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Querido Padre Angelo,
voy siempre a Misa los domingos y fiestas de guardar, aprecio muchísimo la Liturgia Tradicional, pero también el Novus Ordo cuando se celebra con cuidado y sin abusos.
Siempre he creído, tal como lo enseña la Iglesia, que la Liturgia es fuente y ápice de la vida de la Iglesia, contraponiéndose a los protestantes que la consideran una simple “cena”.
Sin embargo al leer unas informaciones acerca de la liturgia de la Iglesia apostólica, aparenta mucha semejanza con aquella “cena”, tan es así que se celebraba durante el Ágape.
¿Me puede aclarar este aspecto de la historia de la Liturgia y su importancia?
Disculpe mi confusión.
Buenas tardes
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Respuesta del sacerdote
Muy querido,
1. justamente en estos días apareció un estudio póstumo de Benedicto XVI acerca de la Eucaristía y de cómo fue comprendida desde los comienzos.
Es verdad que Jesús la instituyó en el conjunto de la última cena.
Y es también verdad que Jesús dijo. “Hagan esto en memoria mía”.
No se trata sencillamente de replicar la cena.
2. La Iglesia comprendió desde el principio que estas palabras no debían interpretarse como el conjunto de todo lo que Jesús hizo en la última cena, sino que estaban orientadas precisamente a lo que Jesús había hecho “después de cenar” es decir la institución de la Eucaristía.
Esto es tan cierto que si estas palabras se hubieran comprendido como la totalidad de esa cena que reemplazó a la Pascua hebrea con la Pascua cristiana, se tendría que haber celebrado una vez al año. Porque esa cena los judíos la celebraban solamente una vez por año, en el día 14 del mes de Nissan, que corresponde a la mitad de la luna de marzo.
Los primeros protestantes interpretaron de este modo las palabras del Señor y por eso esa cena la celebraban solamente una vez al año.
3. Estas son las palabras de Benedicto XVI: “”En las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma las celebraciones del sacramento se llaman “Cena”. En la Iglesia católica la celebración del sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo se llama “Eucaristía”.
No se trata de una distinción casual, puramente lingüística. En la distinción de las denominaciones queda manifiesta una profunda diferencia relacionada con la comprensión del sacramento mismo.
El conocido teólogo protestante Edmund Schlink durante una prolusion muy escuchada durante el Concilio afirmó que él en la celebración católica de la Eucaristía no podía reconocer la institución del Señor. (…). Evidentemente estaba convencido que Lutero, volviendo a la pura estructura de la Cena, había superado la falsificación católica y visiblemente restablecido la fidelidad al mandato del Señor “Hagan esto…”.
No hace falta aquí discutir lo que por mientras es un dato consolidado, es decir que desde una perspectiva puramente histórica también la Cena de Jesús fue muy diferente respecto a la celebración de la Cena luterana.
En cambio es exacto recordar que ya la Iglesia primitiva fenomenológicamente no repitió la Cena, sino que, en lugar de la Cena por la tarde, conscientemente celebraba por la mañana el encuentro con el Señor, que desde los albores ya no se llamaba Cena, sino Eucaristía.. Solamente después del encuentro con el Resucitado en la mañana del primer día la institución de la Eucaristía se completa, porque sólo con Cristo vivo se pueden celebrar los sagrados misterios.
¿Qué fue lo que aquí ocurrió? ¿Por qué la Iglesia naciente actuó de esta manera?
Volvamos por un instante a la cena y a la institución de la Eucaristía por parte de Jesús en el transcurso de la cena. Cuando el Señor dijo “Hagan esto”, él no quería decir que invitaba a todos los discípulos a la repetición de la Última cena como tal.
Si era una celebración de Pesach, está claro que, según los preceptos del Éxodo, Pesach se celebraba una vez por año y no se podía repetir otras veces durante el año.
Pero, también independientemente de esto, es evidente que no se estaba mandando repetir la cena completa de entonces, sino únicamente el nuevo ofrecimiento de Jesús en la que conforme a las palabras de institución, la tradición del Sinaí se enlaza con el anuncio de la Nueva Alianza del que especialmente Jeremías es testigo.
La Iglesia, que sabía que estaba vinculada a las palabras “Hagan esto”, sabía pues al mismo tiempo que la cena no se debía reiterar en su totalidad, sino que había que extrapolar lo que era esencialmente nuevo y que por eso había que hallar una nueva forma en general”.
4. Además por las palabras que usa el Señor en la institución de la Eucaristía es patente que lo que hizo Jesús no era sencillamente una cena, sino la anticipación del sacrificio de sí mismo que habría comenzado una vez fuera del cenáculo: “Este es mi cuerpo ofrecido en sacrificio por ustedes”. “Este el cáliz de la alianza derramado para el perdón de los pecados”
Es en relación a este sacrificio que Jesús dijo: “Hagan esto en memoria mía”.
5. Jesús también nos enseñó de qué manera se podía hacer presente este sacrificio, es decir como un banquete o una cena, porque la materia para que se hiciera presente iba a estar constituida por el pan y el vino.
El pan y el vino poseen un propio lenguaje intrínseco: piden que sean consumidos.
Por eso en la teología católica se dice que la Eucaristía es un sacrificio convivial (celebrado como un banquete) o bien que es una cena sacrificial, es decir un banquete en el que se ofrece el sacrificio.
6. Ese “hagan esto en memoria mía” los primeros cristianos comenzaron a ponerlo en práctica muy pronto cada domingo en el día del Señor, es más, aún con mayor frecuencia, porque en los Hechos de los Apóstoles está escrito que “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hech 2, 42).
El primer nombre con que se llamó a la Eucaristía fue precisamente el de partir el pan, la “fractio panis”.
7. “Se reunían asiduamente en la fracción del pan”. Por lo que no repetían el gesto de Jesús una vez al año ni tampoco solo en el día del Señor, es decir el domingo. Muy pronto se volvió una praxis cotidiana.
8. De ahí que los primeros cristianos comprendieron aún mejor lo que había dicho Jesús en la oración del Padrenuestro, cuando enseñó a decir. “Danos hoy nuestro pan supersustancial (en griego: tòn àrton epiùsion)”.
epiùsion era una palabra nueva, que no existía en el vocabulario griego y fue literalmente traducida así: supersustancial.
Los primeros cristianos comprendieron que el pan cotidiano es la Eucaristía.
Dice Benedicto XVI: “En la Iglesia antigua, sorprendentemente, la celebración cotidiana de la Santa Misa fue considerada obvia muy pronto.
Por lo que sé, no hubo ninguna discusión acerca de esta praxis, que se impuso pacíficamente. Solamente de esta forma se puede entender el motivo por el que [en el “Pater noster”] el misterioso adjetivo “epiousion” haya sido casi obviamente traducido como “quotidianus”.
Para el cristiano, el “supersustancial” es lo cotidianamante necesario.
La celebración eucarística cotidiana se reveló necesaria sobre todo para los presbíteros y los obispos, como sacerdotes de la Nueva Alianza.
En esto tuvo un rol significativo el celibato como forma de vida. El contacto directo, “corporal” con los misterios de Dios ya en la época del Antiguo Testamento había tenido un papel significativo en excluir la práctica conyugal en los días en que el sacerdote competente estaba encargado.
Sin embargo, como ahora el sacerdote cristiano celebraba los sagrados misterios no ya temporalmente, sino que siempre era responsable del cuerpo del Señor, del pan “cotidiano”, se volvió una necesidad ofrecerse completamente a él”.
9. El gran Papa subraya que justamente de ello nace la exigencia del celibato. Porque si a los sacerdotes del Antiguo Testamento para desempeñar su función que consistía sencillamente en colocar sobre el altar todos los días el incienso, se les exigía abstinencia sexual por lo menos tres días, tal pureza se pedía aún más intensamente en relación a la Eucaristía que se celebraba todos los días.
El celibato se convirtió en una exigencia justamente en relación a la celebración cotidiana de la Eucaristía.
10. He aquí en grandes líneas, con el aporte de Benedicto XVI, el significado de ese “hagan esto en memoria mía”, muy diferente de como ha sido interpretado, o mejor dicho, malentendido por los protestantes, autoprivándose de esta manera del bien más preciado que Jesucristo dejó a su Iglesia: la Eucaristía.
Con el deseo que también para ti la Santa Misa se convierta en la cita cotidiana con el Señor, el momento más alto y más santo de cada dia tuyo, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo