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Querido Padre Angelo,
desearía saber qué orientación tenía la Iglesia en el pasado, acerca de la prostitución.
Le agradezco su atención y que Dios lo bendiga.
Paola
Respuesta del sacerdote
Querida Paola,
1. la Iglesia, si con ello se entiende el Magisterio de la Iglesia, nunca dio orientaciones acerca de este tema.
Por otro lado, no le compete presentar soluciones concretas, de ellas se ocupa la autoridad civil.
En su magisterio la Iglesia, basada en la Sagrada Escritura, incluye la prostitución entre los pecados que excluyen del Reino de Dios.
Esto es estrictamente en cuanto a la moral se refiere.
2. De hecho en la historia de la Iglesia diferentes teólogos y escuelas teológicas se plantearon el problema desde el punto de vista social, examinando cuál debería ser la posición de la autoridad civil ante este fenómeno que indudablemente es considerado pecaminoso y de degradación moral.
3. Acerca de esto se han registrado tres actitudes, que no pretenden ser dogmáticas. Se trata de la tolerancia, de la prohibición jurídica y de la reglamentación.
4. Los que propenden por la tolerancia, opinan que el estado no puede aprobar lo que es malo, pero no puede eliminarlo del todo, y esto para evitar males peores.
Es la tesis de San Agustín y también la de Santo Tomás, quien dice: “El gobierno humano proviene del divino y debe imitarle. Pues bien, siendo Dios omnipotente y sumamente bueno, permite, sin embargo, que sucedan males en el universo pudiéndolos impedir, para que no suceda que, suprimiendo esos males, queden impedidos bienes mayores o incluso se sigan peores males. Así, pues, en el gobierno humano, quienes gobiernan toleran también razonablemente algunos males para no impedir otros bienes, o incluso para evitar peores males”(Suma teológica, II-II, 10, 11).
Los males mayores a evitar serían los adulterios, las violencias, los pecados contra la naturaleza…
De hecho ha sido este el modo de comportarse durante el medioevo y de alguna manera en la actualidad, todavía se observa lo mismo.
5. A esta manera de pensar se opusieron otros teólogos, entre los cuales San Alfonso, según los que la prostitución tendría que ser sencillamente prohibida.
Según esta tesis, llamada prohibición jurídica, el estado tiene que prohibir y combatir la prostitución.
Las motivaciones aducidas son: los males más graves que se quieren eliminar de hecho no disminuyen, más bien aumentan con la tolerancia.
Además la tolerancia causaría otras desventajas no menos graves facilitando las ocasiones de prostitución, disminuyendo la moral pública y la dignidad de la mujer.
Sobre todo favorece el lenocinio y la trata de prostitutas que son compradas y vendidas en negociados colosales que tratan con asociaciones criminales a nivel internacional.
6. En fin la tercera opinión: no siendo posible eliminar este mal y para tenerlo bajo control desde el punto de vista higiénico y social, otros propusieron la reglamentación por parte del estado.
Este parecer en épocas pasadas (1500) fue sostenido por los carmelitas de Salamanca, que se basaban en lo observado en los Estados pontificios.
Con el sistema de burdeles se podría limitar en buena parte la difusión de las enfermedades venéreas, habría mayor control sobre el fenómeno y se evitaría la trata de prostitutas.
El objetivo sería contenerla manteniéndola bajo control.
Sin embargo, según otros, la presencia de casas de placer, en cierto modo podría en cambio favorecer la prostitución.
7. Todavía hoy los teólogos se expresan por uno u otro parecer, bien sabiendo que ninguno de ellos puede resolver el problema.
La única solución sería la vida virtuosa.
Pero como observaba el filósofo pagano Aristóteles, la mayor parte de los hombres se orienta siguiendo a los sentidos.
La autoridad civil tiene que tenerlo en cuenta. Si bien no apruebe esta conducta y persuadida de que no se puede eliminar, debe intentar contenerla, tratando de limitar lo más posible los daños que acarrea.
Con el augurio de todo bien, te bendigo y recuerdo en la oración.
Padre Angelo