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Pregunta
Querido Padre Angelo, mi hija sostiene que no hay que confesarse seguido.
Yo no estoy de acuerdo.
Para mí hay que hacerlo una vez por mes. Ella dice que es obligatoria sólo para quien está en pecado grave…
¿Quién tiene razón?
Le agradezco por la respuesta.
Respuesta del sacerdote
Muy querida,
1. de por sí la confesión es obligatoria para aquel que se encuentra en situación de pecado grave. Sin embargo es cosa buena practicarla con frecuencia también si se trata de pecados veniales.
2. La confesión frecuente es muy útil para conservar y crecer en la gracia, para reavivar el dolor de los pecados y también para ganar indulgencias.
3. Pío XII dijo que con la confesión frecuente «se aumenta el justo conocimiento propio, crece la humildad, se desarraigan las malas costumbres, se hace frente a la tibieza e indolencia espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la saludable dirección de conciencias y aumenta la gracia en virtud del Sacramento mismo» (Menti nostrae).
4. En la encíclica Mediator Dei: “Y sobre todo no permitáis… que se disuada la confesión de los pecados cuando se hace tan sólo por devoción. Tales modos de obrar son como frutos venenosos, sumamente nocivos a la piedad cristiana, que brotan de ramas enfermas de un árbol sano; hay que cortarlas, pues, para que la savia vital nutra sólo frutos suaves y óptimos.
Además “ciertas opiniones que algunos propalan sobre la frecuente confesión de los pecados son enteramente ajenas al espíritu de Jesucristo y de su inmaculada Esposa, y realmente funestas para la vida espiritual, recordamos aquí lo que sobre ello escribimos con gran dolor en nuestra encíclica Mystici Coporis, y una vez más insistimos en que lo que allí expusimos con palabras gravísimas, lo hagáis meditar seriamente a vuestra grey, y sobre todo a los aspirantes al sacerdocio y al clero joven, y lo hagáis dócilmente practicar”.
5. En la Mystici Corporis, siempre el mismo Pío XII había dicho: “para progresar cada día con mayor fervor en el camino de la virtud, queremos recomendar con mucho encarecimiento el piadoso uso de la confesión frecuente, introducido por la Iglesia no sin una inspiración del Espíritu Santo: con él se aumenta el justo conocimiento propio, crece la humildad cristiana, se hace frente a la tibieza e indolencia espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la saludable dirección de las conciencias y aumenta la gracia en virtud del sacramento mismo”.
6. El Concilio Vaticano II recomienda: “la frecuente acción sacramental de la Penitencia, puesto que … favorece tantísimo la necesaria conversión del corazón” (Praesbyterorum Ordinis 18).
7. En la Constitución apostólica Poenitemini (16.2.1966) Pablo VI así se expresa: “Deseamos vivamente que los Obispos y todos los pastores de almas (promuevan) el uso más frecuente sacramento de la penitencia”.
8. En las Normae pastorales de la Congregación para la doctrina de la fe (16.6.1972): Por lo que se refiere a la práctica de la confesión frecuente o de «devoción», los sacerdotes no disuadan de ella a los fieles. Antes al contrario, elogien los frutos abundantes que aporta a la vida cristiana (cf. Mystici Corporis: AAS 35 [1943] 235) y muéstrense siempre dispuestos a oír en confesión cuando lo pidan razonablemente los fieles. Se ha de evitar absolutamente el que la confesión individual quede limitada a los pecados graves solamente, lo cual privaría a los fieles del gran fruto de la confesión y perjudicaría la buena fama de los que se acercan individualmente al sacramento (n XII).
9. También el Catecismo de la Iglesia Católica la aconseja: “Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia (cf Concilio de Trento: DS 1680; CIC 988, §2). En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso (cf Lc 6,36)” (CCC 1458).
Hay mucho de qué aprovechar practicando con frecuencia la confesión sacramental, aun de los pecados veniales.
Te deseo una Santa Navidad llena de gracia y de paz.
Te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo.