Questo articolo è disponibile anche in:
Italiano
Inglés
Español
Portugués
Querido Padre Angelo,
espero que esté bien. Le escribo después de haber leído un artículo seguramente herético que me ha dejado perturbado puesto que presenta sólidas bases doctrinales para sostener sus argumentos.
El autor del artículo quiere reivindicar la invalidez de los Bautismos de sangre y de deseo, y la absoluta imposibilidad de salvación para los no católicos, contradiciendo de esta manera la constitución “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II acabando luego en un delirante sedevacantismo.
Le adjunto una página en la que he copiado algunas de las numerosas declaraciones papales y conciliares de que el autor se vale para sostener sus propias afirmaciones:
“Acerca de la validez de los bautismos de deseo y de sangre.
Papa Pablo III, Concilio de Trento, Sesión 7, Canon 2, sobre el Sacramento del Santo Bautismo, 1547, ex cathedra: “Si alguien afirmara que la verdadera agua natural no es necesaria para el Bautismo y por lo tanto le diera un significado metafórico a las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “el que no nace de agua y Espíritu Santo (Jn 3, 5) sea anatema”( DS 1615).
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Sesión 11, 04/02/1442, ex cathedra: “en cuanto a los niños, dado que a menudo se hallan en peligro de muerte, puesto que no pueden recibir ayuda sino con el sacramento del bautismo que los libera de la dominación del demonio y los hace hijos adoptivos de Dios, la Iglesia exhorta que el bautismo no sea aplazado por 40 u 80 días, según ciertas costumbres, sino que sea administrado lo más pronto posible, y en caso de inminente peligro de muerte, sean bautizados enseguida sin retardar en lo más mínimo, también por un laico o por una mujer, si falta el sacerdote”(DS 1349). (Traducido por el traductor)
Papa Pablo III, Concilio de Trento, Sesión 5, Acerca del Pecado Original: “Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte… reciben con toda verdad el bautismo en remisión de sus pecados; para que purifique la regeneración en ellos lo que contrajeron por la generación: Pues no puede entrar en el reino de Dios, sino el que haya renacido del agua, y del Espíritu Santo (Jn 3, 5)” (DS 1515).
Conclusión: El Sacramento del Bautismo, administrado a través del agua, es necesario para la salvación; los Bautismos de “sangre” y de “deseo” no garantizan la vida eterna.
Le pido disculpas por el tiempo que le estoy quitando.
Desde ya le agradezco muchísimo.
Matteo
Respuesta del sacerdote
Querido Matteo,
1. primeramente hay que hacer una premisa.
Las declaraciones citadas no son de los papas mencionados, sino de los concilios de Trento y de Florencia.
Es erróneo por lo tanto decir que se trata de afirmaciones ex cathedra del Papa.
Eso no quita que sean afirmaciones del magisterio extraordinario de la Iglesia expresadas en un Concilio ecuménico.
Por lo que son de carácter infalible.
Sin embargo hay que precisar que lo afirmado por el Concilio de Florencia, justamente por las palabras empleadas: “la Iglesia exhorta que el bautismo no sea aplazado por 40 u 80 días, según ciertas costumbres, sino que sea administrado lo más pronto posible, y en caso de inminente peligro de muerte, sean bautizados enseguida sin retardar en lo más mínimo”, no tiene carácter dogmático.
Se trata de una indicación disciplinaria.
2. Puesto que las cuestiones discutidas en el artículo que has leído son dos, te respondo en dos entregas.
La primera trata acerca de lo que la Iglesia siente acerca del bautismo de deseo y el bautismo de sangre negada por el autor que has leído y la segunda acerca de la necesidad de pertenecer a la Iglesia para poder salvarse.
Los documentos del magisterio presentados, parecen irrefutables, pero no es así.
En este mail te respondo a la primera conclusión.
3. En efecto el texto del Concilio de Trento acerca de la absoluta necesidad del agua natural para el bautismo, no se opone al bautismo de deseo y al bautismo de sangre.
No es esto lo que intenta afirmar el magisterio.
Hablando del sacramento del bautismo, el concilio de Trento quiere determinar la materia y dice que es necesaria el agua natural.
Lo que el Concilio quiere decir, no es en absoluto negar la validez del sacramento del bautismo de deseo y del bautismo de sangre.
En todo caso habría podido expresarlo mejor, de modo que no surgieran malentendidos.
Pero en este caso se habría contradicho con lo que se afirma en el mismo concilio acerca del bautismo de deseo.
4. Esto es lo que dice el concilio de Trento acerca del bautismo de deseo: “la justificación del pecador: de suerte que es tránsito del estado en que nace el hombre hijo del primer Adán, al estado de gracia y de adopción de los hijos de Dios por el segundo Adán Jesucristo nuestro Salvador. Esta traslación, o tránsito no se puede lograr, después de promulgado el Evangelio, sin el bautismo, o sin el deseo de él; según está escrito: No puede entrar en el reino de los cielos sino el que haya renacido del agua, y del Espíritu Santo” (Jn 3, 5) (DS 1524).
Respecto al sacramento de la penitencia, análogamente, se dice: “se debe enseñar, que es mucha la diferencia que hay entre la penitencia del hombre cristiano después de su caída, y la del bautismo; pues aquella no sólo incluye la separación del pecado, y su detestación, o el corazón contrito y humillado; sino también la confesión sacramental de ellos, a lo menos en deseo para hacerla a su tiempo, y la absolución del sacerdote” (DS 1543).
5. Unos años después de terminado el Concilio de Trento se publicó el Catecismo Romano, también llamado Catecismo del Concilio de Trento.
Sigue a continuación lo que dice este catecismo: “La costumbre antigua de la Iglesia sigue una regla diferente con los que están en edad adulta y tienen perfecto uso de razón. Se les difiere el Bautismo algún tiempo, por los motivos siguientes: • porque no existe en ellos el peligro que amenaza ciertamente a los niños, ya que el deseo de recibir el bautismo y el arrepentimiento les basta para alcanzar la justificación si algún caso repentino les impide recibir el Bautismo de agua” (Catecismo Romano, § 178).
6. Aun antes del Concilio de Trento, tenemos un hermoso testimonio de San Ambrosio acerca de la muerte del emperador Valentiniano II, asesinado en el año 392 antes de haber podido recibir el bautismo.
Así dice san Ambrosio en esa circunstancia: “Por mi parte he perdido a quien estaba a punto de engendrar en el Evangelio; sin embargo él no ha perdido la gracia que ha pedido… ¿Qué más tenemos en nuestro poder, sino la voluntad y el deseo, nisi voluntas, nisi petitio?
Ahora bien, hace no mucho, él manifestó esa intención (hoc voti habuit) de instruirse antes de entrar en Italia, expresando el querer prontamente ser bautizado por mí…
¿No tendrá acaso la gracia que ha deseado, que ha pedido? Si la ha pedido, seguramente la ha recibido.
Es por eso que escrito está: “El justo, aunque tenga un fin prematuro, gozará del reposo”(Sab 4, 7).” (Patrología latina, tomo 16, col. 1368 y 1374).
7. Relacionado al bautismo de sangre: es certera doctrina que la Iglesia siempre sostuvo.
En el canon 101 de Hipólito, (estamos en el siglo III), se puede ver: “El catecúmeno que fuere capturado, conducido al martirio y matado antes que pudiera recibir el bautismo, sea enterrado junto a los otros mártires, de hecho ha sido bautizado con su propia sangre”.
Pero más aun que el pronunciamiento de Hipólito, vale lo que dijo Nuestro Senor: “El que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 10, 39).
8. Santo Tomás da por sentado que haya un triple bautismo: de agua, de sangre y de espíritu (deseo).
Acerca de este último dice: “Y por la misma razón, uno puede conseguir el efecto del bautismo por virtud del Espíritu Santo no sólo sin el bautismo de agua, sino también sin el bautismo de sangre, por cuanto su corazón es movido por el Espíritu Santo a creer en Dios, a amarle y a arrepentirse de sus pecados, por lo que también se le llama ‘bautismo de penitencia’. De él se dice en Is 4, 4: Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de la hija de Sión, y haya limpiado la sangre de Jerusalén del interior de ella con espíritu de justicia y ardor. Así pues, a cualquiera de estas dos modalidades de bautismo se la llama bautismo por hacer las veces del bautismo. Por lo que dice San Agustín en IV De único Baptismo parvulorum : Que el martirio hace en ocasiones las veces del bautismo, lo argumenta con fuerza San Cipriano de aquel ladrón no bautizado a quien se le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Y yo, considerando esto bien, llego a la conclusión de que no sólo el sufrimiento por el nombre de Cristo puede suplir la falta del bautismo, sino también la fe y la conversión del corazón, si por falta de tiempo no se puede celebrar el sacramento del bautismo” (De bapt. Contra Donat. 4,22)” (Suma teológica, III, 66, 11).
9. A propósito del bautismo de sangre, Santo Tomás dice que hasta es mejor que los otros bautismos: “el derramamiento de la sangre por Cristo y la acción interior del Espíritu Santo se llaman bautismos en cuanto que producen el efecto del bautismo de agua. Ahora bien, el bautismo de agua recibe su eficacia de la pasión de Cristo y del Espíritu Santo, como se ha dicho (ib). Cierto que estas dos causas actúan en cualquiera de los tres bautismos, pero de modo más excelente en el bautismo de sangre. Porque la pasión de Cristo actúa en el bautismo de agua por una representación figurativa; en el bautismo de deseo o de penitencia, por un afecto ardiente; pero en el bautismo de sangre actúa por imitación de la misma realidad. De modo semejante, también la virtud del Espíritu Santo actúa en el bautismo de agua por una virtud latente; en el bautismo de penitencia, por una conmoción del corazón; pero en el bautismo de sangre, por un intensísimo impulso de amor y afecto, según las palabras de Jn 15,13: «Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos». (Jn 15,13)” (Suma teológica, III, 66, 12).
10. La conclusión a la que ha llegado el autor que has citado es errónea y no conforme con la constante enseñanza de la Iglesia.
Por no hablar de las inexactitudes con las que han sido presentados los textos.
Te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo