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Buenos días Padre,
Antes que nada quiero agradecerle por su labor, ya que en muchas oportunidades me ha mantenido en la fe, y estoy seguro de que con muchos otros hizo lo mismo.
Últimamente, buscando informaciones sobre la antigua historia de Israel, me he dado cuenta de cómo la mayoría de los estudiosos concluya que el judaísmo es el producto de un proceso de la evolución de un politeísmo igual al que nosotros despreciamos, y como los mismos estudiosos nieguen la existencia de Abraham, Moisés y el éxodo, la monarquía unitaria, etc, reduciendo la Biblia y el judaísmo (y por consiguiente también el cristianismo) a un producto póstumo, mucho más humano que divino (por ejemplo en la asimilación de las cualidades de otros dioses de parte de Yahvé).
Mi pregunta es: ¿cómo debemos confrontarnos, como cristianos, a estos descubrimientos/interpretaciones? Su aceptación inevitablemente lleva al ateísmo, que al mismo tiempo constituye su base. Y si son falsas, ¿por qué la mayoría de los estudiosos las sostienen (y también algunos católicos)? ¿Son solamente razones personales? Esto es un gran problema para quien, como yo, busca mucho en la historia una base intelectual para su fe, y al no hallarla, a menudo se queda perdido, anclado a aquellas experiencias en las que el Señor pareciera que se hubiera manifestado “visiblemente” en la historia (milagros, apariciones), que sin embargo reconozco que son una manera errada de acercarse a la fe.
Le deseo lo mejor en su labor y que Dios lo bendiga.
Buenos días Padre,
quiero añadir a mi pregunta las conclusiones a las que he llegado después de una dolorosa (y todavía actual) reflexión sobre la relación entre historia y fe.
He comprendido que lo que quebranta mi fe es el continuo contacto, sobre todo mediante internet, con los resultados de la investigación “histórico-crítica” que reduce la Escritura a algo muy diferente a nuestro modo de interpretarla.
El problema estriba en que este método pone en evidencia el posible origen humano (por ejemplo pseudoepigrafía, inventos, manipulaciones e interpretaciones fuera de contexto en cada parte de la Biblia, etc) de nuestra fe, a la que, desgraciadamente para mí, mi mente trata de aferrarse, pues no soy más que un recién nacido.
Quisiera por lo tanto pedirle no una respuesta específica a las cuestiones arriba citadas, sino tal vez un modo para despegarme de esta visión del mundo, porque tengo miedo que esta crítica, pueda apagar para siempre mi fe, aunque Él no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas.
De nuevo, le agradezco infinitamente.
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
antes que nada debo decirte que me apena mucho el retraso con el que te respondo, por ello te pido disculpas.
1. En tu mail tocaste un punto que fue muy candente a comienzos del siglo pasado.
No fueron pocas las personas ilustres que dejaron la fe después de haber leído la Sagrada Escritura según el criterio histórico – crítico. Entre quienes estaban Renan y Loisy que arrastraron a no pocas personas.
2. El decreto del Santo Oficio “Lamentabili” (3 de julio de 1907) fue el primer documento doctrinal en condenar el Modernismo y presenta un listado de errores doctrinales referidos en especial a la inspiración y a la inerrancia de la Sagrada Escritura, la naturaleza de Jesucristo y la constitución de la Iglesia.
3. El dominico padre Marie-Joseph Lagrange, fundador y director de la École Biblique di Gerusalemme, estaba al tanto de los desastres ocasionados por los escritos de las personas recién mencionadas.
No fue al ataque cerrándose en enfoques tradicionalistas que los adversarios desmontan justamente en nombre del método histórico crítico.
Sino que él mismo quiso bajar en este campo para trabajar de forma científica, pues estaba convencido de que había que pedir a la ciencia la respuesta a las preguntas que la ciencia sugería, que la discusión fuese más eficaz que la represión.
Estaba convencido de que para conocer la mentalidad, las costumbres, la manera de expresarse de la gente y hasta la disposición geográfica del terreno era necesario vivir en el territorio mismo (Palestina) en que la divina Revelación se había codificado en la Sagrada Escritura.
4. El padre Lagrange publicó un comentario sobre el decreto Lamentabili en la Revue biblique.
En dicho comentario expresó “su completa satisfacción por el modo en que se había solucionado un difícil problema: rechazar los errores surgidos en nombre de la crítica y de la historia, sin en lo más mínimo atacar a la justa libertad de la crítica histórica” (RB 16 (1907) pp. 481-488).
En su correspondencia con un cierto padre Condamin, jesuita y docente del Instituto católico de Tolosa, escribe: “Ve, il pretendido Syllabus, que nos asustaba tanto, no es otra cosa que la especificación de la condena de Loisy. No hay una proposición que se pueda decir derivada de la Revue biblique o de obras similares, que por otro lado en buena medida ya fueron combatidas por nosotros. Esto hace que muchas personas puedan abrir los ojos”.
Al Maestro de la Orden de los dominicos, padre Cormier, actualmente beato, escribe: “La publicación del decreto Lamentabili fue una gran consolación para mí. No existe ninguna proposición de la Sagrada Escritura condenada, que la Revue Biblique no haya atacado desde su publicación. Tengo intención de hablar de ello en la Revue Biblique”.
A Salvatore Minocchi, gran estudioso de la Biblia, defensor del método histórico crítico y que desafortunadamente abandonara el sacerdocio, le escribe: “Estoy muy satisfecho del decreto Lamentabili. El Santo Oficio desde su perspectiva teológica, no ha dicho nada que obstaculice los estudios críticos católicos. Hay hasta cincuenta proposiciones entre sesenta y cinco, que más o menos están en contra de Loisy”.
5. El método histórico crítico, por él mismo ampliamente usado y difundido (entre otras cosas hasta había escrito un libro titulado El método histórico), no puso en duda la fe de nuestro padre Lagrange.
Es más la aumentó, le dio mayor vigor. Es bien conocido el hecho de que se está procediendo con el proceso de beatificación.
¿Cómo lo hizo?
Le escribe a un cohermano, el padre B. Montagnes: “Los alumnos que vinieron a Jerusalén para escuchar las clases de un maestro descubrieron que este estudioso era también un hombre de oración, que en su ir y venir vivía continuamente y sin división del laboratorio al oratorio.
Fue así que este modo de hacer exégesis bíblica según una exigencia científica se convirtió para él en un camino espiritual; así pues él fue verdaderamente un exégeta en busca de Dios” (Marie-Joseph Lagrange, p. 10).
Convencido tanto cuanto Santo Tomás del hecho que la Palabra de Dios “no es una palabra cualquiera, sino la que espira amor” (non est verbum qualecumque, sed Verbum spirans amorem” (Suma teológica, I, 43, 5, ad 2), su estudio lo orientaba incesantemente al coloquio con Dios que le había hablado a través del texto sagrado.
Este fue el secreto del padre Lagrange.
6. Al acabar el primer año como estudiante dominico, un año después de terminar el noviciado, tuvo una singular experiencia espiritual que quedó grabada profundamente en su vida. Anota en sus Souvenirs personnels (recuerdos personales): “La mañana del jueves 28 de septiembre de 1882, habiendo entrado por un rato en el oratorio del noviciado, comprendí con gran sorpresa lo que tantas veces había leído de San Pablo: que Jesucristo verdaderamente vive en nosotros, que la gracia es su gracia, que nos es donada por Él, y en Él, es el don supremo.
Me pareció como si nunca hubiera sentido nada semejante y estaba seguro de que era verdad. Me sorprendí de todas las aplicaciones derivadas de este principio fundamental que se hicieron patentes a mi espíritu: «Si Jesucristo está presente en las almas, es Él quien cumple en ellas todo el bien».
El Padre Maestro, a quien le conté de mi descubrimiento, lo aprobó y me mandó nuevamente hacia San Pablo y a San Juan y -entre los autores más modernos- al padre de Condren. (…).
Estuve viviendo varios días bajo esta luz: «Jesucristo en la oración, Jesucristo en mis hermanos, Jesucristo en todos lados» (sábado 30 de octubre).
7. No se acercó a las Escrituras simplemente con la curiosidad del estudioso, sino con el afecto y la adoración hacia Aquel que le hablaba y al hacerlo lo transformaba, lo purificaba y lo santificaba.
Fue un camino que recorrió junto a Cristo. Un camino de progresiva santificación.
Leyendo su Evangelio de Jesucristo se nota su íntima adoración a Cristo. No es que describe sencillamente la vida de Jesús. Es una continua contemplación escrita, de la que participan todos los que tienen la gracia de leer esa obra.
Te deseo que tengas la misma solidez interior del padre Lagrange, su ir y venir entre la lectura de la palabra de Dios y la oración, su gran amor a Jesucristo y a la santa Virgen de quien se firmaba como un humilde siervo e hijo.
Mientras en sus tiempos, otros, a causa de sus estudios abandonaron la Iglesia, él en cambio se fortaleció siempre más, a semejanza de Nuestro Senor que crecía en edad y gracia ante Dios y los hombres.
Te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo