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Pregunta
Buenos días Padre Angelo
Quería pedirle si puede explicar una frase de San Juan Pablo II: «Una fe que no se convierte en cultura es una fe que no ha sido plenamente acogida, ni enteramente pensada, ni fielmente vivida» (Discurso a los participantes del convenio del Meic, del 16 de enero de 1982).
Le agradezco por el servicio que hacen y le deseo felices Pascuas.
Massimiliano
Respuesta del sacerdote
Querido Massimiliano,
1. te podría explicar lo que Juan Pablo II quería decir con que la fe tiene que convertirse en cultura con las mismas palabras que este Santo Pontífice pronunció en Loreto el 11 de Abril de 1985 durante el convenio de la Iglesia italiana sobre el tema “Reconciliación cristiana y comunidad humana”.
Es un discurso muy actual porque parece destacar que hoy en día, desafortunadamente, se está haciendo todo lo contrario.
Parece que justamente por parte católica, la fe, a sabiendas, quiera ocultarse. Hay que entender bien esto, no se trata de imponer a los demás lo que nosotros creemos por fe. Esto no sería correcto.
Pero la fe estimula y purifica la razón y la empuja a encontrar racionalmente los motivos éticos profundos de nuestra conducta personal y colectiva.
2. Tener a Dios y a la ley natural como fundamento de nuestro vivir civil no es una intromisión de la Iglesia en la vida de un pueblo.
Ser laicos no quiere decir ser ateos. Por desgracia este equívoco está muy difundido. Cuando Giorgio La Pira pidió a la Asamblea Constituyente que se hiciera una premisa en la Constitución de la república italiana con esta frase: “En nombre de Dios el pueblo italiano se da una Constitución” quería sencillamente reconocer que nosotros no somos los depositarios de las fronteras del bien y del mal, sino que reconocemos que hay una ley superior, que nos trasciende y nos obliga en conciencia. Se trata de la ley natural que todos los hombres pueden fácilmente reconocer. De la cual Dios es el autor.
De otro modo se acaba por convertirse en depositarios últimos de lo que está bien o mal y la vida democrática se transforma en la tiranía de la mayoría.
3. Actualmente, ¿no ocurre eso con los niños abortados? ¿Y no es así para tantos esposos excluidos con violencia de su casa, porque el otro cónyuge, contrariamente al compromiso voluntariamente asumido de ser fiel en la buena y mala suerte, no quiere saber más nada y se le deja solo, tal vez incluso cuando tiene una cierta edad, despojados de los propios afectos y de aquello en lo que se había confiado para el propio futuro?
4. Así pues el Papa dijo: “Además y en especial en una sociedad pluralista y parcialmente descristianizada, la Iglesia está llamada a obrar, con humilde valentía y total confianza en el Señor, para que la fe cristiana tenga, o recupere, un papel de guía y una eficacia que arrastre la marcha hacia el futuro.
Quisiera recordar aquí, la convicción del Papa Juan XXIII respecto a que el orden ético-religioso tiene más influencia que cualquier otro valor material, sobre la orientación y las soluciones a los problemas de la vida individual y asociada en medio de las comunidades nacionales y entre las mutuas relaciones (Mater et Magistra 193).
Promover los valores morales equivale a colaborar de modo fundamental para que haya un verdadero progreso de la sociedad.
Cumpliendo con esta misión la Iglesia por lo tanto no invade el campo ajeno, sino que actúa en virtud de lo que en principio le pertenece: “Las energías que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana, radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida práctica. No radican en el mero dominio exterior ejercido con medios puramente humanos.” (Gaudium et Spes 42)…
Es necesario superar esa fractura entre Evangelio y cultura que es, también en Italia, el drama de nuestra época; “se trata de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida” (Evangelii Nuntiandi, 19-20), de modo que el cristianismo siga ofreciendo, incluso al hombre de la sociedad industrial avanzada, el sentido y la orientación de la existencia.
Esto podrá darse sólo si la verdad cristiana no se aplana, y no se escondan las diferencias, acabando por ceder a compromisos ambiguos: el dinamismo inextinguible de la reconciliación cristiana y del perdón hasta setenta veces siete, de hecho no anula las exigencias objetivas de la verdad y de la justicia (Dives in Misericordia 4).
No se debe acallar el riesgo de que se de una “expropiación” efectiva de lo que es sustancialmente cristiano bajo las apariencias de una “aprobación” que en realidad es solamente verbal, y que tiene como consecuencia la “asimilación” de las cosas del mundo en cambio su cristianización.
Hace falta tener confianza , no únicamente por lo que concierne a la Iglesia, sino también para la vida de la sociedad, en razón de la fuerza unitiva y reconciliadora de la verdad que se realiza en el amor.
“Quisiera decir a los hombres y a las mujeres de esta gran Nación: no tengan miedo de Cristo, no teman el rol también público que el cristianismo puede desarrollar en favor de la promoción del hombre y para el bien de Italia, en el respeto convencido de la promoción de la libertad religiosa y civil de todos y cada uno, sin confundir de manera alguna la Iglesia con la comunidad política” (GS75)”(n. 7).
5. Han pasado ya 31 años desde que fue pronunciado este discurso. Pero parece que fue hace años luz.
Te agradezco por haberme dado la oportunidad de evidenciar entre nuestros visitadores el pensamiento sólido y arrasador de este Pontífice llegado de un País dominado por el comunismo, pero que supo mantener su propia identidad cristiana, también por la fuerza extraordinaria de sus pastores.Te deseo todo bien, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo