Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español Alemán
Cuestión
Padre Ángelo
Si uno no puede ver nada de su futuro, excepto la muerte, hace un esfuerzo inmenso para salir del fango del pecado y los pecados de los que es más difícil salir son precisamente los relacionados con las impurezas, de esta forma es un verdadero infierno ya en la Tierra.
En este caso se crea un espantoso círculo vicioso, en el que los pecados te ciegan para el futuro, pero al mismo tiempo la ceguera para el futuro te impide salir del pecado, es una esclavitud aplastante en la que los dos aspectos (ceguera y pecado) se alimentan mutuamente.
Luego, en cuanto a la ceguera sobre el futuro, no sé hasta qué punto influyen los problemas psicológicos (depresión) y, en este caso, incluso la confesión puede hacer muy poco, o las heridas espirituales (pecados) que, en cambio, necesitan una buena confesión.
Saludos cordiales
Respuesta del sacerdote
Querido,
1. Estoy de acuerdo con lo que has escrito. Es el círculo vicioso al que se refiere el Señor cuando dice: » En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.» (Juan 3,19).
No vemos la luz porque nos hemos cegado sin darnos cuenta. Nos ciegan -como bien señalas- sobre todo los pecados de impureza, que según Santo Tomás provocan la cecitudo mentis, la ceguera interior. Así que en las celebraciones o incluso en la escucha de la palabra de Dios uno es incapaz de ir más allá de los símbolos. Mientras que la mirada de la fe se hace precisamente para ir más allá de los símbolos y captar la realidad oculta, y que es el misterio (misterio significa precisamente realidad oculta) que hay debajo de los símbolos.
2. Llamas a este círculo vicioso espantoso, y con razón, porque «los pecados te hacen ciego al futuro, pero al mismo tiempo la ceguera al futuro te impide salir del pecado». Es realmente «una esclavitud aplastante en la que los dos aspectos (ceguera y pecado) se alimentan mutuamente».
El Señor lo dijo: «En verdad, en verdad les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. » (Jn 8,34). Santo Tomás comenta: «La esclavitud del pecado es muy pesada, porque como escribió San Agustín: el esclavo de un hombre puede encontrar la huida de su amo huyendo, pero el esclavo del pecado arrastra el pecado con él dondequiera que huya. Porque el pecado que ha cometido está dentro de él. El placer ha pasado, el pecado ha pasado, lo que daba placer ha desaparecido, pero lo que hace daño permanece» (Comentario a San Juan 8,34).
3. Así que uno puede liberarse sólo por una intervención externa, la de la gracia de Jesucristo. Esta intervención externa es propiciada y facilitada por aquellas realidades que abren un camino para que la gracia llegue a sus destinatarios. Son esas realidades a las que aludía Santa Teresa del Niño Jesús cuando escribía: «Ah, la oración y el sacrificio forman toda mi fuerza, son las armas invencibles que me dio Jesús, tocan las almas mucho más que los discursos, lo he experimentado a menudo» (Historia de un alma, 315).
4. Y son también las aludidas por el Santo Cura de Ars, que le dijo a un compañero de parroquia que se desahogaba por no conseguir nada en su ministerio: «Has rezado, has llorado, te has lamentado y has suspirado. Pero ¿has ayunado, has velado, te has echado al suelo, te has disciplinado? Hasta que no hayas hecho esto, no pienses que lo has hecho todo. Por eso, incluso ante los círculos viciosos más abrumadores, el cristiano tiene siempre viva la esperanza de que lo que no es posible para el hombre es posible para Dios.
Te encomiendo al Señor y te deseo un fructífero Adviento y también una Santa Navidad, rica en gracia.
Te bendigo.
Padre Ángelo