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Buenos días Padre Angelo,
quisiera pedirle consejo sobre cómo debo actuar cuando tengo dudas en la confesión.
A veces me ocurre que recuerde pecados cometidos antes de mi conversión, que se dio hace alrededor de 5 años atrás.
Por supuesto que hace 5 años hice una Confesión general en la que dije todos mis pecados, o por lo menos es lo que tenía intención de hacer.
Por ejemplo, la última vez me ocurrió que recordé que, además de haber visto imágenes pornográficas y sucesivamente cometer actos impuros (pecados que sí confesé), esas imágenes y videos los compartía con mis “amigos”, favoreciendo de esta manera la mercantilización de la mujer, y de la sexualidad, induciendo además a mis amigos a cometer los mismos pecados que yo, y por ende que se alejaran siempre más de Dios.
Aquí es que surge mi duda: ¿cómo tengo que hacer en estos casos?
Tengo que confesarme antes de comulgar el pecado que me acordé, o bien ¿puedo recibir la eucaristía y confesarme algunos días después?
He pedido luces a algunos confesores, pero no han sabido darme una respuesta clara y
yo por mientras, sin saber cómo comportarme y permaneciendo esta duda, lo mismo comulgué todos los días, y luego acudí a confesarme. Hice bien, ¿o era mejor ser prudentes y renunciar a la Comunión?
Esta es mi segunda duda.
Mil gracias por su disponibilidad y por el precioso servicio que nos ofrece con este sitio.
Andrea
Respuesta del sacerdote
Querido Andrea,
1. por el hecho de que se trata de un olvido, mientras tanto puedes comulgar.
Podrás acusar los pecados en una próxima confesión, sin apuro, porque te encuentras en gracia de Dios.
2. La razón por la cual hace falta confesar los pecados graves que se han olvidado y que ya fueron absueltos junto a los demás, está en el hecho de que la acusación de los pecados es de derecho divino.
Implícitamente así lo pidió el Señor al instituir este sacramento, cuando dijo: «Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan» (Gv 20, 3).
Puesto que se trata del Sacramento de la sanación cristiana, el sacerdote confesor no podría indicar la terapia oportuna si no conociera cuál es el mal que padece el penitente.
Cuando celebra el sacramento de la penitencia, el sacerdote es al mismo tiempo juez, padre, maestro y médico.
Es por tanto una gracia indispensable poder acusar los pecados para poder gozar de un tan saludable remedio.
3. El Catecismo de la Iglesia Católica a propósito de esto cita un pasaje del concilio de Trento: «Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina para su perdón todos los pecados que han cometido. «Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora» (DS 1680).
4. Me alegra saber la gracia que te está concediendo el Señor: la de recordar y llorar por tus pecados.
En el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “En este sacramento, el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al fin de esta vida terrena. Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta (cf 1 Co 5,11; Ga 5,19-21; Ap 22,15). Convirtiéndose a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida «y no incurre en juicio» (Jn 5,24) (CIC 1470).5.
5. Mi consejo es que acudas siempre al mismo confesor porque podría decirte que no volvieras a los pecados de tu vida pasada.
Si así lo dijese, seguirás de buen grado sus indicaciones.
Algunas veces, podría suceder que se corra el riesgo de caer en víctima de los escrúpulos.
Algunos para obviar a esta engorrosa situación, piensan que lo mejor es multiplicar las confesiones corriendo de un sacerdote al otro. Pero esto está mal.
La paz se encuentra obedeciendo a lo que el sacerdote como ministro de Cristo dice en la confesión.
Respecto a esto es más que nunca valioso el binomio oboedientia et pax (obediencia y paz).
6. Acerca de la segunda duda, hiciste bien en recibir la Santa Comunión todos los días. En efecto estabas en gracia de Dios.
7. El Catecismo de la Iglesia Católica concluye su exposición acerca del sacramento de la penitencia con estas palabras: «Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: «Hijo, tus pecados están perdonados» (Mc 2, 5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna” (CIC 1484).
Te deseo todo bien para el año que recién comienza, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo