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Buenas tardes Padre,
Soy Hilaria y tengo 20 años. He crecido en una familia creyente y siempre he cultivado la fe y mi relación con Dios, sin embargo siento que estoy viviendo un momento de dificultad con la religión.
Siempre he tenido la tendencia a reflexionar mucho sobre cada cosa, y desde que, por estudio, vivo sola en otra ciudad, conociendo a otros pares y relacionándome con ellos (la mayoría no creyentes o por lo menos no practicantes) me han surgido numerosas dudas acerca de mi fe.
En particular me cuesta mucho estar acorde con algunas de las posturas de la Iglesia y tengo una visión bastante laica acerca de ciertos asuntos (tipo el aborto y la sexualidad) y advierto una gran dicotomía que por un lado mi voluntad quiere seguir creyendo y por el otro la negación de practicar ciegamente la fe tan solo porque estoy acostumbrada a observar ciertos comportamientos. En especial me cuesta pensar en identificar la fe comol una serie de reglas a las que hay que respetar ciegamente y por otro lado no me gusta encasillarla en una relación «do ut des» como muchas veces me parece que yo la vivo y también las personas a mi alrededor.
Además todos estos pensamientos me producen un hondo sentimiento de culpa por no ser capaz de confiar plenamente en Dios y de no ser una buena cristiana. ¿Cómo puedo calmar esta división interna, que me roba mucha energía y me produce un continuo sentimiento de culpa, sin alejarme de la fe?
¿Es acaso posible encontrar una especie de «compromiso» entre ser fiel y vivir en un mundo en continua evolución del que me siento parte activa?
Le agradezco y le pido disculpas por la pregunta muy compleja a la que tal vez no se pueda dar una respuesta unívoca.
Respuesta del sacerdote
Querida Hilaria,
1. aborto y sexualidad no son cuestiones de fe. La razón es suficiente para entender que se trata de algo errado.
2. Respecto al aborto, antes que nada hay que comprender qué es, independientemente de las razones por las que se lleva acabo.
Efectivamente, ¿qué es el aborto? Es el asesinato de un ser humano inocente e indefenso.
No sé cómo se puede justificar el hecho de matar a un ser humano inocente y además indefenso.
Es de lo peor que uno se pueda imaginar.
3. No hay ningún derecho para matar a un ser humano inocente e indefenso.
Por eso no existe un derecho al aborto, un derecho para matar.
Existe en cambio el derecho a la existencia del niño que ya existe.
4. El Estado que otorga el servicio gratuito para matar a un ser humano inocente e indefenso, comete una falta a su deber primordial de defender a todos los ciudadanos, en especial a los más débiles e indefensos.
5. Pon atención a las vueltas que se da con las palabras para definir al aborto: es la interrupción voluntaria del embarazo.
Pero esta interrupción, ¿cómo se lleva a cabo, en qué consiste?
Se lleva a cabo mediante la supresión de un ser humano sobre el cual nadie tiene la potestad de decidir de su existencia.
6. Fijemos ahora la atención en la sexualidad: ¿por qué razón los sexos están estructurados de esta forma? ¿Cuál es su finalidad?
7. Bastaría un mínimo de observación y de razonamiento para comprender que algunos actos que involucran a la sexualidad no siguen los dictámenes de la naturaleza.
También en este caso, no tiene nada que ver la fe. Basta usar la razón para entender.
8. El ejercicio de la sexualidad, independientemente de que se practique dentro o fuera del matrimonio, por su propia naturaleza, es potencialmente procreativo.
Ahora bien, ¿es de persona responsable traer un niño al mundo fuera del nido natural que es la familia?
De la misma manera es correcto razonar en estos términos: si quedo embarazada, ¿aborto? Lo cual equivale a decir: si aborto, ¿puedo matar?
Como puedes notar se trata de cosas básicas.
Pero algunos se han encargado de crear tal confusión y hecho circular tales sofismas (razonamientos equivocados) que han inducido a pensar que sea bueno lo que es intrínsecamente errado.
9. Si puedo darte un consejo: trata de conservar una conducta íntegra.
Esta es la condición preliminar para poder tener luminosidad en el pensamiento y no dejarse confundir.
10. Como ves, para decirte estas cosas no me he valido de argumentos que tengan que ver con la fe.
Por otro lado, no sería justo imponer a otros lo que creemos por fe.
A estas conclusiones que te he propuesto, a lo largo de los siglos han llegado otras personas, independientemente de su raza, cultura y religión.
Es el derecho natural que lo exige.
Te deseo todo bien, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo