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Pregunta
Querido Padre Ángel,
Me uno a los muchos agradecimientos que recibes por haber descubierto su página, hace más de 2 años que leo todas sus respuestas y no sabe cuántas gracias he recibido.
Hoy quiero escribirle porque después de asistir a la Santa Misa, tanto el sábado como el domingo, constaté con gran dolor cómo nuestros pastores enseñan las Sagradas Escrituras. El Evangelio de ayer en el que Jesús cuenta la parábola del banquete del Rey, de los invitados groseros y del invitado que se presentó sin su traje de bodas.
Usted siempre recordaba que los padres de la Iglesia veían en el traje nupcial la gracia santificante, que objetivamente es un don sobrenatural.
En la homilía del sábado, el sacerdote dijo que el traje de boda «es la conciencia de ser cristiano y comportarse en consecuencia esforzándose por serlo».
En la homilía del domingo, el sacerdote dijo que el traje nupcial «es revestirse de los sentimientos de Cristo y despojarse de los propios sentimientos».
Realmente no hay caso … hablar de lo sobrenatural en la Iglesia está prohibido. Todo se reduce a una religión que parte del hombre, de sus esfuerzos, de sus capacidades.
Para esto no había necesidad de Cristo, la religión judía del Antiguo Testamento ya era suficiente. Además, hablar hoy del vestido nupcial como gracia santificante iría descaradamente en contra de Amoris Laetitia, que acepta la posibilidad de acercarse a la comunión incluso en estado de pecado grave.
Leyendo la Suma Teológica leí algo interesante sobre la justificación del pecador que «requiere una moción del libre albedrío contra el pecado porque para acercarse a Dios es necesario apartarse del pecado, ya que son los dos extremos de la moción de justificación» y de nuevo «requiere: infusión de la gracia, fe, detestación del pecado, remisión de la culpa, porque toda moción implica:
– la moción de quien mueve, que es la infusión de la gracia;
– el movimiento del sujeto movido, que es la voluntad libre que se acerca a Dios por la fe y abandona el pecado;
– el fin de la moción, con la remisión de la culpa, es decir, el cumplimiento de la justificación».
Así, según Santo Tomás, la obra de la justificación, por la que recibimos la gracia santificante, es incompatible en una persona que no ha detestado el pecado y se ha apartado de él.
(…).
Con afecto
Luca
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Respuesta del sacerdote
Querido Luca,
los comentarios de los Santos Padres son unánimes sobre este traje nupcial.
1. Orígenes, que no es un santo padre, sino un autorizado escritor eclesiástico, comenta: «Después entró el rey para ver a los que estaban sentados antes de que se les presentara la comida, para retener y dar regalos a los que tenían trajes de boda, y para condenar a los que no los tenían. De ahí se deduce: El rey entró para ver a los invitados. (…). Al entrar, vio a uno que no había cambiado sus costumbres».
2. San Gregorio Magno dice: «¿Qué debemos entender por traje nupcial sino la caridad? Porque el Señor lo tenía cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Por tanto, entra en la boda sin el traje nupcial quien cree en la Iglesia, pero no tiene caridad» (Homeliae in Evangelia 1287 C). Hay que recordar que la caridad es el principio vivificador de la gracia, por lo que quien no tiene caridad tampoco posee la gracia.
3. San Agustín: «Se atreve a venir a las bodas sin su traje nupcial el que busca allí la gloria, no la del esposo, sino la suya propia» (Contra Faustum 22, 19).
4. San Hilario es aún más explícito: «Traje nupcial es también la gracia del Espíritu Santo, y la blancura de la vestidura celestial que, una vez recibida con la confesión de fe, debe conservarse limpia e intacta hasta la consecución del reino de los cielos» (Commentarium in Matthaeum 1004 B).
5. Santo Tomás: «Vio a un hombre que no tenía traje nupcial.
¿Qué es este traje de boda? Cristo. Nosotros, que somos de Cristo, nos hemos revestido de Cristo, como dice San Pablo en Romanos 13; 14. Algunos se revisten de Cristo por el sacramento: «ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo» (Gal 3,27). Algunos son de Cristo por la caridad y el amor: «Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección » (Col 3,15). Asimismo, se es de Cristo por la conformidad de las obras (Rom 13,14).
Por tanto, tener el traje nupcial es vestir a Cristo de buenas obras, de vida santa, de verdadera caridad» (Comentario al Evangelio de Mateo 22,11).
6. Sin embargo, Amoris laetitia nunca dice que sea lícito acercarse a comulgar incluso en estado de pecado grave. Reconoce que el estado de gracia puede recuperarse por medios no sacramentales, es decir, mediante el ejercicio de la caridad que cubre multitud de pecados (1 Pe 4,8). He aquí el texto: «Cualesquiera que sean las circunstancias, ante quienes tienen dificultades para vivir plenamente la ley divina, debe resonar la invitación a recorrer la vía caritatis. La caridad fraterna es la primera ley de los cristianos (cf. Jn 15,12; Ga 5,14). No olvidemos la promesa de las Escrituras: » Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados » (1 Pe 4,8); «redime tus pecados con la justicia y tus faltas con la misericordia hacia los pobres» (Dan 4,24); «El agua apaga las llamas del fuego y la limosna expía los pecados» (Sir 3,30).
Esto es también lo que enseña San Agustín: «Como, por tanto, si estuviéramos en peligro por un incendio, primero correríamos en busca de agua, con la que podríamos apagar el fuego, [… Del mismo modo, si alguna llama de pecado ha brotado del heno de nuestras pasiones y, por tanto, nos sentimos sacudidos, alegrémonos de la oportunidad que se nos brinda de realizar una obra de verdadera misericordia, como si se nos ofreciera la fuente de donde sacar agua para apagar el fuego que se ha encendido» (De catechizandis rudibus, I, 14,22)» (Amoris laetitia, 306).
Te doy las gracias por lo que has escrito y también por darme la oportunidad de aclarar algunas cosas muy importantes.
Te encomiendo al Señor y te bendigo.
Padre Ángel