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Pregunta 

Padre soy un chico de 13 años que quisiera saber si, en confesión, digo que cometí actos solitarios, ¿es correcto considerando que los he cumplido mirando pornografía? O bien hace falta ser más específico.
En mi ignorancia de chico que confía en usted, pienso que el hecho de mirar pornografía, el permitir que la imaginación haga el trabajo, no cambia la gravedad o el tipo de pecado, puesto que también con el pensamiento, el sujeto es siempre el mismo.

Le envío cordiales saludos y le prometo recordarlo en mis oraciones.

Respuesta del sacerdote

Muy querido,
1. la pornografia es más dañina que los pensamientos impuros porque causa dependencia y deseo de tener experiencias siempre más extremas.
Sus efectos negativos son particularmente graves por los cambios que produce en el cerebro, por las disfunciones sexuales que antes o después ocasiona, por la perversión que la acompaña, por quemar a la memoria y por muchas otras consecuencias.
Estos efectos maléficos están todos documentados.
Por lo tanto la pornografia hay que acusarla a parte, constituyendo un pecado grave contra el noveno mandamiento.
Mientras que no siempre los pensamientos impuros son graves.

2. Te suplico con todas mis fuerzas que te mantengas alejado de esta realidad y te mantengas puro.
No tienes nada que ganar con la impureza.
Tan solo perderás muchas cosas, comenzando por la presencia del Señor dentro de tu corazón, que es el bien más grande.
Sin su presencia en el corazón, de hecho, todo es insuficiente.

3. Te recuerdo algunas afirmaciones de Santo Tomás particularmente iluminantes. Comentando al profeta Isaías, Santo Tomás dice “quien es impuro no puede entrar en el templo de Dios (es decir: en Dios, n.d.r.) y más aún, no puede verlo” (Comentario a Isaías 6,8).

4. “En razón del pecado de lujuria el hombre mayormente se aleja de Dios” (Comentario a Job, lecc. 31, comienzo).

5. “De la lujuria se origina la ceguera de la mente, que excluye casi de manera total el conocimiento de los bienes espirituales; de la gula, en cambio, procede el embotamiento de los sentidos, que hace al hombre torpe para captar las cosas. A la inversa, las virtudes opuestas, es decir, la abstinencia y la castidad, disponen extraordinariamente al hombre para que la labor intelectual sea perfecta. Por eso se dice en la Escritura: A estos jóvenes —es decir, a los abstinentes y continentes— les dio Dios sabiduría y entendimiento en todas las letras y ciencias (Dan 1,17) (Suma teológica, II-II, 15, 3).

6. “El deleite es lo que más corrompe el juicio de la prudencia, y sobre todo el placer venéreo, que absorbe de manera total al alma y la arrastra al deleite sensible. La perfección, en cambio, de la imprudencia y de toda virtud intelectual consiste en abstraer de lo sensible” (Suma teológica, II-II, 53, 6).
Y afirma que “dado que esos vicios proceden de defecto de la prudencia y de la razón práctica según hemos expuesto, tienen su raíz sobre todo en la lujuria” (Ib.).

7. “El diablo se alegra sobre todo del pecado de lujuria es porque ésta implica una adhesión máxima y es difícil librar al hombre de él, pues el apetito de lo deleitable es insaciable, como dice el Filósofo en el libro III de los Éticos” (Ib., I-II, 73, 5, ad 2).

8. La persona bajo la influencia del vicio de la lujuria, “hace que el apetito inferior, el concupiscible, se ordene de un modo vehemente a su objeto propio, lo deleitable, debido a la impetuosidad del deleite”(Suma teológica, II-II, 153, 5).

9. Por el contrario “No puede ser templo de Dios el que no está completamente limpio, y esto es lo que se expresa cuando dice: porque ellos verán a Dios. Ninguno que ve a Dios vive en esta vida, si no vive enajenado de los sentidos corporales… no puede ser conducido a aquella visión de Dios”(Comentario a Mateo 5, 8).

10. Al comentar la victoria de Cristo sobre las tentaciones de los demonios, Santo Tomás anota: “unos ángeles se acercaron para servirlo”  (Mt 4,11).
No dijo, pues: «bajando los ángeles», para manifestar que siempre estaban con Él en la tierra para su servicio. Pero, entonces se retiraron de Él por orden de Dios, para que el diablo pudiese tentar a Cristo, no fuera que, viendo a los ángeles cerca de Él, no se atreviese a aproximarse. No sabemos en qué forma le servían, si sanándolo de las enfermedades, si ayudándolo en la corrección de las almas o si ayudándolo a ahuyentar las tentaciones. Todas estas son las cosas que hace por medio de los ángeles, de modo que, cuando éstos lo hacen, parece que es Él mismo quien lo hace. Sin embargo, debe saberse que no lo asistían por necesidad de limitado poder, sino en honra de su infinita potestad. No se dice que lo ayuden, sino que lo sirven. Pero vencido por nosotros y aplastada la cabeza del diablo, se ve desde luego que con la ayuda de los ángeles y de nuestras virtudes no nos habrán de faltar los auxilios del cielo; por lo que se lee en Lc 16, 22: “El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Comentario a Mateo 4,11).

Estas afirmaciones merecen ser tenidas siempre ante nuestros ojos y grabadas en el corazón.
Para que puedan ser objeto de tu experiencia y ser premisa de una continua bendición por parte del Señor, te aseguro mis oraciones, te recuerdo al Señor y te deseo una Santa Navidad rica de gracia y de paz y te bendigo.
Padre Angelo