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«Cristo resucitó hacia el amanecer, cuando ya clareaba el día, para dar a entender que, con su resurrección, nos impulsaba hacia la luz de la gloria; así como murió al atardecer, cuando el día tiende a las tinieblas, para significar que, mediante su muerte, destruía las tinieblas de la culpa y de la pena» (Santo Tomás, Suma teológica, III, 53, 2, ad 3).
A la luz del pensamiento de Santo Tomás, en el 750º aniversario de su gloriosa muerte, deseo que Cristo llegue para destruir en cada uno de nosotros las tinieblas de la culpa y de la pena, y , si fuera posible, también de las tendencias desordenadas.
Que nos oriente hacia la luz de la gloria envolviendo nuestra alma con esa luz y ese esplendor con el que revistió su cuerpo al resucitar.
Les aseguro a todos mi recuerdo en la oración y mi bendición.
p. Angelo Bellon, o.p.