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Buenas tardes Padre,
quería preguntarle: ¿Las mujeres pueden ser exorcistas?
Le agradezco por adelantado y lo encomiendo al Señor.
Respuesta del sacerdote
Muy querida,
1. el código de derecho canónico dice lo siguiente:
§ 1. Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar, nadie puede realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos.
§ 2. El Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida.
Por lo tanto según la disciplina de la Iglesia el ministerio del exorcista está ligado al solo sacerdote designado por el obispo.
2. Esto quiere decir que los ritos que tienen que ver con la bendición del exorcismo pueden ser dispensados solamente por el sacerdote que recibió tal encargo.
3. Sin embargo los demonios pueden ser expulsados de otras formas, como puede verse en la vida de Santa Catalina de Siena.
El Beato Raimundo de Capua, su primer biógrafo y confesor, tituló el capítulo ocho de la vida de la Santa con estas palabras: “enemiga de los demonios”.
4. Relata algunos episodios de posesos que fueron liberados por Catalina.
Menciono solamente uno, el de la niña llamada Lorenza de ocho años de edad que había sido llevada al monasterio para que fuera educada e instruida. Hay que tener en cuenta que por entonces no existían escuelas públicas como hoy en día. Así pues, quien quería que los hijos tuvieran una instrucción, los llevaban a los monasterios o bien traían a un preceptor en su domicilio.
5. Ahora bien la niña fue poseída por el demonio sin que ni ella, ni sus padres hubieran pecado, como destaca el Beato Raimundo.
Cuando era atormentada por el demonio, “y eso ocurría muy a menudo de forma violenta, todas las monjas estaban asustadas e inquietas”.
Los signos de la posesión eran clarísimos. El beato Raimundo dice: “el demonio no cesó de hacer manifiesta su presencia de la manera más extraordinaria que pudiera concebirse. Hablaba en latín por boca de la criatura, aunque ella no poseía la menor noción de ese idioma; contestaba las preguntas más difíciles y complicadas que se le hacían y manifestaba los pecados y secretos de gran número de personas. Finalmente resultaba evidente para todo el mundo que Dios había permitido por motivos desconocidos para nosotros que el demonio atormentase a esta pobrecita inocente” (Vida de Santa Catalina de Siena, II Parte, cap. 8).
6. Para liberarla del demonio, llevaron a la niña a visitar diferentes reliquias de santos para que por sus méritos el espíritu maligno se viera obligado a huir.
De forma especial se dirigían al dominico beato Ambrosio Sansedoni, de Siena que estaba sepultado en la iglesia de los dominicos.
Era famoso además que por su santidad y doctrina, también por expulsar demonios.
Dice el Beato Raimundo que incluso después de transcurridos cien años de su muerte, era suficiente tocar su capa o su escapulario para ser liberados de los espíritus malignos.
Condujeron a Lorenza hacia la tumba del Beato Ambrosio, pero esta vez no obtuvieron el resultado esperado.
O, mejor dicho, el beato Ambrosio quería desde el cielo glorificar a Santa Catalina aún en vida.
7. Al enterarse los padres de la niña, que Catalina tenía la fuerza para expulsar a los demonios, quisieron llevarle a la niña, pero santa Catalina se negó con esta palabras: «-¡Ay! A mí me atormentan todos los días los demonios, ¿cómo pueden ustedes imaginarse que voy a tener poder para librar de ellos a los demás?» Y se fue buscando toda suerte de pretextos para no ser interceptada.
Recurrieron entonces al confesor de Catalina pidiéndole que la obligara por obediencia a liberar a la niña del demonio.
Él mismo la acompañó a la morada donde vivía Catalina. Pero la santa en ese momento no se encontraba en casa. La dejó allí, recomendando a las personas de la casa que cuando regresase le dijesen que él le mandaba que expulsara el demonio de la niña.
8. Así fue como ocurrió la liberación: “acudió a la oración diciendo a la criatura que rezase junto con ella. Toda esa noche transcurrió en duro combate contra el enemigo de las almas hasta que por fin, al romper el día el demonio se dio cuenta de que había sido vencido y abandonó su presa sin causarle daño alguno” (Ib., cap 8).
Al saber los padres que la niña había sido liberada fueron a buscarla. Pero Catalina les pidió que la dejasen unos días más con ella y aprovechó para darle muchos buenos consejos.
Ocurrió, poco después , que Catalina tuvo que salir de casa para cumplir una tarea. El demonio aprovechó de ello para volver a poseer a la niña. De lejos Catalina, enseguida lo supo y regresó.
Entrando en casa, encontró a Lorenza con el rostro completamente cambiado, en un acceso de furia. Ni bien la vio, Catalina dijo: «-¡Ah, serpiente, te has atrevido a apoderarte nuevamente de esa inocente criatura! Pero yo tengo fe en mi Salvador y saldrás ahora mismo de ahí para no volver jamás».
Seguidamente, condujo consigo a la niña al sitio de la oración; se detuvo por poco tiempo y cuando salió la pequeña estaba completamente liberada. Catalina mandó que la pusieran en cama. Por la mañana mandó llamar a los padres de Lorenza y les dijo: «-Llévense ahora a su hija tranquilos; en lo futuro no volverá a ser atormentada».
Esta profecía se cumplió al pie de la letra; Lorenza retornó a su monasterio donde sirvió fervorosamente al Señor por más de dieciséis años (Ib., cap 8).
9. Este relato es importante porque muestra que Catallina no cumplió con el ritual exorcístico. Oró, estuvo cerca de la niña. En un determinado momento le ordenó al demonio que se marchara, y éste lo hizo.
No usó las fórmulas del exorcismo.
Y bien, nosotros también podemos decirle al demonio que se vaya.
Podemos hacerlo de la misma manera en que lo hizo Catalina. Sabiendo sin embargo, que nuestra santidad y poder no se pueden comparar con la santidad y el poder de Catalina.
Te deseo todo bien, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo