant 6,10). 

8. Efectivamente, aunque no lo veamos, mientras rezamos el Rosario generamos agitación entre los demonios.
Alguien afirmó que sería como darles golpes en la cabeza.

9. Es hermosa la última consideración que hiciste: el Señor te concedió la gracia de que te dieras cuenta de la eficacia de esta poderosa oración.
Sigue así.

Te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo en la oración del Rosario.
Padre Angelo