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Hola,
Tiempo atrás oí decir que es posible hacer celebrar Misas por intenciones particulares.
Me agradaría pedirle a un sacerdote conocido si puede agregar a las intenciones una mía en particular, es decir ayudar a la conversión de las personas (a mis seres queridos específicamente).
Me aflige quedarme mirando sin poder hacer mucho efectivamente.
Es algo que se puede hacer? Y si así fuera, es necesario agregar una pequeña oferta a la Iglesia para sostenerla?
Para hacerla, alcanza con solo pedir o hay que hacer algo más para agregarla a las intenciones?
Respuesta del sacerdote
Querido Matteo,
1. La celebración de la Santa misa, no es otra cosa que hacer presente entre nosotros el sacrificio de Cristo.
El sacrificio de Cristo es la fuente de toda bendición, es decir de cada don y de cada gracia.
2. Por eso los cristianos desde el comienzo celebran la Santa Misa esencialmente por cuatro razones.
La primera: con el sacrificio de Cristo nosotros ofrecemos a Dios la debida adoración por su grandeza.
No existe adoración más grande que la de la Misa.
Para significar lo cual al finalizar la oración eucarística el sacerdote dice: «por Cristo, en Cristo y con Cristo, a ti Dios Padre omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria por los siglos de los siglos».
Si se consideran estas palabras una por una, enseguida nos damos cuenta del alcance inmenso de este acto de adoración.
Unidos a Cristo y a su sacrificio, unidos al infinito amor del Espíritu Santo, damos a Dios todo honor y gloria.
Y concluimos diciendo que queremos que “todo honor y gloria” le sean dados por todos los siglos de los siglos.
Es el denominado final latréutico o de adoración.
3. La segunda finalidad es la acción de gracias.
Le agradecemos por todos los beneficios que Dios nos ha dado en especial por la encarnación, muerte, resurrección y ascensión al cielo de Nuestro Señor Jesucristo.
La Misa es el agradecimiento más hermoso que se pueda dar a Dios Padre, porque es cuando nos unimos a Jesucristo y la acción de gracias que Él pronunció durante la última cena.
Es una acción de gracias que tiene un valor y un mérito infinito.
En la Misa nosotros damos gracias al Padre por todos los dones que nos ha dado. Y lo hacemos con la gratitud más hermosa y que más le agrada, cual es la de Jesucristo.
Es el llamado fin eucarístico o de acción de gracias de la Santa Misa.
Y porque suele suceder que recibamos ciertas gracias que deseamos muchísimo, algunos fieles oportunamente hacen celebrar una Santa Misa para agradecer por el favor recibido.
Santo Tomás recuerda que decir gracias dispone al alma a recibir otras gracias más.
4. La tercera finalidad es la de expiación de los pecados.
No se puede olvidar que la Santa Misa es el memorial de la pasión del Señor y que en su pasión Cristo expió por nuestros pecados.
Es el llamado fin propiciatorio.
Muchas personas correctamente hacen celebrar la Santa Misa en sufragio para las almas del Purgatorio o también para obtener la gracia de la conversión de alguna persona en particular.
5. El cuarto fin es el de implorar las gracias.
Todas las gracias que necesitamos Jesucristo nos las ha merecido con su pasión, que se hace presente y actual en el altar durante la Santa Misa.
De tal modo, es por medio de la Santa Misa que Cristo pone ante nosotros la fuente de toda clase de bendiciones.
Es el llamado fin impetratorio.
Por eso muchas personas hacen celebrar Santas Misas para obtener alguna gracia en particular.
6. Recuerdo con agrado cuando el papá de Santa Teresita del Niño Jesús, viendo que su niña estaba tan mal y que su muerte era inminente, decidió que se celebrara una novena de Santas Misas y acompañó este pedido con una oferta muy grande, con varias monedas de oro.
Justo el último día de la novena, que coincidió con Pentecostés, Teresa repentinamente quedó curada.
7. Así justamente por el testimonio del papá de Santa Teresita del Niño Jesús introducimos la cuestión de la oferta.
¿Por qué los fieles acompañan el pedido de la celebración de la Santa Misa con una oferta?
Porque de esta manera sienten que se unen al sacrificio de Jesucristo de una manera más fuerte, más concreta, quedan más involucrados porque se unen mediante un sacrificio personal.
Puedes por cierto pedirle al sacerdote de recordar tu intención particular durante la celebración de la misa. Puedes hacerlo sin hacer ninguna oferta. El sacerdote te recordará con placer.
8. Pero, para hacer celebrar la Misa según tus intenciones (el asunto es bien distinto de un simple recuerdo) la Iglesia te aconseja de unirte más estrechamente al sacrificio de Cristo con un sacrificio personal.
Ese sacrificio es la oferta.
El ejemplo del papá de Santa Teresa es muy elocuente. No se limitó a pedir que se la recordara en la Misa. De esta manera su implicación habría sido más ideal que real.
Le hacía falta una gracia grande. Y quiso acompañar un pedido tan grande con un sacrificio personal igualmente grande.
9. Prácticamente puedes hacer celebrar Santas Misas por cualquier intención.
Por ejemplo: para honrar a la Santísima Trinidad. O bien en favor de uno de los varios misterios de la vida (su Natividad, su pasión, su muerte, su resurrección).
O bien puedes hacer celebrar Misas en honor de la Virgen o de algún santo: para que el Señor los glorifique aún más concediendo que puedan dispensar gracia sobre gracia a la Iglesia y a ti en particular, que haces celebrar esta Santa Misa.
Puedes hacer celebrar la Santa Misa en sufragio por algún difunto. La mayoría de las veces la gente hace eso.
Pero puedes hacerlas celebrar también para la conversión de los pecadores o de alguien en particular.
En fin puedes hacer celebrar una Santa Misa por tus intenciones particulares. No hace falta mencionarlas al sacerdote.
10. Aclarados estos puntos, tienes que ir donde el sacerdote y pedirle si puede celebrar una Santa Misa según tus intenciones.
Estas intenciones puedes guardarlas para ti, o bien puedes decirlas claramente, sobre todo si se trata de un sufragio, porque en la Misa se menciona el nombre del difunto y la gente puede rezar por él.
Puedes pedir una fecha determinada, y él te dirá si ya no la tiene ocupada con otras intenciones. De este modo podrás decidir otra fecha.
La oferta puedes dársela enseguida o bien acabada la Misa.
11. Para considerar cuál sería la cifra adecuada, no te guíes por lo mínimo como si se tratara de ir a comprar algún objeto.
Mi consejo es siempre ser generosos, convencidos de que el Señor hará otro tanto con nosotros.
Te bendigo y recuerdo en la oración.
Padre Angelo