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Querido Padre Angelo,

En primer lugar, muchas gracias por su siempre generosa disponibilidad para responder al gran número de preguntas que se le plantean.

Yo también me sumo, aprovechando con gratitud vuestra caridad, para un asunto que considero importante.

Se dice que la observancia de los mandamientos viene después de la aceptación de la gracia, como consecuencia, y esto está claro: la observancia sin gracia sería voluntarismo. Pero entonces ¿en qué momento podemos situar el arrepentimiento?

En los Hechos de los Apóstoles, Pedro declara: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38).

En este punto crucial del Nuevo Testamento, la acción del hombre (conversión, arrepentimiento) parecería preceder a la acción del Señor (el don de la gracia). ¿Cómo salvar el hecho de que la gracia divina siempre precede a la iniciativa humana? ¿Quizás asumir que el arrepentimiento ya es una acción posible gracias a la ayuda de Dios, que inspira el cambio?

Gracias por tu respuesta, querido Padre Angelo, y que el Señor te recompense por lo que haces en Su nombre.

Unidos en Cristo

Don

Respuesta del sacerdote

Estimado Don,

1. Es necesario hacer una distinción entre el orden natural y el orden sobrenatural.

Los mandamientos pertenecen a la ley natural y su observancia es posible incluso sin la ayuda de la gracia.

Por eso una persona puede ser honesta (no roba, no mata, respeta a los demás) incluso sin estar en estado de gracia.

2. Por eso hay un arrepentimiento de orden natural que no es fruto de la gracia, como el arrepentimiento por no haber cumplido la palabra.

3. Según Santo Tomás, después del pecado original, la observancia de todos los mandamientos no es posible sin la gracia de Dios, es decir, no es posible evitar cada uno de los pecados mortales.

Sin embargo, es posible observar algunos mandamientos que permiten ser honestos incluso sin estar en gracia de Dios, como el respeto a la fidelidad conyugal.

4. Para el arrepentimiento de orden sobrenatural, es necesaria la gracia.

En efecto, este mismo arrepentimiento no puede concebirse, sin porque procede de ese tipo de gracia que los teólogos llaman gracia actual.

5. La gracia actual es un impulso que viene de Dios y es de orden sobrenatural.

En nuestro caso, puede ser un impulso que provoque una contrición perfecta o una conclusión imperfecta.

6. Provoca perfecta contrición cuando uno se arrepiente de haber ofendido a Dios y de haber sido causa de la pasión y muerte del Señor.

Provoca contrición imperfecta cuando uno se arrepiente porque ha cometido un pecado mortal, se ha privado de la gracia de Dios y se ha expuesto a la perdición eterna.

7. Cuando causa contrición perfecta al mismo tiempo la gracia actual se convierte en gracia habitual (o santificante) porque ya coloca el alma en gracia de Dios.

Cuando provoca una contrición imperfecta, todavía no devuelve a la persona la gracia de Dios, pero es un estímulo muy precioso para confesarse y redescubrir la gracia santificante a través del sacramento.

8. Incluso en este segundo caso, es siempre un don de Dios, una gracia presente que dispone para recibir la gracia santificante.

Por lo tanto, en cualquier caso, el arrepentimiento de orden sobrenatural ya sea de contrición perfecta o de contrición imperfecta, es siempre un don de Dios.

9. Cuando san Pedro pide arrepentirse y bautizarse implica la acción preveniente de la gracia de Dios, a la que el hombre está llamado a dar pronta respuesta.

Según los teólogos dominicos esta respuesta es también gracia de Dios.

Te deseo todo lo mejor en tu precioso ministerio y te recuerdo en oración.

Padre Angelo