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¡Dios te salve María!

Gracias Padre Ángelo…siempre es exhaustivo y amable…. El primer milagro de Jesús en Caná lo realiza, aunque todavía no era el momento de revelarse, a petición de la Santa Madre María. Del Evangelio parece que Jesús responde casi (espero que el Señor me perdone si estoy diciendo tonterías) nervioso a la Virgen llamándola «Mujer» lo que hay entre Yo y Tú….

¿Es una traducción errónea del griego? Tal vez Jesús no responda en tono «malo», sino que quiere decir ¿qué nos une de manera tan especial que, aunque no sea el momento, por amor a Ti, lo hago? ¿Y por qué la llama «mujer»? ¿Para dejar claro que Dios está hablando?

No sé cómo agradecérselo, quizá sí…. Rezo por usted, que Dios le bendiga y que la Virgen y San Miguel Arcángel le protejan…

Gracias

Mario N.

Dios te salve María


Querido Mario,

1. no se trata de un error de traducción. Ninguno de los Santos Padres ni de los intérpretes de la Escritura pudo rebatir estas palabras: «Mujer, ¿qué quieres de mí?» (Jn 2:4). El significado, en efecto, es de rechazo. Santo Tomás recoge el pensamiento de San Agustín y San Juan Crisóstomo.

2. Para el primero (San Agustín) Jesús recuerda a su madre que en él hay dos naturalezas: la divina, que tiene el poder de hacer milagros. Y la naturaleza humana que está destinada a sufrir. La primera naturaleza la recibió del Padre, la segunda de su madre. Por eso, «a la madre que le pedía un milagro le respondió: ‘¿Qué tengo que ver contigo, mujer?'», como si dijera: ‘De ti he recibido, no lo que hace milagros en mí, sino aquello por lo que estoy sujeto al sufrimiento: lo que me corresponde sufrir, es decir, la naturaleza humana, lo he recibido de ti; por eso te conoceré cuando la propia enfermedad cuelgue de la cruz’. Esto también explica la siguiente frase: «Mi hora aún no ha llegado». Como si dijera: Cuando llegue la hora de la Pasión, te conoceré como madre. Porque mientras colgaba de la cruz confió su madre a su discípulo amado» (Cf. Santo Tomás, Comentario al Evangelio de Juan 2,4).

3. Para San Juan Crisóstomo también es un rechazo, aunque por otra razón. Aquí está: «La Santísima Virgen, llena de celo por el honor de su hijo, habría querido que Cristo hiciera milagros inmediatamente, antes de que fuera oportuno; por eso Cristo, sin duda más sabio que su Madre, se lo habría reprochado. No quiso realizar el milagro antes de que se conociera la necesidad, porque entonces habría sido menos notorio y creíble. Por eso le dijo: «¿Qué tengo que ver contigo, oh mujer?». Como si dijera: «¿Por qué me solicitas? «Mi hora aún no ha llegado». Es decir: los presentes aún no me conocen. Además, todavía no sienten la falta de vino: que sientan primero la falta; porque cuando hayan conocido la necesidad, estimarán más el beneficio que reciban» (Santo Tomás, Comentario al Evangelio de Juan 2, 4).

5. En cualquier caso, según Santo Tomás, «la madre, incluso ante la repulsa, no duda de la misericordia de su Hijo; y en consecuencia da esta instrucción a sus siervos: «Haced lo que él os diga», y en este consejo consiste precisamente la perfección de toda justicia. Porque la justicia perfecta consiste en obedecer a Cristo en todas las cosas. Y podemos recordar las palabras del Éxodo (24:7): «Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho'». Aquí, según Santo Tomás, la Virgen manifiesta públicamente su fe en la divinidad de Jesús porque sólo Dios puede ser obedecido en todo mientras que «un hombre puede equivocarse a veces». (…). (…) Sólo a Dios, que no puede engañar ni ser engañado, debemos obedecer en todo» (Comentario al Evangelio de Juan 2,5).

6. Juan Pablo II en sus catequesis marianas va más allá y recoge en las palabras de Jesús, y en particular en la palabra «mujer», la llamada de María a participar en la obra de la redención. Esto es lo que dice: «La respuesta de Jesús a las palabras de María: ‘¿Jesús le respondió: Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía» (Jn 2,4), expresa un aparente rechazo, como si pusiera a prueba la fe de la Madre.

Según una interpretación, Jesús, desde el momento en que inicia su misión, parece cuestionar la relación natural de hijo, puesta en duda por su madre. La frase, en el lenguaje hablado del entorno, pretende, de hecho, subrayar una distancia entre las personas, con la exclusión de la comunión de vida. Esta distancia no elimina el respeto y la estima; el término «mujer», con el que se dirige a su madre, se utiliza en un sentido que volverá en los diálogos con la mujer cananea (cf. Mt 15,28), con la samaritana (cf. Jn 4,21), con la adúltera (cf. Jn 8,10) y con María Magdalena (cf. Jn 20,13), en contextos que muestran una relación positiva entre Jesús y sus interlocutores.

Con la expresión: «¿qué tenemos que ver nosotros, oh mujer?», Jesús pretende situar la cooperación de María en el plano de la salvación que, al comprometer su fe y su esperanza, exige la superación de su papel natural de madre. (…). Entonces María se abstiene mansamente de insistir en él y se dirige a los criados para invitarles a ser obedientes con él. (…). (…) Les exhorta a confiar sin vacilar, sobre todo cuando no se comprende el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide» (27.2.1997).

7. La Biblia de Jerusalén anticipa en sus notas la interpretación de Juan Pablo II.

«¿qué tenemos que ver nosotros?»: literalmente «¿qué tengo yo que ver contigo y conmigo?», un semitismo bastante frecuente en el Antiguo Testamento (St 11,12; 2 Sam 16,10; 19,23; 1 Re 17,18, etc.) y en el Nuevo Testamento (Mt 8,29; Mc 1,24; 5,7; Lc 4,34; 8,28).

Se utiliza para rechazar una intervención que se considera inapropiada o incluso para mostrar a alguien que no se quiere tener ninguna relación con él. Sólo el contexto nos permite precisar el matiz exacto. Aquí, Jesús objeta a su madre que «aún no ha llegado su hora».

– mujer: apelativo insólito de un hijo a su madre recogido en 19,26, donde se ilumina el significado como recuerdo de Gn 3,15.20: María es la nueva Eva, «la madre de los vivos». 

– Mi hora: La «hora» de Jesús es la hora de su glorificación, de su regreso a la derecha del Padre. El Evangelio marca el acercamiento (7:30; 8:20; 12:23.27; 13:1; 17:1). Fijada por el Padre, la hora no podía ser anticipada. Sin embargo, el milagro obtenido por la intervención de María será su anuncio simbólico».

8. Como hemos visto, la palabra «mujer» no expresa desprendimiento.

Entre los griegos y orientales (Homero, Jenofonte y otros) se utilizaba en la intimidad para designar incluso a los más queridos y dignos de respeto.

9. En conclusión: la expresión «¿Qué tengo yo que ver contigo?» es, sí, bastante dura.

Pero el Espíritu Santo lo quiso así para hacernos comprender el papel de María, que con su fe anticipó el momento de la manifestación de la divinidad de Jesús con el cumplimiento del milagro y, al mismo tiempo, quiso poner de relieve el lugar único de María en la obra de la redención.

Te deseo todo el bien, te encomiendo al Señor y te bendigo.

Padre Ángelo