Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español Sueco

Querido Padre Angelo,
espero que haya podido pasar un lindo Adviento en preparación de la Navidad.
Le escribo, además que para desearle los mejores augurios de feliz Navidad, para pedirle algunas aclaraciones que puedan ser una suerte de “líneas guía” morales sobre el asunto de la manipulación genética.
Ha sido demostrado que la ciencia puede intervenir en el genoma humano y modificarlo, aportando grandes beneficios como la inmunización para muchas enfermedades (entre ellas al HIV) por un lado, y por el otro implicando que se pueda abrazar una dirección hacia la eugenética.
Mi pregunta se centra sobre la moralidad intrínseca de la manipulación genética. ¿Es lícito que el hombre modifique el propio genoma? ¿Se puede entender como un deseo de sustituirse a Dios?
En realidad, si quisiéramos ignorar por un momento las posibles desastrosas consecuencias que tendría la difusión de esta práctica, y nos concentráramos en el acto en sí, debo decir que después de los pocos razonamientos que pude hacer, no vería la cuestión como intrínsecamente inmoral. Por cierto modificar el genoma parece un acto innatural, ¿pero de qué manera se diferencia de los numerosos tratamientos médicos igualmente artificiales, los que sin embargo se consideran lícitos? ¿Acaso no se nos dio desde lo alto la facultad de dominar la naturaleza, claro dentro de los límites de la Moral?
Esta ha sido mi espontánea conclusión, pero por ahora, no he tomado ninguna posición al respecto.
Le agradezco por la seguridad que me da a mí y a muchos otros fieles. Estoy seguro de que muchos lo ven como “un puerto seguro” a quien consultar en la duda.
Le reitero mis augurios de una serena Navidad y un feliz año nuevo.
Matteo


Respuesta del sacerdote

Muy querido,
1. acerca de los términos ‘manipulación’ o ‘ingegneria’ Juan Pablo II haces unos cuarenta años observaba: “A decir verdad, la expresión «manipulación genética» resulta ambigua y debe ser objeto de un verdadero discernimiento moral, pues encubre, por una parte, ensayos aventurados que tienden a conseguir no sé qué superhombre y, por otra parte se trata de intervenciones deseables y saludables que intentan la corrección de anomalías, tales como ciertas enfermedades hereditarias, sin hablar de las aplicaciones benéficas en el campo de la biología animal y vegetal, útiles a la producción de alimentos. Respecto a estos últimos casos, algunos comienzan a hablar de «cirugía genética», como para mostrar mejor que el médico interviene no para modificar la naturaleza, sino para ayudarla a desarrollarse en su línea, la de la creación, la querida por Dios” (A los miembros de la 35° asamblea general de la asociación mundial de médicos, 29.10.1983).

2. Cirugía literalmente quiere decir: trabajar con la mano.
Manipulación, lo mismo significa intervenir con la mano. Pero muy seguido se usa este término para indicar que se quiere alterar algo para beneficio de alguien. En ese sentido se manipulan las noticias, los productos alimentarios…
La alteración es una modificación que distorsiona la verdad de las cosas.
La cirugía en cambio interviene para llevar las cosas a la normalidad, a lo que tienen que ser.
Se conocen muchas desventajas y enfermedades de origen genético.

3. Las intervenciones a nivel genético consisten en introducir un gen sano que se comporta en el organismo de forma análoga a como lo hace una infección cuando no es tratada: puede dañar todo el organismo.
El gen sano introducido en el organismo enfermo, al contrario puede sanarlo a través de una acción análoga a la de la infección, que en este caso más propiamente se llama transfección.

4. A propósito de estas formas de intervención Juan Pablo II en ese mismo discurso dijo: “En principio, se puede considerar como deseable una intervención estrictamente terapéutica que se fije cual objetivo la curación de diferentes enfermedades, como las que provienen de deficiencias cromosómicas, siempre que esa intervención tienda a la verdadera promoción del bienestar personal del hombre, sin atentar a su integridad o deteriorar sus condiciones de vida. Tal intervención se sitúa, efectivamente, en la lógica de la tradición moral cristiana”.
Si la investigación pudiera avanzar tanto que pudiera sanar a muchos niños en el vientre materno, se evitarían muchos abortos.

5. Junto con este optimismo, sin embargo, hace falta darse cuenta de las dificultades y de la delicadeza de estas intervenciones, que tiene elevadísimos riesgos de dañar irreversiblemente al niño e incluso llevarlo a la muerte.

5. Por eso mismo la investigación científica ha de ser apoyada y a la vez invitada a mantenerse en humildad, respetuosa de cada persona desde el primer instante de su existencia, teniendo presente cuanto dice la Sagrada Escritura: “He comprobado que toda perfección es limitada: (también la ciencia, n.d.r.) ¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!” (Sal 119, 96).

7. Siempre en el mismo discurso, Juan Pablo II dijo: “En particular, este género de intervención no debe constituir un atentado al origen de la vida humana, a saber, la procreación ligada a la unión no sólo biológica, sino espiritual, de los padres, unidos por el lazo del matrimonio; debe, por consiguiente, respetar la dignidad fundamental de los hombres y la naturaleza biológica común, que constituye la base de la libertad, evitando manipulaciones que tiendan a modificar el patrimonio genético y a crear grupos de hombres diferentes, con el riesgo de provocar nuevas marginaciones en la sociedad”.

Retribuyo con gusto los augurios para pasar una serena y Santa Navidad.
Te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo